Estaba tan cerca de entrar a la casa de la manada Plata.
En cambio, ahora estoy atrapada por unos guardias me llevan en un auto, con una bolsa en la cabeza, una mordaza en la boca y las manos atadas al frente. Nada me gustaría más que utilizar mi voz de alfa, ejercer mi voluntad sobre ellos y escabullirme, aunque, pensándolo mejor, si la utilizo voy a delatar qué soy.
Si alguno de estos llega a saber que tengo sangre de alfa, podrían llevarme directo con Einar y ahí sí que me presentaría en bandeja de plata, tal y como teme Kieran.
Kieran.
No debería saber que estoy aquí atrapada, aunque estoy segura de que vendría a rescatarme.
Luego querría arrancarme la cabeza, claro.
Intento forcejear para tratar de liberar mis manos, pero es inútil.
Tenía que intentarlo.
―Tranquila―dice uno de los guardias―quédate quieta o te harás daño―me agarra con sus sucias manos y yo trato de quitármelas de encima― ¡chsss! ―sisea―ya, cálmate.<
― ¿Estás bien? ―pregunta la hermosa mujer de treinta muchos que está frente a mí. Sus manos me tocan temblorosamente. Su sonrisa es algo tímida y su tacto es más cálido de lo que alguna vez pude pensar. Mi madre. Cuánto tiempo pensé que esa frase no me estaba permitida. Sigue sintiéndose raro. En mi condición de huérfana, reprimí el pensar en ella siquiera, por lo menos en los últimos cinco años, cuando entendí que tenía que continuar con mi vida sin la presencia de una mamá. Pero, en esos sueños que una no puede controlar, cuando estás totalmente relajada durmiendo profundamente, me imaginaba con una, aunque en realidad solo me reía con ella y jugaba a que no me atrapaba. Era cuando me despertaba y pensaba que eran pesadillas, porque la realidad me golpeaba y ese sueño solo se burlaba de mí con ganas y de la forma más descarada posible. Una madre era una ilusión en la vida de una huérfana. Pero ahora la encontré, está aquí y se está preocupando de mí
Mi cerebro empieza a salir de la sorpresa y a procesar lo que está pasando. La cara conocida me hace reír de alivio. ― ¡Dios, Velkan! ―mi corazón vuelve a tener las revoluciones en modo normal―pensé que eran los eruditos que venían a buscar más muestras de sangre. ―A esos los dejamos durmiendo en el laboratorio―me responde―aunque no estoy seguro por cuánto tiempo, los drogamos y cerramos ese pabellón por dentro, pero los guardias tienen otras formas de entrar, así que suban rápido―nos apura y le doy paso a mi madre para que escale, luego van los gemelos y yo los sigo al final. Velkan me mira con cara de pocos amigos y yo le devuelvo la mirada, porque recuerdo que estoy enojada con él. ¡Él está de parte de Kieran y fue quien me encerró en la habitación para empezar! ¡Y se dice mi hermano! Cuando ya estamos arriba, veo que Frans acompaña a Velkan en lo que asumo es la misión de rescate a mi familia, que debe haber armado Ketin. Frans hace un ges
Toda la valentía que mostré hace unos minutos me ha abandonado en este momento y por más que trato de recordar las razones por las cuales me enojé con Kieran por no permitir que lo acompañara, ahora no encuentro una sola.Mis hermanos, esa es una buena razón. Mi madre, esa es otra. Mi padre, creo que esa es la más importante. Acabar con él. Así que respiro hondo y me armo de todo el valor que puedo en este momento cuando hasta las fuerzas me abandonan. Cuento los pasos que nos lleva la sala donde están reunidos los alfas en el Concejo de la Luna. Uno. La guardia delta de la manada Luna Escarlata nos rodea a los cinco que nos bajamos del auto de Kieran. Nos flanquean cuatro y Velkan cierra en la parte de atrás aún sin camisa. Einar va adelante. Sus manos se encuentran entrelazadas en su espalda. Dos, tres, cuatro, cinco. Einar es flanqueado por su propia escolta, unos lobos enormes, muy parecidos a los que me atacaron hace unos días en el gi
De las pocas cosas que he podido aprender de Einar, una es que le gusta tener el control. Otra es que sabe mover muy bien sus fichas. Pero la más importante es que se adelanta a los acontecimientos, cuando no va de acuerdo con sus ambiciones. Su plan para atraer a todos estos alfas a su manada debió haber estado bien llevado al detalle, incluso debió contar con que yo estuviera presente, pero en el caso que no me apareciera, tendría un plan B. Lugo estoy yo, que llego a las puertas de su manada acompañada de la prueba viviente de que es un desgraciado sin alma y me presento tan tranquila a exponerlo ante los otros alfas. Esto lo dejó sin opciones, ya que no pensó en un plan C o D. No pudo adelantarse a los acontecimientos, porque le quitamos a sus fichas más importantes, dejándolo fuera de control. Pero, con todas las cosas que sé de Einar, debí haberlo sospechado, que no se iba a quedar de brazos cruzados, en el momento que vi su cara en el pasillo a
