CAPÍTULO 48

El leve murmullo de risas me sacó del sueño. Por un momento, pensé que seguía soñando, pero el sonido era real, cálido y cercano. Abrí los ojos lentamente, ajustándome a la luz de la mañana que entraba por la ventana.

Y allí estaban.

Alaric estaba en el suelo, sentado con las piernas cruzadas, mientras Igor intentaba arrebatarle algo de las manos. Mi pequeño, con su cabello despeinado y su risa contagiosa, era todo lo que iluminaba la habitación. Alaric se dejó "vencer", soltando el pequeño muñeco de madera que Igor reclamaba con tanto entusiasmo.

La escena me golpeó directo al corazón. Alaric, el hombre que parecía tan invencible, tan irrompible, ahora se veía completamente humano. Vulnerable. Padre.

No quería interrumpir, pero mi respiración traicionó mi presencia. Alaric levantó la cabeza y nuestras miradas se encontraron.

—Buenos días —dijo con suavidad, poniéndose de pie con Igor aún abrazando su pierna.

—¿Desde qué hora estás aquí? —pregunté, con la voz todavía rasposa por el su
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