Llevaba horas tratando de calmarme. Desde que desperté no había hecho más que temblar y sentir los nervios caminar libremente por todo mi sistema.— ¿Señorita todo bien?— Hoy la casa parecía todo un juego navideño.Giovanny le dio permiso a sus empleados para traer a un invitado para pasar las fiestas. Varias de las chicas del personal, invitaron a sus hijos o seres más cercanos. La mansión contaba con casas muy cercanas en el mismo terreno, pequeños departamentos para su estadía.El menú caía libremente para todos. Platos fuertes, entradas sencillas. Deliciosos postres. Amanda estaba ansiosa por traer sus famosos Cupcakes de frambuesa y vainilla. Por mi parte, hornearía a lado de Daniel una serie de Paes de limón y queso. Eran uno de mis postres favoritos. Ansiaba la llegada de la noche.— Ese corte si que se te ve bien.— Bueno tu también. ¿Y será hoy?— Asentí con la cabeza.—¿Lo pondrás en el regalo?— No te diré. Es una sorpresa. Así que anda. Empieza a sacar las cosas. Tenemos mu
Sera. Respiré profundo. Antes de borrar el correo lo leí dos veces más. Necesitaba impregnarme de sus notas.En definitiva haría cualquier cosa para proteger al hombre que amaba y sobre todo a la comadreja. Giré la cabeza hacia donde estaba. La niña de la cual había hablado era muy bella. Ahora comprendía porque su atención. Me recordó mucho a mi yo de la infancia. Aunque diferente. Su cabello negro liso le caía por debajo de la cintura. Un fleco completo que disminuía su rostro y frente. Era un tanto regordeta pero para nada de que preocuparse, los niños debían crecer, desarrollarse de manera saludable. Sonreí de lado. Tan solo le sobrepasaba unos cuantos centímetros a Daniel. De hecho si el rubio se paraba correctamente parecían de la misma estatura.Ella sonrió al ver los postres en la canasta. Pero aún más cuando el pequeño le entregó el regalo. Casi brinqué en mi asiento. Le dio un abrazo antes de que su mamá saliera. La mujer que era idéntica a la niña, me saludó desde lejos. L
-Sera-—Es hoy— Susurré viéndome al espejo. Sonreí de lado colocando mis manos extendidas en el vientre un poco abultado. Ya no podía ocultarlo más. El vestido me quedaba ceñido al cuerpo, mostrando mis curvas y sobre todo esa línea redondeada.Llevaba el cabello suelto en ondas. Me tomé mi tiempo para maquillarme. Este día había sido vasta te caótico. Recibí una pequeña llamada de atención por parte de Simone. Nos hizo jurar que no volviéramos a arriesgarnos así. A cambio no le diría nada a Giovanny.Después de un baño caliente estaba lista. Lista para muchas y pocas cosas. Lista para recibir a mi “familia” y para confesar la llegada de un nuevo integrante.El miedo aún estaba en mi sistema. No sabía si Giovanny estaría de acuerdo. Ni siquiera pasaba por mí cabeza la idea de que, quizás le hubiese gustado que no naciera fuera del matrimonio.Una vez me coloqué los zapatos, abroche el enorme abrigo que se encargaría de ocultar mi vientre unas últimas horas. La gabardina me quedaba un
Capítulo 93.Bría.Desperté con un poco de calor. Fruncí el ceño. ¿Cómo no sentir calor si tenía un enorme cuerpo a mis espaldas abrazándome? Sonreí de lado. Las manos grandes de Alessandro se envolvían en mi pequeña cintura. Una de ellas descansaba sobre mi pecho.— Tengo que ir al baño— Susurré tratando de salir de sus garras. En respuesta él me apretó más hacia su cuerpo.— Aless. Hablo en serio.— Oh está bien. Pero vuelve a la cama— Me dejó liberada. Con cuidado me levanté corriendo a su baño. Suspiré al llegar. Me dolía un poco la entre pierna, más que nada mi zona sensible. La noche anterior habíamos hecho el amor más del tiempo que creí podría soportar.Después de despertar en el hospital, tuve un ataque de pánico que casi termina provocando que mi corazón se detuviera. Por suerte los médicos de ese lugar eran de los mejores de la ciudad. Lograron estabilizarme. Estuve inconsciente dos días. Aún me estaba recuperando. Me habían retirado los puntos apenas hace un par de noches.
