Sera. —¡Amanda deja de temblar que me pones más nerviosa!— Repliqué. —¿Cómo no quieres que esté nerviosa? Evadimos a seguridad. Y ahora vamos acompañadas de estos hombres a no se dónde. — Es la parte secreta del aeropuerto. Abordaremos un avión privado. ¿Estás segura? — Claro que estoy segura. Marcel va a matarme. Pero no te dejare ir sola. A parte nadie me conoce. Esta peluca es increíble. Reí para mis adentros. Se miraba bastante obvia. El color algodón de azúcar rosado que llevaba sobre su cabeza, se mantenía esponjada en risos no muy bien elaborados. —¿Y si me piden documentos o algo por el estilo? ¡Todo está controlado! — No lo harán. Mi padre se encargó de ello. A parte, yo llevo el indentificador que le robé a Giovanny. —Pero yo no tengo ide...— Señoritas. Sus documentos por favor. Habíamos llegado a la fila donde todos estaban abordando. La pista. A mí frente había varios hombres y mujeres. Incluso chicos jóvenes haciendo una que otra rabieta. — Ten— respondí secan
Prometo no irme de tu lado nunca”.*Fortaleza*Cuando era niña, solía pensar que al morir, las personas se convertían en estrellas. Y aquellas que más brillo tenían eran quienes habían sido felices, hasta este momento una parte de mi quiere pensar en ello, pero si es así… Suelo cuestionarme si brillaría tanto como otras, o mi brillo sería opaco como algunas.—Tamara, ¿qué haces aquí?— me dí la vuelta para mirar a Isett, tomó asiento a un lado de mí.—Sabes que siempre trato de venir aquí, ver las estrellas, eso me hace sentir…—Libre— concluyó suspirando.Asentí con la cabeza, seguí observando la luna y sus estrellas. Solía subir a las habitaciones finales, una de ellas tenía una gran ventana, claro, con barrotes, el lugar no tenía muebles y hacía un frío del demonio, no obstante, apreciaba tanto la vista que, no me importaba congelarme unos minutos.—Sérgio te está buscando, tu turno entra en diez minutos— recordó la pelinegra, asentí con la cabeza y me puse de pie sin despegar la vi
Corrió a ayudarme, tenía que irme de la habitación, puesto que la encargada de la limpieza tenía tan solo cinco minutos en dejar todo como antes para volver a ser usada por otros clientes. Apoyé mi peso en su cuerpo, me guío hasta una pequeña banca al final del pasillo y me tendió una manta que yacía debajo de esta.—Llamaré a Isett para que me ayude a llevarte arriba, ahora vuelvo— nunca la había visto tan preocupada. Cuando se perdió de mi vista, un fuerte dolor se instaló en mi pecho, el dolor del arrepentimiento. Aguanté mis lágrima y respire profundo, agudizando el dolor de mis costillas.—Parece que te dieron un buen escarmiento.— Levanto la mirada topándome con la última persona que quería ver en estos momentos.—¿Por qué no vas a joder a alguien más Scarleth?.Suelta una carcajada para luego agacharse hasta que su rostro queda frente el mío.—Prefiero joderte a ti, las como tú lo merecen— aprieto mis manos en puño y tenso la quijada.—Creo que ya has olvidado quién eres y de d
Prometo sacarte una sonrisa siempre”.*Al borde del abismo*Eran las cuatro de la mañana y no había dormido absolutamente nada, el cuerpo me dolía y los recuerdos de Cinthia no me dejaban en paz. Me levanté con cuidado de la cama, rebusque mi libreta entre el pequeño buró que yacía a lado de mi cama. Saqué un bolígrafo y empecé a escribir. Solo eran notas, frases y el triste recuerdo de aquellas promesas de las que él me había convencido, cumpliría.No puedo seguir aquí, ya no, nada ni nadie me regresará a mi hermana.- Mis padres deben estar destrozados, al igual que mi alma- susurré dejando libre el camino a varias lágrimas.Mi familia no era rica, teníamos lo suficientemente, nunca nos sobró, pero tampoco nos faltó, desde pequeña sobresalía por mi inusual belleza, a diferencia de otras Alemanas mi padre era norteamericano, lo cual me facilitó hablar el idioma.Mi madre sabía que lograría muchas cosas en la vida, cuando tenía doce gané el concurso de mi colegio, “La flor más bella”,
