Extendió su mano hacia ella, quien le dedicó la mirada más rota y deprimente que alguien le había mostrado alguna vez. Era una mujer destrozada, sin esperanzas, consumida en dolor. Temblorosa, extendió su mano hacia Noah. Aunque quería quedarse con Rainer, comprendía que su tiempo ya había termina
Tanto el señor Winter como Candy vieron a Carina con recelo, molestos porque ella fuera la primera elección de Rainer, en cambio Noah parecía destrozado. La sonrisa de Carina lo partía en dos como un rayo. ¿Por qué no podía ser él, el motivo de su alegría? ¿Tenía sentido seguir esforzándose por toca
—¿Crees que eso es suficiente? —preguntó melancólico. —Lo siento, Noah… te mereces el cariño y el amor de una mujer que te corresponda y esa no soy yo. —No puedes decir que llegué tarde —dijo intentando reír, pero el dolor no se lo permitía—. Yo te conocí primero que Rainer, yo estuve en tu vida a
De pronto el teléfono de Carina comenzó a sonar, se sorprendió de ver que se trataba de Lorena y no tardó en contestar.—Escúchame bien —dijo Lorena con ese tono serio que solo auguraba algo malo—. La cabeza de Rainer aún tiene precio. Así que pon atención a tu entorno y evita cualquier conflicto. S
—¿Estás bien? —preguntó Carina notando que las manos de la mujer temblaban.—Eso creo… ¿Tú estás bien? —inquirió la mujer antes de dejar el extintor en su lugar.—Lo estoy, gracias a ti… —respondió Carina agradecida. Su salvadora solo levantó los hombros de manera casual y con una sonrisa tímida. C
Aunque los asesinos más veteranos no solían hablar de más, el trío que había visitado a Rainer ese día, eran jóvenes, inexpertos y avariciosos. Para Aaron Winter, no fue difícil llegar a ellos, necesitaba respuestas y después de un par de golpes por parte de policías corruptos, ellos hablaron. —Osc
Cuando los vio partir, se dio cuenta de que el auto iba en sentido contrario al aeropuerto, se preguntó si todavía visitarían a alguien más. —Noah… el GPS dice que vamos en dirección contraria… —dijo Carina viendo su celular. —¿Nos divorciaremos al llegar? —preguntó ignorando las indicaciones.
—O… S… —dijo Johan en voz baja, reflexivo, afuera de la habitación de Rainer. —¿Dijiste algo? —preguntó Lorena llegando con un par de cafés. —Tengo un juego para ti, mi hermosa y preciosa Lorena… —Johan tomó el café y lo vio con recelo, como si en el fondo del vaso pudiera encontrar la respuesta—.