Había pasado un mes desde la muerte del Vladimir cuando Alexander le dio la noticia de que su madre la esperaba en uno de los salones del primer piso. Katerina se tensó, no quería verla, ¿Cómo podía su madre pensar que ella quisiera verla después de tantos años de abandono? Acostumbrada como estaba, a no expresar sus emociones, su rostro no reflejó el dolor que sentía al pensar en su mamá, permaneció sin expresión alguna, obedientemente siguió a Alexander, hasta donde estaba su inesperada visitante. Antes de entrar al salón, Alexander se volvió, escrutándola con la mirada―¿Estás bien?―Sí, solo un poco desconcertada de que mi madre quiera verme después de tantos años.―Todo tiene una razón de ser, pero deberá ser ella quien te lo explique, ya lo hizo conmigo, no pienses que la dejaría verte sin estar seguro de que será beneficioso para ti.Alexander levantó una mano con la intención de tomar la suya en un apretón reconfortante, al percatarse de sus intenciones Katerina se echó para a
Iván Smirnov se paseaba impaciente por el salón ante la mirada curiosa de Jelena, su hija menor. En el otro extremo del lujoso salón la nana de Karlen trataba inútilmente de mantener tranquilo a su hijo. El niño era un terremoto andante, pero por ser su único hijo varón Iván disculpaba y justificaba su comportamiento.―Papá, ¿por qué nunca vinimos a conocer a mi hermana, Katerina? ―preguntó Jelena―Porque su esposo era un hombre muy importante y casi no pasaba el tiempo aquí, sino viajando por Europa. ―Mintió el señor Smirnov.―Ahora que su esposo murió, ¿vendrá a vivir con nosotros? ―preguntó la niña.―No, el lugar de una mujer está en casa de su marido.―Sí, papá, me lo has dicho muchas veces, pero pensé que podía ayudarnos con la crianza de Karlen. Es muy travieso y a veces pienso que es porque le hace falta mamá.―Yo creo lo mismo, Jelena. Sin embargo, no necesitamos a tu hermana para criar a Karlen, contigo es suficiente, lo atiendes muy bien, hija, sé que aún eres una niña, pero
Katerina sintió que iba a explotar, se acercó a su padre con los ojos echando chispas, quería gritarle todo lo que le había costado esa posición acomodada. Su vida, sus ilusiones y sus sueños rotos, debajo de la bota del esposo que su padre escogió para ella.En ese momento, Alexander entró en el salón, seguido de Dimitri. Los ojos furiosos y llenos de dolor de la joven viuda se anclaron en los del hermano mayor. ―¿Estás bien, Katerina?Katerina cerró los ojos y respiró con profundidad antes de asentir, agradeció la llegada de los hombres, evitaron que ella le demostrara a su padre todo el dolor que le había causado, él no merecía saber nada de su vida.Alexander estaba furioso, al llegar al palacio, un sirviente les había informado de la visita del señor Smirnov, el muy cretino creía que podía desobedecer sus órdenes, con mucha claridad le había advertido que se mantuviera alejado de Katerina.―Iván ¿Qué hace usted aquí? ―preguntó en voz baja y amenazadora.―Vine a darle consuelo
Katerina terminó su relato con lo acontecido la noche en que llegaron a Londres.Varios días le tomó contar su vida desde que se separaron hasta ese momento. Durante esos días Ivanna había llorado en silencio en la mayor parte de su historia, al punto de que en un momento Katerina tomó la decisión de contar nada más. Ivanna se opuso, pensó que ella necesitaba saberlo y su hermana necesitaba contarlo porque llevaba eso encerrado dentro de sí misma y para poder sanar tenía que sacarlo.El llanto de Ivanna era un llanto cargado de culpa y dolor, las lágrimas rodaron por sus mejillas sin emitir ningún sollozo que pudiera interrumpir el viaje de su hermana al pasado. No sabía cómo era posible que su hermana no la odiara, sentía que por su culpa la vida de Katerina había sido un infierno.En los momentos más difíciles de contra, donde la voz de Katerina se había quebrado de dolor, Ivanna la había tomado de la mano tratando de consolarla, de transmitirle fuerza con esa simple acción. Quería
