-Sera- — Hará frío. Asegúrate de llevar un abrigo. Cuando estemos allá iremos de compras— levanté una ceja. —¿Desde cuándo me acompañas de compras? — Desde ahora Ragazza. Berlín es un lugar seguro sin embargo siempre hay peligro, mucho más ahora que he hecho pública nuestra relación. El cielo se encontraba despejado. No tanto como otros días. Mis maletas estaban listas, y de cierta forma el nerviosismo por volar se volvía presente. Sería un viaje un poco largo, extraño par mí. Durante el día no había dejado de recibir mensajes en mis redes sociales de ex compañeras, tanto de mi recorrido escolar hasta la universidad. Incluso la casera de mi edificio me envió felicitaciones. Ahora debe entender por qué le pagué todo un año por adelantado, en realidad fue el hombre de cabellos castaños claros y mirada encantadora, quién lo hizo. — ¿Qué haremos en Alemania Giovanny? Sé que el último mes estuviste frustrado por algo pero… ¿Algo está mal?— Él respira profundo antes de coger mi mano y
-Sera-Las luces de la ciudad parecían cada vez más cercanas. Nos hospedaríamos no en un hotel, si no, en una bella residencial. Me recargué en la ventana del asiento trasero. Trataba de que no me afectase, de que la noticia del crimen que cometí hace años, no se interpusiera entre mi deber ahora mismo. Apoyar a Giovanny era mi mayor objetivo.Mis sentimientos se mantenían algo revueltos. Lo conocía, había pasado con él meses, pero quizás no lo suficiente. El sexo nunca te aseguraba que alguien se enamora de ti. Sin embargo… Él dio todo para ayudarme. Lo único cierto aquí era que, una persona deseaba dañarme con toda la intención. Y no le dejaría las cosas fáciles.—Mañana debo ir a una pequeña junta. Aquí tendrás a una persona de mi gente de seguridad— Me cruzo de brazos.—No andaré a todos lados con un guardaespaldas señor Arcuri— lanza un suspiro, niega para posterior depositar un beso en mi frente.—Lo harás. No está a discusión. Y ten— Fruncí el ceño. Sacó de su bolsillo una tarj
-Sera- Me encuentro confundida. El CEO de Arcuri Companies camina hasta mí con desespero. Me arrebata el pequeño papel arrojándolo al piso. —¡¿Por qué ese hombre te envío rosas?! — Mi rostro se crispa de rabia. —No lo sé. Y no tienes porque gritarme. —Ni siquiera debería saber la dirección de esta casa. Él se divorció de Odette. Es obvio que tiene otras intenciones contigo. Tienes prohibido hablarle— Mordí el interior de mi mejilla para no saltarle tal cual fiera. —En mi primer lugar, no me interesa que intenciones tenga conmigo. En segundo lugar, tu no tienes derecho de prohibirme nada. Mucho menos entablar una conversación con alguien. —Ese hombre es peligroso. —¡Oh vaya!— Levanto las manos exageradamente. —¡Eso no pareció importarte hace un mes cuando me diste la tarea de hablar con las personas cercanas a tu ex esposa!— Ahora la enojada soy yo. — No lo entiendes Sera. El hecho de que Alessandro te haya enviado flores. Solo significa una cosa— Puse los codos sobre la b
-Giovanny-Se miraba hermosa. Durante el camino mantenía la mirada en su presencia de vez en cuando. El vestido le quedaba sumamente bien. Se ceñía perfectamente a su cuerpo curvilíneo y pequeño. Lo único que me causaba conflicto era la abertura de la prensa en su pierna. Deseaba perderme en la suavidad de su piel.— Es hermoso—Musitó al contemplar desde lejos la decoración del edificio. Y si, el “Zentrum treffen” estaba lleno de lujo, principalmente su jardín trasero. Un enorme terreno abierto con un lago a un costado. Muy probablemente se encontrará congelado dadas las temperaturas. O en proceso de estarlo.La limosina de estacionó justo en frente de la entrada. Sera respiró profundo. Mi chófer se apresuró para abrirnos la puerta. Los reflectores de las cámaras captaron cada gesto de ambos. De pie, envolví mi brazo derecho en la cintura de Sera. Nos movimos con lentitud, ella aparentemente nerviosa.El recibidor estaba decorado en su mayoría, por tonos de cristal. La temática era es
-Sera-—Nunca lo había visto tan emocionado con una mujer— Agregó el rubio tomando una copa de vino. Suspiré.—¿Desde Odette?— Inquirí. Él negó.—Amó a Odette en su tiempo. Muy corto por cierto. Pero es diferente. Contigo se podría decir que, Giovanny es él mismo— Sonreí de lado.—Mmm, ven— Me tomó de la mano yendo hacia una esquina decorada del lugar.—¿Qué haces?— Resoplé.— Tómame un par de fotografías. Para mis redes— rodé los ojos soltando una pequeña carcajada. Kevin era muy diferente a Giovanny.El arco de cristales se miraba bastante hermoso. Quizás también le pediría que me tomase una foto. Terminé dando click más de treinta veces a la pantalla, porque al señor Abogado y Economista, no le gustaba su ángulo.—Dale. Me quedaré con esta. Aunque, ¿No crees que me veo muy gordo?— Tragué saliva. De nuevo esa característica. Joder si él era más delgado de Giovanny. Incluso sabía que ni de juego me quedaría algo de sus ropas.— Eso es una…— Levantó su mano callándome. Fruncí el ceño.
