— Marcel— Su nombre salió en un susurro.— Solo di que también lo deseas tanto como yo.¿Valía la pena? ¿Valía la pena hacer algo de lo que posiblemente me arrepienta el día de mañana? ¿Y si eso era lo único que Marcel Jhonson estaba buscando de mí? Colarse entre mis piernas.¿Lo iba a permitir?Desde cuándo me preocupaba guiarme por la moral.— Si, lo deseo tanto como tú— Susurré.En un rápido movimiento, colocó sus manos por debajo de mi trasero. Levantándome lo suficiente como para que mis piernas se envolvieran en su cintura y mi pecho se pegará al suyo.—¿Qué haces?— Murmuré viéndolo a los ojos fijamente.—No te haré el amor en esta habitación. Te llevo a la mía.«Hacer el amor»Me quedé un poco confundida. Nunca antes se habían referido a mí con esa idea. Respiré profundo. Reí entre dientes cuando casi tropieza con una pequeña mesita en el pasillo. Antes de entrar a su habitación.—¿Se está burlando de mí señorita Davis?— No lo sé, quizás.— Me encanta el sonido de tu risa pero
Antes de navidad.Cleo y Kendrick.Recordéis que estoy narrando partes importantes de los personajes que más adelante impactarán con Giovanny Arcuri.Encantos Prohibidos.“No lo sé, pero las ganas que tengo de envolverte en una sábana y contemplarte durante horas...suena bastante bien”—Limberem.Jannys y su hermano fueron muy amables al llevarnos hasta nuestro departamento. De hecho el pelinegro ayudó a Beth con un par de cajas. Sabía que ella se lo estaba comiendo vivo, era justo el tipo de chico que entraba en sus estándares.«Estándares» repetí la palabra en mi mente tratando de pensar en cuáles serían los míos. Antes de Jacke no había tenido un novio formal, de pequeña solía fijarme en chicos atléticos y sobre todo, inteligentes.Dejé mis instrumentos de cocina sobre la barra. No podía dejar de pensar en mi pequeño encuentro con el empresario.Tenía que investigar un poco más sobre él.Un relámpago se vió a lo lejos por la ventanilla que está a un costado del refrigerador. Me qui
Después de intentar convencer a mi Roomie de que no sabía nada sobre Kendrick. Intenté regresar a mi búsqueda, para mí mala suerte la batería de mi computadora murió y perdí el historial de búsqueda. Aunque pensándolo bien, no me gustaría que acosaran mi pasado, mucho menos un empleado.Se me hacía tarde para la universidad así que decidí ponerme lo mismo que usaría en mi trabajo. Me coloqué una blusa tipo camisa de cuello cuadrado bastante ajustada. No era que quisiera ocultar mis atributos, si no que buscara una forma de que se mirase más formal y no tan...vulgar.¿Aunque desde cuándo los senos grandes son vulgares? Negué quitando la idea contraria de mi cabeza.Fundí mis piernas dentro de unos pantalones negros ajustados pero comidos. Botas negras y dejé mi cabello suelto. Cómo era costumbre, labios rojos.—Recuerda dejarle comida a Caramelo—. Comenté a Beth quien ya se había levantado y estaba desayunando cereal.— Aquí te dejo cincuenta dólares. Si puedes ahorrar hazlo. Y compra
-Sera-Cada vez me costaba más ocultarle el embarazo a Giovanny. Principalmente por mi comportamiento tan extraño entorno a las náuseas. Salidas misteriosas al ginecólogo, y antojos extraños. Por otro lado, lo había sentido un poco más alejado que antes. Solía preguntarme constantemente si, todo lo que estaba pasando a mi alrededor, había afectado en nuestra relación.Me seguía haciendo la misma pregunta una y otra vez.¿Querrá a este bebé?¿Amará a este bebé tanto como he aprendido poco a poco a hacerlo?Quería dejar de pensar en los problemas. En los obstáculos que vendrían el día de mañana. Quería, pensar simplemente en el hogar cálido donde estaba viviendo.Él estaba dormido. Descansando sobre la cama. Yo, no podía hacerlo. Me paré con cuidado de no moverme demasiado. Amarré la bata de mi pijama a la cintura. Tomé una libreta de la mesita de noche, al igual que un bolígrafo y salí de la habitación. En ocasiones una casa tan grande como está, me colocaba un poco triste —Seguramente