Al regresar a Londres Alexander sorprendió a Katerina con la noticia de que había comprado una casa. Una muy grande para albergar a toda la familia porque sabía que necesitaban tener el espacio suficiente poder recibir a todos los chicos. A pesar de que Konstantin y Damien estudiaban en internados, Alexander después de consultarlo con Katerina les daría la opción de vivir con ellos y estudiar en escuelas cercanas. Al morir su padre él era su tutor legal y al residir en Londres no había la necesidad de estar internos. Aún no le había dicho nada a Damien ni a Alexa, esperaría que llegaran los demás niños.Mientras Alexa, Damien e Ignati corrían por las escaleras para escoger una habitación, seguidos por Olga y Fedora. Alexander se volteó a mirar a Katerina.―Esta casa es para ti, la compré a tu nombre, quiero que tengas un hogar que sea tuyo, donde puedas tomar las decisiones que creas conveniente, que la decores a tu gusto. Considéralo parte de lo que te debía mi padre. Esta casa tien
Con la ayuda de Gael, Alexander pudo inscribir a sus hermanos en una prestigiosa escuela privada que quedaba bastante cerca de donde vivían. En ese lugar había estudiado Gael y conservaba buenos recuerdos y muchas amistades, por lo que el director aceptó a los nuevos chicos. Al día siguiente, salieron de comprar lo necesario para el inicio del nuevo año escolar. Katerina, acompañada de todos los chicos Kuznetsov, acordó encontrarse con Catherine Ivanna y Gema en Harrod´s. Estaban sentados en un café que se encontraba dentro del gran almacén cuando llegó Ivanna con Gema y su abuela. Los chicos que estaban charlando y riendo callaron al ver a la jovencita. El silencio producto del asombro era cómico, mientras alternaban la mirada entre Gema y Alexa. Damien rompió a reír, los demás sonrieron apenados por quedarse mirando a la chica. Konstantin no podía despegar los ojos de ella, se ruborizó, tosió, perdiendo la compostura, sus hermanos se rieron de él, viendo su torpeza ante la chica. Se
Alexander separó su mano de la suya sacando a Katerina de sus pensamientos, se giró para mirarla de frente antes de decir:―¿Sabes quién te puede ayudar con el proyecto de rescate de chicas rusas? ―preguntó de repente.―No, ¿quién? ―respondió Katerina.―Ágata, ella trabaja en una organización que ayuda a mujeres maltratadas o en situación de calle.―¿En serio?, no lo sabía ―dijo con el asombro reflejado en su voz.La esposa de Dimitri despertaba su admiración, ahora más aun sabiendo que a pesar de su posición social tan privilegiada se ocupaba de ayudar a las menos favorecidas.―En nuestra casa no se hablaba de eso porque papá no estaba de acuerdo en muchas de las cosas que Ágata hace, pero al mismo tiempo no se atrevía a cuestionarla para no ofender a su padre.―La llamaré en cuanto pueda, siempre ha sido amable conmigo, aunque no he hablado mucho con ella.―Hazlo, estará feliz de poder ayudarte ―ratificó Alexander―. El otro día conversábamos y sé que tiene algunos casos de chicas q
Ivanna estaba feliz, Katerina y ella iban al refugio de la hermana María. Como estaba en último trimestre de embarazo cada día le era más difícil cumplir con el trabajo voluntario que realizaba en ese lugar. Y no era que la hermana le exigiera que cumpliera, era su naturaleza compasiva la que la impulsaba a ir cada a ir al refugio.La hermana María recibió a Katerina con los brazos abiertos, Ivanna le había contado parte de la vida de su hermana y su corazón se condolió por el infierno vivido por la joven viuda.―Llegas a tiempo, jovencita, tu hermana ya no puede con esa barriga, así que harás tu trabajo y el de ella.―Vine a ayudar ―respondió Katerina ―lo que usted me pida de seguro estará bien.―No hay mejor cura para un corazón roto que el trabajo.―No amaba a mi esposo… ―dijo Katerina sin pensar.―¿Y quien hablaba de tu esposo, niña?Katerina sonrió, la hermana era más perspicaz de lo que pensó.Una vez más ocupó el lugar de Ivanna, pero esa vez no le importó, le encantaba estar a