encontraba alguna expresión en su mirada. Era como si sus pupilas mostrarán un gran vacío. Un vacío que no le pertenecía. Recargue mi cabeza en la silla y respiré profundo.De pronto sentí su mirada a lado de mí, giré mi cabeza y sus labios se juntaron con los míos. Su aliento cálido me reconfortaba. Todo lo que tuve, quizá, quizá podría volver a tenerlo.—Eres perfecta para mí, nadie volvera ha hacerte daño, por favor, no te lo hagas a ti misma—susurró.Si era verdad, si era cierto, podía ser yo misma, nadie más me dañaría. Diana y Amber dejarían de molestrame, incluso Scott, todos ellos.Murmuré un simple okey, tal que fue suficiente para que él me sintiese.La mesera regresó con nuestro pedido. Había pasado tanto desde que no desayunaba otra cosa que una manzana. Tomé los cubiertos y corté un trozo demasiado pequeño, la mano me temblaba, pero aún así me armé de valor al llevarla a mi boca. Mastique más veces de la necesaria, y cuando sentí el dulce sabor bajar por mi garganta, un
Logan:—¡Despejen!—gritó uno de los paramédicos. Sentía un nudo enorme en la garganta.Ella no, ella no por favor.—La estamos perdiendo eleven la carga ahora. Vamos niña.Vi cómo en la máquina que medía el ritmo cardíaco de Mainyl aparecía una línea acompañada de un sonido ensombrecedor, un sonido que a nadie le gustaría escuchar o ser testigo de el.Cerré mis ojos apretando las manos en puño. Jamás le perdonaría a la vida habérmela arrebatado, mi única razón.—¡Inténtenlo de nuevo no pueden dejarla morir! — imploré derrotado dentro de aquella ambulancia. Ambulancia que llamé minutos después de no lograrla hacerla despertar.—Lo siento mucho muchacho, pero…No dejé terminar a la mujer cuando yo mismo. Inesperto tomé el desfibrilador y coloqué la carga al máximo. Para cuándo intentaron detenerme ya había rosado el pecho desnudo de la pelinegra en un intento de regresarla a la vida, de regresar algo que yo mismo daría por su bienestar.Mis ojos ardían por las lágrimas, mis ojos ardían
Había pasado tan poco y a la vez tanto desde la última vez que pensé terminaría. Desde la última vez que creí sería el fin.En mi mente deambulaba una y otra vez el recuerdo de sus palabras. Sentía una opresión en el pecho, como cuando estás tan preocupado por algo o por alguien, que no sabes que desición tomar, como ayudar.Ni siquiera sentía que estaba aquí, era como si mi existencia perdurará en este mundo pero sin sentidos, sin alma. Respiro profundo cansada de escuchar el aparato que mide los latidos de mi corazón, escucho la puerta abrirse y mi atención va fija a la doctora Martha.—¿Cómo te sientes Many—. Quisiera responderle como realmente me siento. Decirle que ya no hay nada más que pueda afectarme a tal nivel de destrozarme.—¿Sabes lo que pasó?—Pregunta y yo niego con la cabeza, mantengo la vista al frente, lejos de su mirada.—Tu corazón se detuvo, te reanimaron por varios minutos hasta que lograste volver.—Realmemte no me importa— Suelto secamente.—Bueno, quizá a ti no
Dolor, era lo único que permanecía en mi mente, en mi alma, en mi corazón.Desde cada amanecer, hasta cada puesta de sol.Mi estancia en casa del profesor Patrick no había sido de lo mejor. Tan solo dormía, lloraba y deseaba una y mil veces haber muerto aquel día.Si aquel día, porque han pasado almenos dos semanas desde que mi corazón se detuvo. Estoy mejor, según las pruebas que la doctora a hecho conmigo. Quizá mi corazón se encuentre bien físicamente pero, está destrozado. Cada parte de mi alma lo está.La culpa, el odio, el resentimiento, por alguna razón se habían vuelto más fuertes estos últimos días, como un huracán capaz de demoler todo a su paso. Cómo una sequía capaz de exprimir hasta la última gota de sentimientos. Mi tempestad aún no terminaba y dudaba de que fuese a acabar rápidamente.La casa solía estar muy sola, el profesor por obvias razones no estaba durante el día, almenos en horarios de clases. Su esposa trabajaba aveces turnos dobles y, cuando mucho la miraba dos
