—Tu padre habló hoy por teléfono, dijo que todo estaba saliendo muy bien en su nuevo caso. Quizá esté de vuelta para finales del mes— Comentó alegre mi madre.Estaba ansiosa por verlo, lo extrañaba demasiado.—Hoy Sasha te trajo un poco más tarde de lo normal, ¿no es así?—Aja, pasamos al centro comercial, Ireka iba a comprar unas cosas. De hecho aproveché y te traje esto— Me dí vuelta en la silla buscando la pequeña cajita de colores. La tomé para acercarsela.—¿Y eso?—Bueno, los vi y pensé en ti.Mamá abrió la caja sacando un par de pendientes de color celeste. Su rostro se le iluminó por un segundo.—Gracias cariño, los guardaré para usarlos cuando regrese tu padre.Terminamos de comer, estaba por ir a la habitación cuando me dijo que esperara.—Daniela, Naydeline y Matt han estado dejando varios mensajes en la contestadora, almenos deberías hablar por última vez con ellos— cerré mis ojos respirando profundamente.—Lo haré cuando tenga tiempo.Solo quería que ellos entendieran que
Cuando tenía dieciséis años vi algo que cambió mi forma de ver la vida. Esa tarde salía de la casa de Naydeline, nos habíamos juntado para elaborar un proyecto. El cielo estaba cubierto por nubes, aunque no parecía que fuese a llover. A una calle antes de llegar miré a una pequeña niña sentada en la banqueta de su casa llorando, no entendía la razón, claro. Hasta que presencié como su padre salía con dos maletas mientras que una desesperada mujer en medio de lágrimas intentaba detenerlo.Él solo se giró a la niña, la observó quizás tres segundos antes de subir a un taxi y desaparecer. Años atrás él debió haberle jurado amor eterno a la madre de la pequeña, años atrás debió haber prometido llegar hasta el final de sus vidas juntos.Sonreí y seguí mi camino, alejándome lo más rápido posible.El amor era una hermosa promesa, un delirante susurro agridulce, mezclado quizás con algodón de azúcar. Claro que en ocasiones, la promesa se rompía, los susurros se desvanecía y el algodón de azúca
—Me gustan las personas reales. Las personas que dejan a lucidez el color de su alma. Y puedo decir que…me encanta el color de la tuya— Respondió de una forma tan diferente. Tan peculiar. Por un mínimo maldito instante, me perdí en esos ojos, en esa mirada tan peligrosa que Sartori podía llegar a tener. Y sin embargo ahora, solo era un espejismo.El tiempo se pasó casi tan rápido como un ferrocarril, al salir del agua me colocó de vuelta en la silla de ruedas. Observamos a los demás subirse a toboganes, me compró incluso un delfín de peluche.—¿Tienes hambre?—Un poco— respondí peinando mi cabello.—Me alegro porque iremos a mi departamento a comer, está mañana preparé algo para ti— lo miré incrédula.—Tranquila ragazza, no soy ese tipo de persona.Allí fue cuando entendí algo, todos podían endulzarte el oído, manejar el control de tu corazón. Pero nadie podía dejar desapercibido la verdad en su mirada.No, claro que no, Jordan no era ese tipo de persona. Aunque esto era lo que más mi
Caminamos errantes sin consciencia hacia el rumbo más agradable. Acariciando los latidos de nuestro corazón, respiramos, nos movemos pero seguimos siendo nada más que materia, algo que existe, algo que perdura. Elegimos este rumbo por la penetrante persuasión de sentimientos vanos he impenetrables.Apreté mis manos en puño, tense la mandíbula y pensé;«Mierda y mil veces mierda»En ese pequeño instante toda mi seguridad se dreno al carajo, ¿qué hacían ellos aquí?, ¿Por qué habían vuelto?, no entendía y ciertamente no quería hacerlo. Lo que parecía un efímero momento incomodo, paso a ser no más que una marea de sentimientos negativos.— ¿Quién eres? — Le preguntó la morena a Jordan. Estaba por responderle cuando este se me adelanto.— Solo soy un amigo, ¿y ustedes?— No me paso desapercibida la mirada que Matt le tenía al pelinegro, para ser honestos ambos se estaban mirando de una forma poco amigable—Yo soy su mejor amiga y el es su…—Novio.Casi me atraganto con mi propia saliva cuan
