Su segundo año de la maestría fue más intenso que el primero. La presión de entregar una tesis de alto nivel, más sus salidas con Jules, la mantuvieron casi todo el año en los Estados Unidos.Acababa de entregar su último trabajo para terminar sus estudios cuando recibió una llamada de su madre.―Hola cariño ―saludó Ivanna con voz temblorosa.―Mamá, ¿qué ocurre? ―preguntó Gema ante la voz llorosa de su madre.―Es la señora Petrov, bebé, murió mientras dormía.Gema se dejó caer en el sofá y con una mano se tapó la cara, su llanto desconsolado asustó a Claudia que se acercó preocupada porque Gema nunca lloraba, era la persona más serena que conocía.―Lo lamento, cariño, sé cuánto significaba la señora Petrov para ti, espero que puedas venir al funeral.―Iré, mamá, necesito estar allí, lamento mucho haber estado ausente este año.―Todos lo entendimos, ella en especial, tenías asuntos que solo tú podías resolver.Acongojada, regresó a casa para el funeral de su abuela honoraria . Al llega
Alexa acababa de terminar la carrera de medicina y comenzó a hacer la residencia en Londres. Estaba comprometida para casarse el Día de San Valentín con un médico ruso. Había conocido a Nikolái, su prometido, a través de Alexander, era un joven médico de veintiocho años especialista en el hospital donde este trabajaba.La boda de Alexa fue un acontecimiento familiar, bonito y tradicional, que duró dos días y al que la familia Kuznetsov acudió al completo. Durante el primer día se celebró la ceremonia civil comenzando en la mañana con el rescate de la novia. Nikolái superó la yincana que idearon las amigas de Alexa y le entregó a su prometida un ramo de flores como muestra de su amor. Después de eso se celebró la ceremonia civil en un conocido hotel de la ciudad. Gema escrutó a las invitadas esperando ver a la rubia que vivía con Konstantin, pero al ver que no estaba presente pudo relajarse y disfrutar. El segundo día se celebró boda eclesiástica, Alexa lucía hermosa y muy enamorada d
Konstantin respiró profundo y con paso decidido entró al salón donde se celebraría el banquete de bodas, lamentó mucho haberse perdido la ceremonia eclesiástica, pero tuvo una emergencia con uno de sus pequeños pacientes y no pudo dejarlo hasta que lo estabilizó. Ese era el precio que pagar por haber escogido esa profesión y que no cambiaría por nada del mundo, amaba ser médico. Una vez que traspasó las puertas paseó la mirada por el lugar porque sabía que Gema estaría allí. A pesar de todo el tiempo que había transcurrido desde la última vez que la vio en el funeral de la señora Petrov se sintió como el día en que la conoció: emocionado y ansioso.Su mirada la buscó hasta encontrarla, estaba hablando con Ivanna. Como si presintiera que él la miraba, Gema levantó sus ojos y sus miradas se cruzaron. Como siempre ocurría no podían dejar de mirarse, era como si al hacer contacto visual un hilo los encadenara y solo podían romperlo cuando alguien o algo tiraba de alguno de los dos. En su
Konstantin, salió del hospital agotado, tuvo guardia de veinticuatro horas y llevaba casi cuarenta y ocho horas sin dormir. Entre la pelea con Sophie, la emergencia de su paciente, la boda de su hermana y la guardia se sentía como si lo hubiera pisado un elefante. Sonrió con tristeza, se le estaba pegando las frases de sus pacientes, ninguno de sus chiquillos los había pisado un elefante, pero tenían mucha imaginación, Se preguntó que habría ocurrido con Sophie que no se presentó a la guardia, el jefe de residencia comentó que había tenido un problema familiar y tomó dos días de los que le debían de vacaciones. Entró a su apartamento sin ganas de verla, ni de pelear de nuevo con ella. Las luces estaban apagadas lo que le extrañó porque ya había anochecido. ¿Habría salido Sophie? Encendió la luz de la sala. Fue directo a la nevera, sacó una cerveza de las que ella tomaba, la destapó y le dio un trago largo. Arrugó la cara, pero se la tragó. No acostumbraba a beber cerveza, le gustaban
