El parto de Ivanna se presentó casi un mes después de la fiesta, por enésima vez se encontraba acomodando la habitación del bebé, acompañada de Catherine y Gema.―Ivanna, hija, has revisado cada pequeño detalle de esta habitación cientos de veces, esta limpia, desinfectada, has comprado todo lo necesario, hasta la maleta para ir al hospital está lista, ¿no te parece que deberías descansar?―Abuela, mi mamá sufre del síndrome del nido, no dejara de limpiar y acomodar hasta que nazca el bebé ―dijo Gema.―Me siento bien, mamá y me encanta estar aquí. Te prometo que descansaré más tarde.Ivanna se sentó en la mecedora, enseguida Gema le acercó un banco para que subiera los pies.―Soy tan feliz de vivir este momento contigo y Katerina, el saber que ustedes estarán conmigo en el nacimiento de Williams lo hace más especial aún.―Sí y a mi me dejaron por fuera.―Gema, deja de hacerme sentir culpable para manipular la situación, tienes doce años y no quiero que estes presente en el parto porqu
El cambio en el tono de voz desconcertó a Katerina, no sabiendo que responder huyó de él, regresando a la habitación para volver en poco tiempo con su madre y la monja. Catherine saludó a Alexander y lo presentó a la hermana María, como el hijo del difundo esposo de Katerina. ―Mucho gusto de conocerlo señor Kuznetsov ―saludó la hermana María.―El gusto es mío, hermana, he escuchado mucho de usted ―respondió con amabilidad.Mientras caminaban hacia la sala de espera, Catherine emocionadísima iba relatándole a Katerina todos los pormenores del parto y de su nuevo nieto, como si ella no hubiese estado allí, pensó Katerina sonriendo, pero entendía su felicidad. Ella como madre debió acompañarlas en el nacimiento de Gema y de Alexa, pero no pudo, también se había perdido sus primeros años por lo que ahora tendría la oportunidad de tener un nuevo bebé en sus brazos, de ayudar a criarlo, entendía que Catherine estuviera con Ivanna en estos momentos, estaba feliz con eso. En la sala de espe
Katerina, Ignati y Garald, llegaron al asilo de la hermana María en la mañana, emocionados por ver a sus chicas, como los niños las llamaban, se bajaron del coche, Ignati el más impulsivo corrió lejos del vehículo sin darse cuenta de que la furgoneta de uno de los proveedores de alimentos salía de la parte trasera del edificio. El conductor al ver el chico corriendo frenó, venía a baja velocidad, en realidad el niño nunca estuvo en peligro, pero Katerina se asustó. ―¡Ignati Alexander Kuznetsov, ven acá de inmediato! ―gritó Katerina. El niño asustado volvió al lado de Katerina, ella rara vez lo regañaba fuerte y esa vez uso su voz de “mamá esta brava”, en realidad, no estaba brava sino que el miedo la descontroló, su cuerpo en especial las piernas le temblaban. Pensó que la furgoneta lo atropellaría. Cuando tuvo al niño al alcance de sus manos, lo abrazó con fuerza. ―No vuelvas a salir de un coche corriendo, te puedes lastimar, me asustaste mucho ―regañó Katerina con voz temblorosa.
