Segunda Parte
Katerina estaba nerviosa, en ese momento no sabía si quería ver a su hermana después de tantos años. Al principio estaba furiosa con ella, sentía que la había obligado a vivir su destino, después al pensar en frío las cosas, se dio cuenta de que Ivanna no podía saber lo que ocurriría y su ira pasó. Aunque aún no estaba segura de que decirle cuando se vieran, había pasado tanto tiempo desde que eran unas niñas pequeñas que todo se lo contaban. Su hermana había sido su mejor amiga en su niñez y ahora tenía dudas de cómo tratarla, para ella era una completa extraña, una desconocida. Si bien era cierto que la había extrañado un mundo cuando se marchó, ahora no sabía qué sentir con respecto a Ivanna. Después de casarse con Vladimir el rencor anidó en su pecho durante
Katerina lloró largo rato, sus sollozos fueron bajando de intensidad hasta que solo hipó, se sentía agotada, pero en calma la tormenta había pasado. Levantó su cabeza y se dio cuenta de que estaba recostada en las piernas de su hermana, mientras esta acariciaba su cabello. Se tensó por haber perdido el control, durante un segundo pensó que Vladimir se enfadaría. Al recordar que estaba muerto y de que estaba con su madre y con Ivanna se relajó. Katya le acercó un vaso con agua, se sentó para tomarlo y de inmediato un gato naranja, se subió y se acomodó entre ella y su hermana, sorprendiéndola.―No te preocupes por él, es Sasha, el gato de Gema y mi eterno protector ―explicó Ivanna acariciándolo por el lomo.―Es hermoso ―dijo Katerina acariciándolo con suavidad.―¿Te sientes mejor? ―preguntó Ivanna, en su mirada se reflejaba l
En el estudio de su casa, Gael, miraba al hombre sentado frente así con recelo, pensaba que este era el hijo del hombre que secuestró a su mujer y aterrorizó a su hija. Alexander le devolvió la mirada con la misma desconfianza, por su parte, pensaba que Gael debía odiarlo por como actuó Vladimir con su familia.―Mis hermanos y yo no participamos en las acciones de nuestro padre, ni nos enteramos de sus intenciones. De haberlo sabido habríamos hecho todo lo posible por evitarlo ―soltó Alexander de repente.―Es bueno saberlo ―contestó Gael suspirando―, es difícil para mí no estar a la defensiva después del secuestro de mi mujer y la muerte de tu padre. Cuando asumiste la posición de cabeza de familia te investigué. Sé que estudiaste en un internado en Inglaterra desde los once años, te graduaste de medicina en Oxford con honores, acababas de terminar la especia
Ivanna estaba parada en la puerta despidiendo a su familia. No quería que se fueran, le daba miedo despertar y ver que todo fue un sueño. No tuvo suficientes abrazos ni confidencias, su hermana era un fantasma de la niña que creció con ella. Le constaba reconocer en esa mujer seria y formal a la niña risueña y traviesa que fue en el pasado. Su corazón dolía al pensar en todo lo que tuvo que sufrir para cambiar tanto. Sentía un peso en el corazón cada vez que la veía sonreír y darse cuenta de que la sonrisa jamás le llegaba a los ojos. ¿Qué le había hecho Vladimir para quebrarla? Porque estaba segura de que solo cuando alguien se rompe es que es posible transformarse en otra persona tan diferente.―Volverán mañana, amor mío ―dijo Gael.―Mi ser consciente está segura de que volverán, pero por dentro tengo miedo de que desapare
Katerina miraba por la ventana sumida en sus pensamientos, el camino hacia la finca de los suegros de su hermana en Bristol era largo, pero tan hermoso que no se le hizo pesado. Los días se pasaron volando con el torrente de actividades que había realizado al lado de su madre, su hermana y su sobrina. Cada noche, ella y Alexa llegaban al ático agotadas.Había visto poco a Alexander, al parecer él también había estado muy ocupado arreglando las cosas para la estadía en Bristol. Él se había postulado para el puesto de cardiocirujano en el hospital Saint Thomas y obtuvo el cargo. También estaba en la búsqueda de colegios para Alexa, Ignati y sus hermanos más pequeños. Una casa nueva y un montón de cosas más porque todos los hermanos Kuznetsov a excepción de Dimitri se mudarían a Inglaterra. Estaba contenta de que la familia se mantuviera unida, ten&