―Si viene con nosotros, mi alfa, le prometo que no le haremos nada a sus hermanos―me asegura el soldado que se interpone entre mis hermanos y yo. Mi otro hermano que está en el piso trata de levantarse, pero es detenido por otro más, siendo tres los que nos detienen. ― ¡Suelten a mis hermanos, ahora! ―les gritos, utilizando mi voz de alfa y ellos quedan aturdidos por un momento, pero se recuperan enseguida, dándome una sonrisa retorcida. ―Somos inmunes a sus órdenes―me dice uno de ellos con cierta satisfacción―lo que nos inyectaron nos da un poder increíble. Somos más rápidos, inmunes a las heridas y no nos afecta la voz del alfa. Pero eso no es cierto, no del todo, porque sus heridas se curan, pero por cierto tiempo. Por lo que he podido ver en esta batalla, esa sustancia, la esencia de la bruja, sus efectos van desapareciendo a medida que la consumen en la batalla con cada herida que sana. Así que lo intento nuevamente. ― ¡Dije que suelten a mis her
―Me encerraste en la habitación como si fuera una niña pequeña―le digo, golpeando su amplia espalda con todas mis fuerzas y él sigue subiendo las escaleras―quisiera arrancarte la cabeza―trato de golpearle la nuca con mi antebrazo, pero parece de piedra y no se inmuta siquiera―pero claro, te comportas como un perfecto animal―él se detiene un escalón y me ajusta a su hombro porque estoy deslizando, ignorándome por completo―casi me rompo algo tratando de salir de aquí―le grito, pero el sigue subiendo como si nada. ―Estás despertando a toda la casa―me responde―te dejaría caminar, pero te irías por la primera ventana que encuentres―agrega y provoca un gruñido en mi garganta. ―Si hubieras pedido mi opinión, al menos―parece que no le importa nada lo que le haga, así que insisto en pegarle y patalear―es la primera y la última vez que me haces algo como esto―me estoy cansando de golpearlo, así que espero a que se digne a bajarme― ¿crees que te voy a permitir que sigas tratánd
― ¡Queremos ver a Bianca! ―dice Andrew que está discutiendo con uno de los guardias en la puerta de la frontera norte, a la cual llegamos hace poco―necesitamos que nos ayuden, la manada Plata nos está cazando y masacrando. ―Ya alfa Alanna fue avisada―le dice el guardia al cual reconozco de inmediato. Es el que obligué a que me dejara salir. “¡Mentiste!”, le digo mentalmente a Kieran, “me dijiste que el guardia estaba en una mazmorra”. “Tú lo usaste”, me reprende de lo más descarado, “deberías disculparte con él”, añade y yo lo fulmino con la mirada, “todavía no he decidido si debo castigarlo o no”, me dice arqueando las cejas y yo pongo los ojos en blanco. ― ¡Bianca! ―dice Andrew en cuanto me ve y me abraza, ignorando la presencia de Kieran y este gruñe―mi mamá está herida, necesitamos un médico. Todos los que vinieron conmigo están muy mal. ― ¿Dónde está? ―le pregunto y él me toma del brazo y me arrastra con él. Está sentada en la orilla del
Kieran y yo apenas si tocamos la cama anoche, porque él estuvo consiguiendo todo el apoyo posible entre los alfas y yo estuve ahí a su lado, comportándome como una verdadera pareja o lo que sea que eso signifique. Lo cierto es que, aunque la palabra compromiso me resulta conflictiva y fastidiosa a la vez, con Kieran las cosas son un poco diferentes y creo que quiero que cuente conmigo, así como siento que cuento con él, mientras estemos juntos. Por ejemplo, en estos momentos ambos estamos compartiendo todo, incluyendo el dolor de cuello que me está matando por dormir mal. Le tomo la mano para que sane del dolor, de la misma manera que me estoy recuperando yo en este instante. Sí, tenerme al lado es mejor que una taza de café y dos aspirinas en la mañana. Lo que recetó el doctor, ¡weee! Y toda la desvelada tuvo su fruto, aunque fue algo agridulce, porque nadie entiende el verdadero problema. A algunos se les metió en la cabeza que todo se resolvería si