Querido lector, me disculpas si ahora la encuentras paga de imprevisto, la App lo hace automáticamente. ¡Pero no te preocupes! Esta es una novela corta que solo tendrá 37 capítulos.
—Buenos días... ¿Diga? —Dice Albert al contestar una llamada entrante de Alexander.—¡Hola Albert! Soy Alexander. ¿Cómo has estado?—Excelente. ¿A qué se debe tu llamada?—Ya está todo listo para dar inicio a lo acordado, pero necesitaré tu presencia aquí para los trámites legales y todo este papeleo.—¿Dentro cuántos días debo estar allá?—Lo antes posible...—Bien, en dos semana estaré allá, debo dejar todo en orden acá.—Perfecto. Iré coordinando todo. ¿Corina vendrá contigo?—No lo sé aún...—Ok, me estás avisando...Albert estuvo el resto del día pensativo, necesitaba saber qué camino Corina permitiría que tomaran en su relación, él quería una vida juntos pero no sabía qué deseaba ella, nunca lo mencionaba y evitaba esta conversación. Él siempre fue una persona organizada y planificana y no hacer planes con ella le empezaba a causar frustración. Debe viajar a España por un tiempo indefinido, por lo que será el momento de enfrentar la
Albert pasó su noche en vela, no podía dormir pensando en lo que había sucedido. Envió algunos mensajes al número de Corina sin obtener respuesta, ella los leía pero no quería responder.Albert: Cariño, realmente no fue lo que pareció, Diana te lo explicará todo. A ella le corresponde.Albert: Te amo más que a nada en este mundo, no sería capaz de lastimarte de esa manera, mucho menos después de lo que costó acercarme a ti.Albert: Extraño tu calor...Él estaba realmente afectado, primero su nido de preocupación con respecto a las indecisiones de Corina y ahora estos mal entendido que habían empeorado las cosas.Muy temprano en la mañana Corina despierta debido a los golpes sin detener en la puerta principal de su departamento, había dormido poco, por lo que le costaba abrir sus ojos hinchados por haber llorado tanto. Escuchó la puerta abrirse y unas llaves sonar, Diana tenía llaves de su departamento también, luego los golpes se escuchaban en la puerta de s
Este fin de semana Albert y Corina no se separaron, estuvieron en el departamento de ella sin salir a ningún otro lado, pasando la mayor parte del tiempo acurrucados en la cama. Sin embargo, la actitud evasiva de Corina permaneció igual, lo que mantenía a Albert con una profunda pena oculta.El lunes siguiente, Albert se levantó temprano como de costumbre y salió a trotar mientras Corina se quedaba dormitando un raro más, últimamente parecía estar muy cansada y somnolienta. Generalmente, si se quedaba en el departamento de Corina, cuando él volvía de trotar, el desayuno ya había sido preparado por ella; esta vez aún no se había levantado y a él no le molestó preparar algo para ambos. Se aseó y comenzó a vestirse para irse a trabajar más temprano de lo usual. Miró a un lado a Corina aún dormida en la cama, la contempló por un rato con su corazón acongojado, no sabía qué sucedería con sus caminos después de esta mañana, pues había llegado la hora de enfrentar los temores e in
Transcurrieron algunos días, Albert había tratado de mantener su mente lo más ocupada posible, cada vez que sonaba su teléfono lo miraba inmediatamente esperando que fuera Corina, faltaban 2 días para partir y no había sabido nada de ella. En un impulso de frustración y ansiedad lanzó su teléfono contra una de las paredes de la oficina saliendo por el aire en piezas separadas, el fuerte sonido fue escuchado por Lucy, quien entró inmediatamente a la oficina con suma preocupación. —¿Qué fue eso Albert? —Él la observa con unos ojos llenos de preocupación y el cabello hecho un desastre.—Solo fue un accidente Lucy. No importa. —Lucy había notado el evidente cambio de humor de su jefe en los últimos días, así que supuso que no fue un accidente.—Ok. Entonces, ya le solicitaré uno nuevo...—Déjalo así... De todos modos ella no me hablará... —Lo último lo dijo en voz baja, pero Lucy logró escucharlo.—¿Ella?—¡Oh! Disculpa, pensé en voz alta.—¿Quiere hablar so