Katerina tenía catorce años la primera vez que vio a Alexander Kuznetsov. No sabía quién era, pero le pareció el joven más guapo y que había visto en su corta y protegida vida. Charlaba con Ivanna y varias de sus primas, cuando él entró al salón de baile de la casa de su tío Bogdan en Moscú. Sus miradas se encontraron y los ojos verdes del chico la evaluaron de arriba abajo para después regresar hasta a sus ojos. Le regaló una gran sonrisa antes de girarse y desaparecer por donde había llegado. Katerina sintió que todos los sonidos se desvanecieron a su alrededor, antes de regresar con más intensidad. Las chicas reían coquetas buscando un chico que las sacase a bailar, muchas como Ivanna y ella misma, era la primera vez que acudían a una fiesta formal. En sus trajes largos se sentían como jóvenes princesas en busca de un príncipe q
Durante los siguientes tres años, con el apoyo de Bogdan y principalmente de Vladimir, Iván acumuló una enorme fortuna entrando en el selecto grupo de los muy ricos. Iván compró una mansión que más que un hogar parecía un gran hotel, con tanta servidumbre que era casi imposible tener un momento de intimidad. Su padre daba grandes fiestas donde se hacían negocios y se estrechaban lazos con otras familias de la alta sociedad rusa. Fueron muchas las oportunidades donde Katerina se encontró con Alexander y Dimitri. Los chicos aunque eran corteses con ella, distaban mucho de ser tan espontáneos y amigables como lo fueron la noche en la que se conocieron. Katerina miraba a Alexander desde lejos sin atreverse a acercarse y soñando con que algún día él se enamoraría de ella.Por su parte, Alexander intentaba mantener la distancia, pero era una tarea titánica el logra
Las celebraciones de la boda comenzaron con la despedida de soltera de Katerina. Gunila se proclamó como la organizadora del evento, y como Katya y Katerina estaban en contra de la boda, no les importó dejarlo todo en manos de la prima de Vladimir. La mujer apareció un día en casa de la novia con una asistente, y ante la indiferente mirada de Katerina comenzó a planear la despedida de soltera.Iván Smirnov no escatimó en gastos para hacer de la boda de su hija un acontecimiento de lujo, no por amor a Katerina, sino porque pensaba que cuanto más lujosa fuese la celebración más crecería su prestigio ante sus socios y conocidos de negocios.Los trajes de Katerina y de Katya, para todos los eventos a los que asistieron relacionado con el matrimonio fueron realizados por una famosa diseñadora parisina. La comida hecha por los mejoren chef traídos desde Francia. Los regalos y detalles para los invitados fueron impresionantes.Sus parientes comentaban emocionados lo lujoso de la boda. Las ch
Al terminar la ceremonia, el fotógrafo comenzó a tomar las fotos de rigor. Las últimas fueron tomadas a la salida de la iglesia. La sesión fue larga, hacía calor por ser verano, el vestido pesaba una tonelada y Katerina había dejado de comer unos días atrás. Empezó a ver puntos negros por lo que no tuvo más remedio que aferrarse al brazo de Vladimir. Él miró su cara y dio por concluida la sesión. La tomó de la cintura y con disimuló la ayudo a llegar a la limusina que estaba aparcada en la puerta de la iglesia. Cuando el chofer cerró la puerta del vehículo se giró hacia ella y preguntó:―¿Qué tienes, preciosa mía? Estás pálida.―Estoy mareada, había mucho calor y como estaba nerviosa no comí esta mañana.Vladimir se acercó a la neverita de la limusina y sacó una botella de jugo, la abrió y le puso una pajilla.―Tómate esto, te sentirás mejor.Katerina se tomó el jugo a grandes sorbos, y recobró un poco el color de su semblante.Vladimir la tomó de la mano y se dio un suave beso en la