-Sera-El olor a café recién hecho impregnó mis fosas nasales. Respiré un poco más profundo, siendo presa de su delirante aroma. Inconscientemente relamí mis labios resecos y poco a poco, mis extremidades fueron participe del ambiente que me rodeaba. Una presión se instaló en mi garganta, la misma que suele pasar cuando enfermas en vísperas de navidad. Poco a poco logré ser la dueña de mis movimientos, sentía las piernas entumidas al igual que, una considerable molestia en mi pómulo derecho. Abrí los ojos con lentitud, acostumbrándome a la luz del lugar donde me encontraba. Palpeé con lentitud la superficie acolchada y suave de la cama. Estaba rodeada de almohadas casi de mi tamaño. Y a un costado me encontraba con una aguja conectada a mi mi muñeca. La bolsa de medicamento casi estaba vacía. Suspiré retirando la aguja, me quejé un poco,. Observé la habitación con rapidez, enorme, casi como el colchón, sin descartar lo lujosa que aparentaba.—¿En dónde estoy?— Pregunté a mí misma, arr
Pasada la media noche volví a despertar. Esta vez no había rastro de fiebre o una mayor molestia. El dolor en mis extremidades había bajado, incluso sentía la garganta más tranquila. La habitación se encontraba en penumbras, solo una lámpara a lado de un escritorio iluminaba la estancia. Entonces me pregunté ¿Está era su habitación? Rodé los ojos para mí misma. Era más que obvio. Me puse de pie con intenciones de buscar el cuarto de baño. Me encontraba sudorosa y con un mal sabor de boca. Necesitaba limpiarme. Antes, caminé de puntitas hacia la puerta. Abrí y saqué la cabeza, nada, ningún ruido. Volví a cerrar levemente y entré al baño. La luz me molestó un poco al encenderla. Solté un jadeo. Había un maldito retrete tan brillante como el oro. No, no podía ser de oro. ¿Por qué Alessandro de Andes tendría un retrete de oro en su baño? Mierda, entonces pensé que no le gustaría que alguien más lo usará. Podía fácilmente salir y buscar otra habitación.Y eso haría. Ya había pasado suficie
Hospital Central - Manhattan (Servicios Privados)6:00pmUna presión enorme se instaló en mi pecho. Percibí olas de punzadas en mi cabeza. Poco a poco sentí mi cuerpo entumecido. Había cables por todos lados. Miré la luz brillante tratando de acostumbrarme. El olor a productos para limpieza llegó a mis cosas nasales dándome náuseas. Me sentía mareada, jodida en todos los puntos.«Estoy en un hospital »—Hola— Susurré. Mi voz salió rasposa. Mi saliva espesa resecaba mis cuerdas bocales.Observé con delicadeza el botón blanco cerca de mi dedo índice. Lo oprimí.Respiré profundo. El temblor de mis manos comenzó en el momento en que lo recordé todo. En qué até los hilos rotos y desenredé las cadenas que habían estado sosteniendo mi consciencia todo este tiempo. Tenía que pensar en algo. Tenía que ser inteligente. Sera corría peligro, yo corría peligro.« Jamás debimos confiar» limpié una lágrima que corría por mis ojos en cuanto una enfermera entró a la habitación.—Buenas tardes. Despert