Corina llegó a su departamento, silenciosa, distraída, parecía andar aún procesando lo que Rubén le había dicho hacía pocos minutos. Se sirvió un vaso de agua con las manos algo temblorosas, se empezaba a convertir en un nido de emociones. —Corina Méndez, ¿por qué no habías mencionado que te ibas a ver con ese individuo? —Preguntó Diana al darse cuenta de que Corina había llegado.Al poco tiempo, Diana y Avril notaron a su amiga algo extraña.—Cora, ¿qué sucedió allá? ¿Rubén te hizo algo? —Cuestionó Avril con preocupación, mientras Diana estaba atenta, a lo que Corina negó con la cabeza.—No... se portó muy bien... Debo ir ya mismo a hacerme esa prueba de embarazo y buscar a Albert... —Se empezaba a agitar, a caminar de un rado a otro, quería hacer todo a la vez.—Hey, calma. ¿Qué fue lo que te dijo Rubén exactamente? —La detiene Diana sujetándola por los hombros.—¡Rubén nunca pudo ni podrá tener hijos Diana! —Se sorprenden al escuchar eso, después de
Corina observa ensimismada desde la cama hacia la ventana de la habitación cómo a las afueras nubes grises empiezan a formarse. Se exalta cuando escucha a Edmundo entrar de repente con gran preocupación. —¡Cora! ¿Cómo estás hija?—¡Papá! —Edmundo le da un fuerte abrazo y un beso en la frente.—¡Por Dios! Pudiste decirme tan pronto te ingresaron, no debiste esperar dos semanas para eso.Durante las últimas semanas Corina había mantenido comunicación constante con su padre sin informarle sobre lo que estaba viviendo, éste día, después de dos semanas se lo comunicó y sin pensarlo dos veces, él se fue inmediatamente a verla.—Papá, no deberías recibir emociones fuertes. Ya estoy un poco mejor y tu nieto se está fortaleciendo. —Edmundo esboza una gran sonrisa de felicidad al escuchar nuevamente a Corina decir que está mejorando y además, que será abuelo.—Desde que me lo contaste esta mañana, no puedo dejar de pensar que seré abuelo. Felicidades mi princesa...
Charlotte Moncada masajea suavemente los hombros de Albert con sus delicadas manos.—Estás rígido... tenso... —Le susurra seductoramete.—¿Te puedes sentar y dejar de hacer eso? No entiendo por qué lo haces. —Dice Albert un poco incómodo por el tacto de Charlotte.—¿Por qué? ¿Temes que te guste? —Le dice cuando busca sentarse frente a él, éste la mira con dureza.—¿Me explicas por qué esa actitud seductora? —Coloca su taza de café sobre la mesa, están cenando en un lujoso restaurante de la ciudad.—Shhhh, es que están unos amigos de papá con los ojos puestos en nosotros y tengo que hacer creerles que tenemos algún acercamiento romántico. —Albert levanta una ceja y la sigue mirando con dureza.—Sigo sin entender... —¡Oh! Pero qué antipático eres... ¡Felicidades! Ya eres el amargado de hace algunos años atrás, otra vez.—Ajá... ¿Entonces me vas a explicar qué ocurre o no? —Pregunta Albert, a lo que Charlotte resopla.—Es que la nueva ocurrencia de
El avión privado aún no terminaba de detenerse en la pista cuando Albert se encontraba ansioso por bajar, cuando al fin puede bajarse, recoge su equipaje de mano y sale con rapidez; Frank lo esperaba con el auto estacionado cerca del avión en la pista.—Hola sr. Albert. ¡Gusto en verlo! —Albert estrecha su mano.—¡Frank! Es agradable verte de nuevo... —Él abrió la puerta del auto para que Albert subiera.—¿Cómo estuvo su viaje?—Uff, me pareció eterno y bastante agotador.—Fueron muchas horas... ¿Lo llevo a casa para que descanse? —Pregunta Frank poniendo el motor en marcha.—No, necesito que me lleves al departamento de Corina lo más pronto que puedas. —Frank esbozó una sonrisa.—Me alegro que quiera reunirse con la señora Corina, pero ella no está en allá ahora.—¿Cómo? Por la hora supongo que está con Diana o Avril entonces... Si es que las cosas no han cambiado.—Tampoco está allá. Está de viaje. —Claro, no todo podía ser tan fácil. Pensó Albe