Descubrí que él era fuerte. Descubrí que guardaba mil cristales rotos detrás de su sonrisa. Pero también entendí que aclamaba gotas de reconocimiento a la nube que se colocaba sobre él. Entendí que brillaba tan fuerte como la energía del sol, brillo que cada capa de falsedad cubría. Rostros falsos para proteger un polluelo noble, barreras, puertas hechas de concreto con las finas lágrimas, lágrimas efímeras, pertenecientes a las noches más grávidas, ásperas y e insufribles.Anhelaba abrir capa por capa, desvelar lo que cubría quien era. Anhelaba desnudarle el alma, contar sus errores e indiferencias y hacerlas mías. Cargar con él, el peso de la vida.Porque hay almas que vale la pena comprender, apreciar. Y sobre todo, aceptar.Me sentía sumamente somnolienta, no lograba apreciar ningún tipo de dolor, pero mi cuerpo seguía de cierta forma, entumido.Abrí los ojos lentamente, Ya estaba familiarizada con este sentimiento.«De nuevo en el hospital»−Por fin despiertas—. Giré mi cabeza en
No podía dormir, mi vista estaba fija en el techo pensando una y otra vez en las cosas que pude haber hecho bien, y es qué a veces, lo que más duele no es fallarle a los demás si no, fallarte a ti mismo. Eran exactamente las cuatro de la mañana, dentro de dos horas debía levantarme y prepárame para ir al colegio, reí falsamente al pensar en ello.Me sentía cansada, no había parte de mi cuerpo que no quisiera descansar, pero no podía permitírmelo. Los exámenes estaban a la vuelta de la esquina, los trabajos de Logan y Diana debían estar terminados para la fecha de entrega. Toda mi vida era una completa mierda.— Quiero que esto termine—menciono para después envolverme en un manto de inconciencia y oscuridad.Una vez más estaba aquí, frente al espejo, buscando algún defecto, observándome de pies a cabeza.Mi piel es muy blanca, pálida, a menudo mis mejillas se sonrojan sin razón. Mis ojos son azules, y mi cabello negro algo liso hasta más debajo de los hombros, tengo algunas pecas en el
—¿Segura? Cómo docente es mi deber ver por el bienestar de mis alumnos.Asiento con la cabeza.—Todo está perfectamente— quiero golpearme por no haber hablado, pero ¿realmente cambiaría algo?Me giro y salgo del aula. No necesito ir a la cafetería, solo recibiría bulas he insultos por los demás, y no es como si me haga falta engordar más.Voy a los sanitarios que se encuentran en la planta alta, pocas chicas los usan son los más desgastados y desolados de la escuela. El lugar en donde puedo crear el muro que necesito para estar bien, el lugar en donde ellos no pueden dañarme, en dónde nadie puede hacerlo.Pongo mi canción favorita y cierro la puerta una vez llegado. Me miro al espejo y, tiene razón, el profesor tenía razón, siempre luzco cansada, duermo muy poco y por ello siempre tengo estas manchas oscuras debajo de mis ojos.Me dice delgada pero, ¿lo estoy ¿, porque cuando me veo al espejo solo veo a una chica gorda, alguien que está muy lejos de estar como Diana y Amber, su mejor a
Giovanny. Esta situación me empezaba a crear una especie de enojo interior. Más que nada, frustración conmigo mismo. Ella estaba aquí, lo sabía. Y haría cualquier cosa para ponerla a salvo. Habían pasado días desde que me comunicaron la situación. Marcel no hacia más que maldecir por no haber colocado a Amanda bajo llave en su hogar. Me preocupaba el hecho de tener fuera de mi vista a Sera. Su embarazo, necesitaba saber que todo estaba bien. Quedaban aproximadamente cuatro meses para que el bebé naciera. Era increíble que se expusiera a tantas semanas de gestación. —¡oh mio dio è incredibile! Que no puedan encontrarla. Es una mujer embarazada— Apreté el teléfono con fuerza. — Señor, no hay ninguna mujer con su descripción. Mucho menos alguna que se haya presentado en estado de gestación. Lamento mucho la situa... Cuelgo el teléfono. No estoy de humor para este tipo de estupideces. — Giovanny pienso que deberías cambiarte. Estás tomando las cosas demasiado a pecho. ¿No crees? —