Katerina se apasionó con la fotografía, había tantos lugares interesantes que plasmar en imágenes, tantas emociones reflejadas en los rostros de las personas que transitaban a su lado, que pasaba el día entero tomando fotos. Pensaba que las cámaras digitales eran un invento fabuloso, ya tenía cientos de fotografías archivadas en su computador.Una tarde, estaba sentada con Ivanna viendo unas fotos que había tomado al pequeño Billy, cuando Gael entró a la sala acompañado de Ian McDonald. Gael saludó a su esposa con un beso intenso que hizo ruborizar a Ivanna y a ella por igual. Ian sonrió ante su timidez, cuando le preguntó que hacían, ella se explayó en contarle lo de su curso de fotografía y de las fotos que le había tomado a su sobrino, su timidez se evaporó al contarle sobre su nueva pasión.Ian acercó su cabeza a la de Katerina para observar las fotos del bebé, turbada ante su cercanía, le pasó la cámara para separarse de él. Sin querer rozó sus dedos y se ruborizó de nuevo avergo
Katerina estuvo unos días muy pensativa, definitivamente amaba a Alexander, siempre lo había amado y siempre lo amaría. También amaba a Ignati, lo consideraba como su hijo, aunque Irina le había dado la vida, era ella quien había estado con él cada día de su vida. Sin embargo, no tenía ningún derecho legal sobre el niño, era hijo de Alexander, debía pensar muy bien sus acciones, porque las decisiones que tomara afectarían no solo al niño, sino también a Garald, Damien y Alexa que eran los más pequeños. Por otra parte, ahora que sabía que Alexander sentía algo por ella, tenía la esperanza de alcanzar un poquito de felicidad a su lado. No como su esposa, eso estaba descartado, pero a lo mejor podían mantener una relación secreta sin que nadie lo supiera, así no tendrían que dar explicaciones y ser juzgado. Katerina había aceptado que su futuro estaba en Inglaterra, nunca volvería a su país. No había nada allí que la retuviese, su madre y su hermana, que era la familia que le importaba,
Unos segundos después, para sorpresa de Katerina, Alexander regresó, solo con los calzoncillos puestos, fue a la puerta de entrada de la habitación y la aseguró. Cuando regresó a su lado, colocó dos pequeños paquetes en la mesa de noche, apagó la lámpara, dejando que el reflejo de la luna iluminara la estancia de manera tenue, la tomó de la mano y la beso con pasión.Katerina sintió su alma florecer y bailar de alegría, poco a poco, fue empujándola hasta que sus piernas tropezaron con el borde de la cama. Alexander tomó el borde del camisón y lo subió hasta sacarlo por la cabeza, paseando su mirada por los pechos generosos, bajó la mirada hacía su cintura, se paseó por su abdomen ligeramente redondeado, hasta llegar a su pubis. En un movimiento rápido, se quitó los calzoncillos hasta quedar desnudo, volvió al ataque besándola hasta dejarla sin respiración, sus manos la guiaron hasta la cama donde quedó tendida, él se acostó a su lado, recorriendo su cuerpo con sus manos, diciéndole lo
La confesión dejo perplejo a Alexander, no necesitaba pedir más explicaciones. Al principio no entendió lo que ella quiso decir, de repente ató cabos, dedujo que él era el hombre que ella amaba, siempre había sido él, por eso ella lo esquivaba, por eso nunca lo miraba.En ese momento no supo que decir, necesitaba pensar, descubrir cuáles eran sus sentimientos hacía Katerina, ponerle nombre a eso que sentía, prefirió dejarlo pasar hasta aclararse.Katerina no quería levantar la mirada, estaba sumamente apenada, no quería ver la compasión en su rostro.―¿Por qué no me llamaste?, Yo te hubiese curado y las cicatrices hubiesen sido mínimas, te hubiese sacado de allí, no hubiese permitido que el maltrato continuara.―Me daba vergüenza ―admitió ella.―¿Por qué?, tú no tenías nada de lo que avergonzarte.―Ahora lo sé, Vladimir siempre me decía que era mi culpa por no amarlo, por sacar lo peor de su carácter. En ese momento sentía culpa y miedo todo el tiempo.―Lo lamento ―dijo Alexander.―N
Katerina y Alexander se convirtieron en amantes, de día continuaron con sus rutinas se trataban con amabilidad y distancia. De noche en cuanto cada uno llegaba a su habitación, y se cerraban la puerta de entrada de cada aposento, se abría la puerta que conectaba las dos habitaciones y se dejaban arrastra por una pasión desbordaba y sin límites.Katerina nunca se imaginó que el sexo con el hombre correcto pudiera hacer que tocara el cielo, que sintiera la más absoluta felicidad y la más completa plenitud. Era una amante exigente y divertida que volvía tan loco a Alexander que muchas veces la joven tuvo que poner sus manos en la boca de él para que sus gemidos no advirtieran a todos de lo que sucedía a puerta cerrada. Desde un inicio acordaron que debían ser muy cuidadosos, sin embargo, una persona descubrió su secreto.Fedora su doncella comenzó a sospechar al ver el brillo en los ojos de Katerina, y las sonrisas que no podía ocultar. Además de pequeños detalles que solo alguien muy ob