Capítulo 73

La única alegría en la vida de Katerina era su hija Alexa. Una niña hermosa, feliz, llena de vida y muy inteligente. Desde muy pequeña, Amelia Davies, la instructora de inglés de los niños y ella, se esforzaron en enseñarle el idioma. Alexa absorbía los conocimientos, a pesar de solo tener cinco años, leía en inglés mejor que sus hermanos. Su compañero de juego era su hermano Damien, con quien solo se llevaba un par de meses de diferencia, corrían por los jardines haciendo travesuras y persiguiendo a sus hermanos mayores. Vladimir sonreía indulgente, ante las quejas de sus hermanas de las travesuras que ese par era capaz de hacer.

Después de aquella noche en la que Vladimir la pateó, Katerina se volvió un témpano de hielo con su esposo. A pesar de que él intentó ganársela no había modo de que ella pudiera perdonarlo, ni sentir el más mínimo afecto hacia él. Vladimir entendió que las palabras que ella le gritó esa noche era la más absoluta verdad.

Katerina nunca podría amarlo.

El renco
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