«Recordeis que es el libro que está leyendo para Bría»Sonrió al ver una mariposa parada sobre un árbol, sus alas eran hermosas y singulares. El invierno había terminado hace meses. En la primavera tomó las últimas clases de fotografía que su curso estipulaba. Cogió la cámara de su regazo dispuesta a sacarle una foto a tan majestuoso animal, pero una mueca se formó en su rostro al ver que había empezado a volar, para la buena suerte de Loren está se posó sobre un naranjo un tanto grande al frente de ella, caminó unos pasos y levantó su cámara, la primera fotografía tomada en su nuevo material, le gustó pero quería buscar un diferente ángulo, así que sin pensarlo demasiado y sin espantar al animal, se subió a la primera rama, no estaba tan alto y le daba bastante acceso para una nueva foto ya que antes había quitado el flash pues éste podría hacer volar a su modelo, se inclinó un poco hacía la derecha y pulsó el botón para la última captura, sin embargo al tratar de volver a su postura
Despertó por los quejidos que salían de la garganta de su abuela, sabía que sus articulaciones le dolían por las mañanas. Su nieta tiempo atrás le comentó la idea de ir con un médico, quizá esté podría darle medicamentos para su dolor, no obstante Stela desistió en ese pensamiento, pues no tenían el dinero necesario para pagar la consulta y por ello cualquier receta médica. Pasó una semana desde que cayó encima de ese hombre y no ha dejado de pensar en él, en sus mirada, en su rostro crispado por el enojo, en su postura y voz.—Entonces ¿qué dices Loren?, ¿me acompañarás?— preguntó Maite mientras terminaba de comer la rica pasta hecha por la joven.—Sabes que si, necesito el dinero, mi abuela se queja cada vez más por su dolor matutino, tengo que llevarla con un médico— susurró para que Stela, quién se encontraba en otra habitación no pudiese oírla.—Yo podría prestarte el dinero, aunque no tengo mucho, ustedes son como mi segunda familia— y así fue, desde el accidente no las dejó sol
Decir que las coincidencias de la vida no existen, quizá es una idea equivocada, Loren nunca se imaginó volver a cruzar caminos con el sujeto el cual evitó que se estrellara en el piso. Cuándo Santiago Ackler compartió miradas con la castaña, sintió de nuevo esa corriente eléctrica recorrer su cuerpo, sabía que era ella, pues jamás olvidaría esos ojos color miel he inocente mirada, su rostro carecía de mucho maquillaje y también de imperfecciones, era natural y hermoso sin necesidad de usar capas y capas de cosméticos, esa despistada niña—porque así es como él la miraba—resaltaba de todas las demás, su sencillez y naturalidad captó de inmediato su atención, no fue hasta que vio como tomaba fotografías de todo el evento, con esa pequeña y barata cámara, que incluso le pareció ridícula, que sonrió, lo hizo porque ante los verdaderos fotógrafos y la prensa, ella parecía una pequeña hormiga, de hecho, descaradamente se atrevió ha acercarse, en ocasiones mientras duraba el discurso el cuál
Decir que las coincidencias de la vida no existen, quizá es una idea equivocada, Loren nunca se imaginó volver a cruzar caminos con el sujeto el cual evitó que se estrellara en el piso. Cuándo Santiago Ackler compartió miradas con la castaña, sintió de nuevo esa corriente eléctrica recorrer su cuerpo, sabía que era ella, pues jamás olvidaría esos ojos color miel he inocente mirada, su rostro carecía de mucho maquillaje y también de imperfecciones, era natural y hermoso sin necesidad de usar capas y capas de cosméticos, esa despistada niña—porque así es como él la miraba—resaltaba de todas las demás, su sencillez y naturalidad captó de inmediato su atención, no fue hasta que vio como tomaba fotografías de todo el evento, con esa pequeña y barata cámara, que incluso le pareció ridícula, que sonrió, lo hizo porque ante los verdaderos fotógrafos y la prensa, ella parecía una pequeña hormiga, de hecho, descaradamente se atrevió ha acercarse, en ocasiones mientras duraba el discurso el cuál