—Ya sé… —agregó Emma haciendo puchero—, pero estaban molestando a mi hermana y venían por mis sobrinos. No iba a permitir que se los llevaran. Además… Me has enseñado que sin evidencia no hay sentencia. Esa sonrisa pícara y llena de confianza llenaba de ternura el corazón de William y, olvidando po
Carina estaba concentrada viendo el pescado en el horno, no muy convencida del éxito de la receta. —No porque lo veas fijamente, significa que sabrá bien —dijo Lorena divertida mientras llevaba su famosa tarta de manzana hacia el jardín. —Bueno… ¿Quién dijo que se necesita de un plato fuerte para
Rainer, al notar esa lágrima tímida que se asomaba por el rabillo del ojo de su esposa, no pudo evitar pasar su brazo por encima de sus hombros y atraerla a él para besar su mejilla con ternura. —Nuestra familia… —agregó orgulloso. Por fin, después de toda una vida enfocada en los negocios, tolera
Frida no podía controlar el temblor de sus manos ni cambiar su mirada destrozada. Arrastraba los pies, cansada de tantas noches de desvelo. Tocó un par de veces la puerta del despacho de su esposo, tenía que hablar urgentemente con él. El doctor había sido claro, su pequeña hija Emma necesitaba un p
Para Román Gibrand las órdenes eran claras: Si quería quedarse con la empresa, tenía que casarse y concebir un hijo. Su abuelo, el dueño de la mayoría de las refinerías del país, había sido franco en su testamento. Estaba preocupado por la felicidad de su nieto, creyendo que, al carecer de una famil
Frida se mantenía al borde de esa enorme cama con sábanas de algodón y seda, sosteniendo su celular entre sus manos. Un vestido color azul adornaba su cuerpo y su cabello caía por sus hombros. Estaba nerviosa y con ganas de salir corriendo, pero el acuerdo era demasiado bueno y tiempo era lo que no
Afuera de la habitación, recargado sobre la pared, Román escuchaba el llanto de Frida. Eran apenas sollozos audibles que le causaban lástima. No estaba muy seguro de que tendría una esposa dócil, pero sí estaba consciente de que tendría a una mujer herida a su lado. Ignorando sus deseos de entrar y
—Entonces… ¿Está solicitando el alta voluntaria de la paciente Emma Marchetti? —preguntó la enfermera sorprendida. —Sí, la trasladaré a otro lugar… —contestó Frida sintiendo un tirón en el estómago. Durante el camino Román había sido claro: «Hoy se trasladará Emma al hospital de neurología, el doc