―¿Qué quieres ir a dónde? ―preguntó Gema sorprendida.―A un club de estriptis ―respondió Claudia con mirada divertida.―Hay tipos buenorros allí, pero ¿no te da un poco de repelús? ―indagó Gema fingiendo un estremecimiento.―No quiero ir a ligar a un club de estriptis para mujeres, quiero ir a uno para hombres ―afirmó categóricamente Claudia, aunque su sonrisa tenía un poco de picardía.―¿Y para qué demonios quieres ir a un club de estríper a ver a un grupo de guarras restregarse contra los hombres? ¿O acaso te has vuelto lesbiana? ―preguntó Gema con el ceño fruncido. Ante la pregunta de su amiga Claudia soltó una carcajada, negando con la cabeza.―No, no me he vuelto homosexual, voy a clases de Pole Dance[1]. Es un excelente ejercicio y me gusta ir a ver las rutinas y descubrir nuevos movimientos ―alegó su amiga cuando pudo hablar de la risa.―¿En serio? ¿Vas sola a esos antros? ―curioseó Gema con una sonrisa pícara ―No voy sola, casi siempre Thom me acompaña.Gema abrió la boca
Konstantin no se sentía cómodo en aquel sitio, no era que no hubiese ido anteriormente cuando era un joven y cachondo estudiante de primer año, pero sus colegas japoneses le pidieron ir y no tuvo forma de negarse. Los hombres estarían poco tiempo en el país, se irían en cuanto acabase el congreso. Debido a la fluidez del lenguaje, había sido a él a quien le tocó buscar una sala y una chica para un baile privado. Avisó a los japoneses que todo estaba preparado y se dirigieron hacia allá.Gema estaba furiosa, se había reconciliado consigo misma y decidido darle la oportunidad a Konstantin de demostrar que era la clase de hombre que ella necesitaba en su vida. Ambos habían tenido una semana bien ocupada, él con un congreso, ella con la compra de una compañía, pero habían hablado todas las noches. Largas llamadas nocturnas con palabras susurradas cuando ambos estaban en la cama. La noche anterior lo llamó pasada las doce y hablaron casi una hora, quedaron en verse el fin de semana cuando
Las chicas habían decidido regresar al apartamento de Gema, la noche ya estaba arruinada, en el camino pararon en una tienda de licores para comprar una botella de tequila, mezcla de margaritas y limones. Iban a hacer una fiesta de despecho, aunque les faltaban personas, pero las mejores amigas de Gema, aparte de Claudia, eran Mary que no estaba en la ciudad; Alexa a la que no podía llamar para destripar a su hermano y Jelena a la que, si podía llamar para destripar a un Kuznetsov, pero estaba en la universidad en Durham.Horas más tarde y media docena de margaritas después, Gema reconoció ante Claudia lo que nunca se había atrevido a confesarle a nadie y es que desde que era una niña, estaba total y absolutamente enamorada de Konstantin.Gema habló del día que lo conoció, de cómo se quedó mirándola, de lo atractivo que siempre le pareció desde que era un adolescente, de su fiesta de doce años cuando Konstantin no se separó de ella en toda la noche. También le habló de las mariposas q
Gema abrió los ojos lentamente, la cabeza le iba a estallar. Aún llevaba puesto el vestido de la noche anterior, sentía la lengua reseca, las náuseas la invadieron y corrió al baño. Vomitó la pizza de la noche anterior, se sentía morir. Como pudo se quitó el vestido, vio su torso enrojecido con las marcas que la tela había dejado en su piel, se puso un albornoz y se arrastró hasta su cama acurrucándose en posición fetal.Thomas entró en la habitación con una bebida energética y dos aspirinas.―Buenos días, nena ―saludó con demasiada alegría para opinión de la chica.―Vete antes de que te asesine ―gruño Gema.―¡Oh, vamos! Vengo a socorrerte. Claudia ya revivió gracias a mis cuidados ―expresó Thomas.La obligó a incorporarse y le pasó la bebida y dos aspirinas que Gema ingirió con desesperación.―En media hora tendré café y magdalenas listas para el desayuno, hoy tienes que resolver la situación con tu casi novio, no dejes que se enquiste. Además, recuerda que estaremos aquí menos de un