Edmundo Méndez es un apuesto viudo de unos cuarenta y ocho años, de 1.75 metros, tez blanca, ojos color verde, nariz respingada, labios finos y abundante cabellera castaña con algunas canas, es juicioso a la hora de ejercitarse, por lo que mantiene su cuerpo en forma. Es un prestigioso arquitecto del bufete de arquitectos más grande de la ciudad. Desde la muerte de su esposa no ha tenido relación seria y formal, de vez en cuando tiene encuentros casuales, sin ningún compromiso.
En ocasiones, gustosamente se encarga de guiar y preparar a los nuevos arquitectos del bufete, esta vez estará a cargo de un joven apasionado de veinticinco años, de 1.85 mts., delgado, piel blanca, ojos cafés, nariz romana, labios carnosos, barba y cabello oscuro, quien lleva por nombre Rubén Dos Santos. Desde un principio ambos se llevaban bastante bien, Rubén admiraba y se sentía atraído hacia su mentor, mientras que Edmundo disfrutaba orientar y pasar tiempo con tan entusiasta joven, poco a poco empeAvril se encontraba leyendo un libro en voz alta en la habitación del paciente misterioso, le gustaba hacerlo, creía que en lo más profundo de su sueño él podía escucharla leerle Orgullo y Prejuicio, una de sus novelas favoritas. Había transcurrido una semana desde que éste había estado bajo sus atenciones; todos los días ella lo visitaba y le leía, en las horas que podía.Su lectura se ve interrumpida al escuchar algunas quejas quedadas del hombre, quien también empieza a moverse y a abrir lentamente sus ojos. La visión borrosa empieza a aclararse poco a poco y observa a una chica de piel canela y labios de muñeca acercarse cuidadosamente, posar su mano en su brazo y hablarle casi en un susurro.—¡Hola! Qué bueno que estás despertando. No hagas esfuerzo, iré a buscar al doctor. —Avril salió corriendo de la habitación.Al poco rato vuelve con el médico, un hombre algo mayor. Lo examina minuciosamente.—Bienvenido de vuelta señor... —El paciente asiente.—¿Cómo lo
Algunos días habían transcurrido desde que Alexander despertó, su rostro poco a poco se desinflamaba y los moretones se disipaban, dejando ver sus facciones con el paso de los días; con algunos ejercicios y fisioterapia estaba recobrando su movilidad habitual, que, aunque no estuvo tanto tiempo en coma, bastó para atrofiar algunos músculos de su cuerpo. Albert seguía quedándose en las noches a cuidar de él, en caso de no poder lo hacía Frank, Avril o Corina; sus padres aún no estaban enterados de lo sucedido y Charlotte tenía poco tiempo de haberlo hecho, pero Alexander le insistió en que no era necesario que dejara España por él. Faltaban pocos días para la inauguración del casino, lo que marcaría el final del proyecto, la fecha de éste evento tenía tanto a Corina como a Albert ansiosos. Ellos no habían dejado de comunicarse todo este tiempo, por llamadas y mensajería instantánea; sin embargo, no coincidieron en las visitas que hacían regularmente a Alexander ni tuvieron
Finalmente, había llegado el día en que el proyecto con Albert Bustamante culminaría. Esta noche sería la inauguración del casino, Corina estaría presente en el evento para estar al pendiente de que los detalles pertinentes a su área terminen de salir perfectamente. En su interior, se encontraba muy ansiosa, no sabía qué sucedería entre ella y Albert. En un principio planeó cortar toda relación con él cuando esto culminara, pero temerosamente quiere seguir viéndolo aun cuando se esté haciendo suposiciones erradas de un romance entre Albert y alguna otra mujer. Albert también se sentía ansioso porque nuevamente intentará conquistar a Corina abiertamente, pues, ya no tendrían una relación laboral y sería una excusa menos para que ella aceptara su invitación; aunque se llevan muchísimo mejor, no sabe qué reacción podría tener ella al tocar el tema.Corina se preparó en casa de Diana, las chicas estaban entusiasmadas por éste evento, no estarían presentes pero ayudar a su amig
