Trevor apretó la mandíbula, ¿Por qué se ha congelado de esa manera? Se preguntó un poco incómodo, ¿Acaso no quería verlo ahí? Se cuestionó, pero eso lo molestó, ¿Acaso creía ella que la dejaría sin más llevando a su hijo en su vientre? ―¡Karman! ¡Karman! ¡Karman! ―Los aplausos y los gritos de sus f
―Karman. ―Un chico se acercó a ella. ―Estuviste impresionante. ―La elogió. ―Soy muy fan de tu música y de ti como persona. ―La miró a los ojos. ―Soy un importante empresario, solo para que no me temas. ―Le mostró las manos. ―Y de verdad me gustaría invitarte a salir, había hablado en múltiples ocasi
Vergüenza, eso es lo que siente Karman al caminar por donde sea con veinte hombres armados, rodeándola como si fuera lo más preciado que hay en el mundo. Trevor supo como fastidiarla y lo odia por eso, es un exagerado a ponerle tantos hombres para cuidar de ella y lo peor es que no se limitó a los s
―Es muy delgada y bajita, no esperes que tenga un vientre grande. ―Trevor no dijo nada, es lo que desea para que esa mujer deje de estar saltando y brincando, jamás se queda quieta. ―Me dijo Maribella que ordenó pintar la casa de amarillo. ―Por supuesto. ―Karman entró a la oficina. ―El amarillo es
―¿Cómo puedes vivir con el dolor de perder a la mujer que amas? ―Karman no lo miró. ―Siempre te veo tan centrado, tan normal… es como si no te doliera, como si lo hubieras superado del todo. ―Trevor apretó la mandíbula, el primer acercamiento entre los dos y es para hablar de dolor, sin duda esa hum
Greta miró a su alfa, él había evadido la conversación antes, pero ahora ella no estaba dispuesta, debía iniciarla, sabe perfectamente que la humana se aparecerá en cualquier momento y debe escuchar la conversación. ―Puedes retirarte. ―Trevor la miró con advertencia. ―Alfa, no puede tenerla así. ―
Incómodo, así resulta estar cerca uno del otro, Karman no quiere saber absolutamente nada de Trevor y él mantiene su distancia, no tiene obligación de estar tras de ella para explicarle las cosas, eso pensó en el primer momento, pero ahora le resulta insoportable que ni siquiera lo mire. Intenta ll
―¡Sí, señor! ―Contestaron todos en coro, rígidos y mirando al frente como si estuvieran en la milicia. ―Bien, pueden irse, cuiden bien de ella y que nadie, absolutamente nadie se le acerque, el enemigo está tranquilo, pero pueden atacar cuando menos lo pensamos. ―Los hombres se dispersaron para cub