-Bría-Respiro profundo tratando de calmar el temblor que hay en mis manos.¡Vamos! Solo es una cena con personas malas. No hay de qué preocuparse. Las cosas han cambiado tanto desde que estoy viviendo en la lujosa casa del señor De Andes. En ocasiones, no puedo calmar a los demonios que entran en mis sueños para convertirlos en pesadillas.Me veo al espejo con el trabajo de maquillaje que empiezo a realizar. Mi piel anímica parece tomar un poco de color luego de pasar la brocha con chispas rosadas. He ganado peso desde que desperté en esta casa, aún me he negado a hablar. Él no me obliga, no se desespera porque no emita ni una sola palabra, al contrario, cuando lo único que llega a sus oídos son mis gritos y sollozos por la noche, tiende a entrar, abrazarme, no habla, igual que yo, queda en silencio hasta que vuelvo a dormir.Al inicio pensé que era un hombre cruel, como el socio de mi padre imaginé lo despiadado que podría llegar a ser. Escuché sobre el pelirrojo en más de una ocasi
-Bría-Apreté mis piernas contra mis muslos un tanto nerviosa. No entendía mucho de lo que ellos estaban hablando al frente de mí. Tan solo me dediqué a picar la ensalada de pollo, sintiendo un poco de repulsión. Comía muy poca carne, no me gustaba consumirla. En mi manía por perder mis pensamientos, el señor De Andes me lanzó una mirada amenazante señalando en un reflejo rápido, el plato casi lleno de mi comida. Enderece la espalda, picando un pepino con mi tenedor y llevándolo sin ganas a mi boca.Ni siquiera sé porqué me cuesta tanto comer, es como si me diese asco, como si lo único que antes causaba una sensación de placer en mí, trabajara en contra de cualquier cosa.— ¿Entonces tendrán el viaje en enero? — Preguntó el hombre de cabellos rubios.—Espero salir en cuanto termine la primer semana. Después, el proyecto empezará.—Están arriesgando más que la vida en esto De Andes. Todo un imperio te respalda. ¿Sabes qué pasará si fallas no es así?— Asintió con la cabeza.— Claro que
Capítulo 84.—Bría— Murmuré entre dientes. Su cuerpo cayó laxo hacia atrás.—Maldita sea.—¿Qué dirección tomo señor?— A la mansión. Si no despierta en menos de cinco horas. La llevaré a emergencias.La abracé hacia mi pecho. Habíamos perdido nuestros abrigos en el accidente.Me preocupaba, me preocupaba el hecho de que su cabeza estuviese en un estado de caos. Yo más que nadie, conocía el peso de la mentalidad, de lo que tus miedos podían llegar a hacerte. De cómo inclusive, destrozaban tu estabilidad emocional.Curé sus heridas físicas. Aún no se encontraba en un estado completamente saludable. La anemia de su cuerpo era un problema, estaba bajo control, las transfusiones de sangre hicieron su trabajo. No obstante algo estaba pasando, el hecho de que no deseara tener ningún tipo de conexión con Ángelo, delataba la poca fama de buen padre que creí, poseía. Bría tenía una mirada tranquila, ojos tristes, labios finos, y unas enormes pestañas acompañándo su mirada inocente. Estaba segu
«Los deseos queman desde dentro. Y para apagarlos hace falta la humedad desu pasión » Alessandro De Andes La miré removerse sobre la cama. Respiró profundo, le costaba un poco abrir los ojos, despertar de su sueño. De su calma. Era la primer vez en mucho que le notaba dormir tranquila. Aunque al inicio haya estado inconsciente. Apenas despertó unos segundos para saberse en su lugar, sus ojos desorbitados temían las cuatro paredes blancas del hospital. Pero en cambio, se encontraba aquí. En mi habitación. En mi guarida. Sobre mi cama. Y aunque en mis más oscuros, profundos pensamientos la idea de que descansará allí de otra manera. Estaba adherida. A mis sentimientos prohibidos. Después de segundos que parecieron eternos. Logró enfocar la vista haciendo una mueca. — Tranquila. Apenas pasaron tres horas. Estás en mi habitación. No falta mucho para que empiece a amanecer. ¿Te duele algo?— Intentó incorporarse señalando su cabeza. —Entiendo. Te daré una pastilla— Me causó una pizca