Lo que soy~—¿Quién te dijo esto?—pregunta.—Mi padre—Logan respira profundo. Me toma de la mano y empezamos a andar a toda velocidad.Cruzamos la calle casi corriendo. Logro reconocer su camioneta estacionada, saca las llaves y abre mi puerta, no me mira ni habla, entro sin poner queja alguna, siento la garganta seca y miles de sensaciones golpean mi sistema en estos momentos.Arranca con ferocidad rechinando las llantas en el asfalto, abrochó mi cinturón de seguridad con prisa, su mirada sigue las rutas de la carretera, los dedos de sus manos se tintan pálidos al apretarse con fuerza contra el volante, pequeñas gotas de sudor bajan de su frente.—¿Puedes ir más despacio?, vas a provocar un accidente—. Pero parece que mis súplicas tan solo lo han alentando a ir aún más veloz, no sé cómo es que esquiva los autos con tanta precisión, como si fuese un experto al volante.—Almenos dime, ¿a dóndeVamos?—Estoy harto de las mentiras Many, harto de dañar a los demás, de dañarte a ti—Cerra l
Ángeles CaliforniaUn año después-Me llevo este- cogí el libro de la estantería y lo coloqué sobre el mostrador. Después de leer la Sinópsis quedé encantada. A parte tenía una portada tan linda.-Es un muy buen libro, una historia dolorosa, profunda pero buena- comentó la mujer envolviendolo en un pequeño cartoncillo blanco.-Son cincuenta dólares- saqué el dinero de la cartera.-Que lo disfrute.-Gracias- respondí amistosa.Esperaba que "Mi Salvador de letras"se convirtiera en mi nueva distracción está semana.Antes de volver a mi departamento pasé a la pastelería de la esquina, vendían unas donas deliciosas, cubiertas de chocolate y rellenas de queso crema. Compraría un par más, esta tarde Adel vendría de visita, como cada jueves.Después de hacer mi pequeña parada regresé a mi hogar. Vivía en el quinto piso de un edificio cerca del centro. Lo había adecuado a mis gustos y necesidades, casi todo estaba pintado en tonos violetas, azules y rosa pastel.La chica gris que llegué a se
Barreras~¿Alguna vez has sentido que no eres suficiente para alguien?, ¿Qué no eres capaz de hacer algo correctamente?Yo sentí eso durante mucho tiempo, y, aún lo siento, sin embargo sé que soy capaz de lograr todo lo que me proponga.La vida es una hermosa mentira leí alguna vez, y la muerte una perfecta verdad.Ahora me encontraba viéndome fijamente en el espejo, observando esa sonrisa sincera que brillaba en mi rostro. Había aclarado un poco mi cabello, lucía diferente, y me sentía diferente. Acomodé la camisa rosa que decidí colocarme este día, esparcí algo de perfume y ya estaba lista para ir a mi primer día en la universidad.Hace meses hubiese pensado que esto sería solo un sueño. Un sueño que ahora se hace realidad. Salí de mi habitación colocándole comida y agua a Hunter. No me gustaba dejarlo solo, sin duda alguna le echaría de menos unas cuentas horas.—¡Many!— Me gritó Adel desde fuera.—¡Ya voy!— cogí mi bolso con lo necesario para salir.—Te portas bien— Hunter solo se
Torbellino~No podía creer que el estuviese aquí, justo cuando recién estaba por empezar una nueva vida.—¡Many tenemos que hablar!— Rodé los ojos, Adel me gritó desde el otro lado de la carretera.—¡No quiero hablar contigo!, ¡Debiste decirme!— grité.Me crucé de brazos, el semáforo cambió de color, genial ahora vendría a darm su sermón. Respiré profundo, Adel tomó su mochila cruzando la calle, estaba tratando de formular las palabras correctas en mi mente cuando el sonido ruidoso de un motor llamó mi atención. Abrí mis ojos con asombro, una camioneta blanca se acercaba a toda velocidad hacia la morena. No pude moverme, no alcancé a elegir palabra alguna, ella giró, me miró y luego, sentí que todo se había detenido.Mis oídos captaban tantos sonidos que, eran realmente molestos, me recargué a un lado del arbusto, tratando de que el aire llegará a mis pulmones, algunos gritos hacían contraste con una infinidad de maldiciones. Parpadeé confundida, sentí como el oxígeno entraba por mi b