180. La cena

Más tarde llegó padre de Ha-na. En su curiosidad, desde que había llegado divisado aquel auto que se encontraba estacionado. No había indicios de nadie y era raro que en vehículo de esa marca estuviera abandonado en la calle.

—¿Creen que debería llamar a la policía? —dijo el señor Harada, comentándole a su esposa y a su hijo.

Ha-na bajó, luego de ducharse con Heinz. Tenía que hacer la cena. Vio a su familia asomada por la ventana.

—¿Qué ocurre? —preguntó Ha-na en coreano.

—Un auto diferente ha estado rondando la casa y ahora ese ha estado ahí —dijo el padre—. ¿Deberías informar a la policía?

Ha-na se sorprendió y sus pupilas se ensancharon. Sabía que se referían a Heinz, que había estado vigilando la casa por causa de su ex novia. Ahora, él estaba en la casa.

—No, no… —dijo ella, alarmada—. Creo que no es necesario hacer eso. Tal vez se le presentó una emergencia al dueño.

—¿Tú crees? —dijo él.

—Sí, creo que no deberíamos exagerar las cosas —comentó su madre.

—Bueno. Iré a preparar la
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