—¿Qué pasó?. ¿Por qué estás tan alterada?.—Sérgio te va ha vender, te va a sacar de aquí junto con otras chicas—su semblante cambió radicalmente. Se dejó caer sobre la silla.—Hay que irnos ahora—Musitó. Asentí con la cabeza. Decidimos que lo mejor era permanecer juntas, era demasiado arriesgado hacerlo solas. Isett creó un código de seguridad para mantener abierta la puerta al club abierta, durante cinco minutos, no habría otra oportunidad, ni más opciones. Solo era eso. Nuestro tiempo.Tomó una mochila y se la colgó al igual que yo. Corrimos a la puerta trasera sabiendo que dos guardias harían el cambio de turno dándonos segundos para cruzar la barda y huir hacía la gran puerta.Tenía los nervios de punta, mis manos temblaban por el miedo a fallar, por el miedo a que algo le pasará a ella y no a mí.Nos agachamos mirando por la pequeña rendija como dos hombres vestidos normalmente, observaban sus relojes y se retiraban.—Ahora— Susurró Isett, salimos corriendo con todas nuestras fu
— Recuerda que tienes cita con el señor Milton a las ocho.— Gracias Margaret, no se que sería sin ti—suspiro y me dejo caer en mi escritorio. Ha sido una mañana realmente estresante, entre consultas, reclamos de pacientes y permisos.— Lo sé, sin mí habrías olvidado tu cabeza en la graduación— se burla.—Te hecharé de menos estos días— le sonreí amablemente. Consideraba a Margaret como una gran amiga, la conocí en la universidad y formamos parte de un gran equipo al hacer nuestro doctorado en la facultad de medicina.Durante este tiempo ambos cambiamos de una forma peculiar por así decirlo, aún recuerdo vagamente a la chica Universitaria rebelde de cabellos multicolor, ahora trabajo día y noche como una colega responsable madre de un niño ejemplar.—Ya merecías unas vacaciones, le harás falta al hospital, pero lo mereces, yo no podría aguantar más de dos años sin un descanso—la ahora castaña hace una mueca de fastidio para previamente tomar unos archivos de mi escritorio.—Bueno, seg
El trayecto fue tranquilo en lo que cabe, vivía en una de las residenciasDe Dream of gold una propiedad privada, me había costado más de lo que debería una casa ahí, sin embargo valía la pena tal capricho.La buena iluminación de las calles me hizo saber que faltaban pocos minutos para llegar, de reojo mire a la acompañante que yacía aún desmayada en la parte trasera de mi auto.Abrí la cochera para meter el auto, no quería que me viesen bajar de este a una mujer, era consciente del tipo de vecinas que podía tener en frente y sobre todo que tan comunicativas llegaban a ser.Bajé del auto dejando mi maletín y otros objetos ahí dentro, lo que me importaba era asegurar la vida de la jóven.Volví a cargarla, no era pesada al contrario éste detalle me hacía dudar que su salud se encontrara del todo bien. Abrí con algo de dificultad la puerta de casa a la cochera, recorrí a oscuras el pasillo.A buena hora se me había ocurrido apagar todas las luces en la mañana.Una vez dí con el aparador
*Desesperación*Abro los ojos al escuchar unos gritos desgarradores, me levanto rápidamente de la cama y corro a la habitación de a lado. La chica de cabellera blanca se remueve violentamente sobre la cama, de sus labios salen quejidos, y gritos de auxilio.- No me toquen por favor no- lágrimas tras lágrimas se resbalan por sus mejillas. Nunca había visto a una chica llorar tanto estando aún inconsciente, sin saber que hacer o cómo reaccionar tomo la suave y pálida mano acariciándola, tratando de alejarme aquellas pesadillas quienes amenazan con irrumpir en sus sueños.- Tranquila todo estará bien- murmuro por lo bajo, dejo escapar un suspiro.¿Quién es esta chica?, ¿qué le pudo haber pasado para atentar contra su vida?. Miro el reloj de mi muñeca, pasan de las seis de la mañana por más que intente dormir hacerlo sería en vano, su respiración es lenta, se ha calmado y ahora parece serena. Busco en mi armario algunas prendas para darme una ducha caliente.Una parte de mí, la egoísta qu