—¿Estás bien? —preguntó Carina notando que las manos de la mujer temblaban.—Eso creo… ¿Tú estás bien? —inquirió la mujer antes de dejar el extintor en su lugar.—Lo estoy, gracias a ti… —respondió Carina agradecida. Su salvadora solo levantó los hombros de manera casual y con una sonrisa tímida. C
Aunque los asesinos más veteranos no solían hablar de más, el trío que había visitado a Rainer ese día, eran jóvenes, inexpertos y avariciosos. Para Aaron Winter, no fue difícil llegar a ellos, necesitaba respuestas y después de un par de golpes por parte de policías corruptos, ellos hablaron. —Osc
Cuando los vio partir, se dio cuenta de que el auto iba en sentido contrario al aeropuerto, se preguntó si todavía visitarían a alguien más. —Noah… el GPS dice que vamos en dirección contraria… —dijo Carina viendo su celular. —¿Nos divorciaremos al llegar? —preguntó ignorando las indicaciones.
—O… S… —dijo Johan en voz baja, reflexivo, afuera de la habitación de Rainer. —¿Dijiste algo? —preguntó Lorena llegando con un par de cafés. —Tengo un juego para ti, mi hermosa y preciosa Lorena… —Johan tomó el café y lo vio con recelo, como si en el fondo del vaso pudiera encontrar la respuesta—.
—Quédate aquí… Intenta contactar a mi hermano y después a la policía, aunque no creo que sirva de mucho —dijo Marco viendo con preocupación a Naomi, quería mantenerla lejos del peligro—. Busca un lugar seguro. —No te preocupes, estaré bien —respondió Naomi y se estiró para besar los labios rígidos
—Carina, en este mundo es comer o ser comido… —dijo Winter pisando el muslo lastimado de la chica, haciéndola chillar de dolor—. ¿No te enseñó tu padre a no tener piedad? ¿No te dijo que en estos negocios no puedes ceder? Es una lástima, pues no podrás usar esta lección más adelante. Hoy se te acaba
—Lo usaste… —agregó Carina con rencor, apretando los dientes hasta que rechinaron, y dejando que lágrimas calientes y pesadas, llenas de odio, resbalaran por sus mejillas. —Un hombre como Noah solo es basura, carne de cañón, no sirve para otra cosa… —Winter volvió a patear el cuerpo ante ella—. ¿Me
—Por eso la necesidad del señor Román para tener a su servicio gente que pueda actuar en el momento… Hay cosas que no pueden esperar —dijo Lorena viendo fijamente a Rainer.—Bueno… Hay dos en la puerta —dijo Johan entrecerrando los ojos y sonriendo emocionado. Hacía años que no empuñaba una pistola.