A avanzadas horas de la mañana Corina trata de abrir sus ojos, se siente débil y con el estómago muy vacío; percibe un desagradable olor a licor en ella que la obliga a levantarse y darse una ducha. Estuvo un largo rato duchándose con agua caliente; al salir cepilló sus dientes y lengua en varias ocasiones, no soportaba ese hedor a borrachera y sentía que salía hasta por sus poros, luego, se colocó otro de sus pequeños vestidos de dormir, se sentó en la cama a peinar su cabello mojado y escuchó un ruido que provenía de la cocina haciéndola exaltar. Desde que se levantó, cada movimiento parecía hacerlo por inercia sin pensar en qué había sucedido el día anterior, aquel sonido la hizo terminar de despertar cayendo en ella todos los recuerdos de la noche, sobre todo los de su borrachera. —¡Oh no! ¿Qué hice? ¿Qué hice? ¿Qué estupidez, hice? —Se decía a sí misma. Se tiró en la cama boca arriba y puso una almohada en su cara para taparla, su vergüenza no tenía comparación. Despu
—Buenas noches linda... —Hola cielo... —Se dan un tierno beso. —¿Vamos? —Albert abre la puerta del auto, ella sube primero y después él.—Buenas noches... —Corina saluda a Frank cuando sube al auto.—Buenas noches señorita Corina...—Cariño, ya conoces a Frank, ¿cierto? —Si, ya nos hemos visto... Cuando Diana estaba hospitalizada.—Bueno, quizás algunas veces Frank pase por ti cuando se me haga tarde, o si necesitas algo puedes pedírselo. —Gracias... Aunque sabes que tengo auto, no quisiera molestarlo por cosas así.—Lo haría con gusto señorita...—Qué testaruda eres... —Albert le muestra su perfecta sonrisa.—Está bien... está bien. Ya veremos...Unos pocos días después de haber iniciado su relación, Albert había quedado en buscar a Corina al salir del trabajo para llevarla visitar a Alexander y conocer su casa. Esta era la primera vez que ella iba, por lo que se sentía algo nerviosa aunque no había una familia que él le presentara; aparte de Lucy y Charlotte, Albert nunca había l
Albert Bustamante entró a su oficina sonriente después de una agotadora junta en la que estuvo toda la mañana; es la hora de almuerzo y su novia lo espera en la oficina para comer juntos.—Hola cariño. ¿Tienes mucho rato esperando? —Se saludan apasionadamente. —No cielo, solo unos cinco minutos... Ya sé que eres el amo de la puntualidad y por eso trato de llegar justo a la hora que acordamos.—Te cuento que estos hombres querían extender la reunión y que almorzáramos en la sala de juntas. Tuve que poner mi cara de perro rabioso... De ninguna manera sacrificaría una cita con mi chica.—¡Oooh! Ella debe ser muy importante.—No te imaginas cuánto...Risueños se sentaron a comer, estaban hambrientos, para el menú de ese día habían acordado pedir comida china.—Esto está delicioso, tenía mucho tiempo que no probaba comida china.—Lucy pide comida de los lugares con mejor sazón, nunca ha defraudado.—Vaya, Lucy tiene una carta para todo.—Si, no sé
A las afueras de la casa de descanso de Albert caía una torrencial lluvia en la madrugada, las gotas de agua se deslizaban por el gran ventanal empañado de la habitación principal, en su interior sólo se escuchan los gemidos y jadeos de un intenso momento de pasión cuando la pareja llegaba a su punto más alto de placer. Habían dormido por pocos ratos, el calor de sus cuerpos desnudos los hacía excitarse nuevamente con rapidez. Albert y Corina habían disfrutado esta noche cada caricia, beso y roce de sus cuerpos; él había despertado en Corina deseos que no conocía, experiencias nuevas que la hacían pedir más y que por supuesto, él estaba dispuesto a complacer.—Cielo, no hemos dormido casi... Nos va a costar levantarnos para ir a trabajar. —Comenta Corina abrazada al pecho de Albert.—¿Quién dijo que vamos a trabajar? No, no, no, usted está secuestrada aquí hasta el domingo. —Corina ríe. —¿Estás hablando en serio?—Si. De camino para acá pensé en quedarnos unos días, ahora con más razó
—Buenos días... ¿Diga? —Dice Albert al contestar una llamada entrante de Alexander.—¡Hola Albert! Soy Alexander. ¿Cómo has estado?—Excelente. ¿A qué se debe tu llamada?—Ya está todo listo para dar inicio a lo acordado, pero necesitaré tu presencia aquí para los trámites legales y todo este papeleo.—¿Dentro cuántos días debo estar allá?—Lo antes posible...—Bien, en dos semana estaré allá, debo dejar todo en orden acá.—Perfecto. Iré coordinando todo. ¿Corina vendrá contigo?—No lo sé aún...—Ok, me estás avisando...Albert estuvo el resto del día pensativo, necesitaba saber qué camino Corina permitiría que tomaran en su relación, él quería una vida juntos pero no sabía qué deseaba ella, nunca lo mencionaba y evitaba esta conversación. Él siempre fue una persona organizada y planificana y no hacer planes con ella le empezaba a causar frustración. Debe viajar a España por un tiempo indefinido, por lo que será el momento de enfrentar la