[Narra Brooke].El reloj avanzaba lentamente, y mi ánimo no mejoraba. Después de intentar distraerme con búsquedas en internet sobre cunas y ropa para el bebé, me di por vencida. Nada lograba sacarme de este vacío. La soledad en esta casa, por más lujosa que fuera, me asfixiaba.Pasé horas reorganizando la cocina, limpiando y buscando algo que hacer, pero mi mente siempre regresaba al mismo lugar: la sensación de estar atrapada. Solté un suspiro, me pasé las manos por el cabello y decidí salir al jardín.El aire fresco y el crujir de las hojas bajo mis pies me ayudaron un poco. Caminé hacia el borde del bosque que rodeaba la propiedad. Era una vista preciosa, pero siempre me ponía en alerta; esa conexión con los terrenos de cacería de los vecinos me parecía inquietante.No pensaba en nada, solo estaba ahí respirando el aire frío que empezaba a aparecer. Ya pronto sería invierno y aquí no nevaba, pero sí llovía mucho.El viento sopló, y en su murmullo escuché algo que me hizo detenerme
[Narra Brooke].La tensión en el ambiente era casi tangible cuando regresamos a casa. Enzo se mantuvo callado durante todo el trayecto, su mandíbula apretada y sus ojos clavados en la carretera como si fuera a romperla con la mirada. Yo tampoco hablé. Después del encuentro con Gabriel, las palabras parecían fuera de lugar.Cuando llegamos, me dirigí al cuarto sin esperar a que Enzo me siguiera. Necesitaba espacio, un momento para procesar todo lo que había pasado. Cerré la puerta y me dejé caer en la cama, sintiendo el peso de la confusión y el miedo."Te posee".Las palabras de Gabriel se repetían en mi cabeza, como un eco que no podía silenciar. ¿Acaso tenía razón? Miré alrededor de la habitación, tan lujosa y opulenta, pero que de repente me parecía una jaula dorada.El sonido de pasos en el pasillo me sacó de mis pensamientos. La puerta se abrió sin que yo dijera nada, y Enzo entró. Su presencia llenó la habitación, imponente como siempre, pero había algo más: una energía contenid
[Narra Enzo].La veía ahí acostada, durmiendo con la mano puesta en su vientre. Así era como quería mantenerla siempre; serena y feliz. Era consciente de que mi forma de ser podía dejarle dudas, pero no había nada más cierto que el hecho de que la amaba más que a mí mismo. Es la mujer de mi vida, por la cual dejaría todo sin importarme nada más.Me acerqué despacio y me recosté a su lado, tratando de guardar en mi memoria su hermoso rostro y el aroma de su piel. Toda ella es mía, y siempre lo será. Ella y ese bebé que esperamos, ambos son míos.—Enzo... —la escucho murmurar cuando paseo mi nariz por su cabello, aspirando su dulce aroma. —Acuéstate ya.—Sí amor. —me acomodo despacio acatando su petición. Paso mi brazo derecho bajo su cabeza para que se acomode en mi pecho. Me siento completo cuando estamos así, tan unidos que quisiera que fuese eterno este momento.—Te amo. —le susurro pero se encuentra dormida, por lo que no me responde.Necesito acabar con esto, para poder reanudar
[Narra Enzo]Días después...El ruido de los neumáticos derrapando sobre el pavimento húmedo llenó el aire mientras tomaba una curva cerrada. Mi respiración era agitada, pero mi mente estaba enfocada. No podía permitir que sucediera. No esta vez. Alessia había enviado su informe preliminar. Y lo que había encontrado... me heló la sangre. No solo estaban vigilándonos; había un patrón claro, una intención. Brooke y el bebé estaban en peligro, y no me quedaba otra opción más que actuar. Mi teléfono vibró en el asiento del copiloto. Era Alessia. Contesté rápidamente, activando el altavoz. —¿Qué tienes? —pregunté con voz tensa. —Estás siendo seguido, Enzo. Dos vehículos, uno negro y otro gris. ¿Cuánto tardas en llegar a casa? Mi mirada fue al retrovisor, y ahí estaban: las luces de dos autos que mantenían su distancia pero no me perdían de vista. —Diez minutos si piso el acelerador. —Hazlo. Pero ten cuidado. Ya contacté a mis chicos; estarán en posición en la entrada de tu pr
[Narra Enzo]Las palabras de Brooke resonaban en mi cabeza como un tambor. No podía aceptar que esto casi le costara a mi familia su seguridad. Sus manos temblaban mientras se aferraba a mi brazo, y aunque trataba de mantenerse fuerte, podía ver el miedo detrás de sus ojos. Respiré profundamente, aunque el aire se sentía denso en mi garganta. Miré a Alessia, quien se mantenía firme frente a mí. Sabía que había hecho lo que debía, pero la furia que sentía no me dejaba pensar con claridad. —Necesito respuestas, Alessia. Y las necesito ahora. ¿Quiénes son estos imbéciles? ¿Quién los envió? —Está más que claro de parte de quién vienen. Esa mujer siempre estuvo desquiciada y es de las que no acepta un no por respuesta.—Es que no tiene sentido, —me levanto y camino hacia el ventanal. —Ella fue quien me dejó y yo decidí rehacer mi vida, ahora sé que solo es un capricho.—Un capricho injustificado pero peligroso, porque supe que se reúne demasiado con la familia Rossi y sabemos que ell
[Narra Brooke].No soportaba la tensión que había en casa, pero con tantos hombres y Alessia aquí, admitía que me sentía más segura. Incluso con Enzo junto a mí, sentía que la casa ya no era un lugar seguro. Todo había cambiado en cuestión de minutos. Ahora cada sombra, cada ruido, me hacía saltar. Mi mente no dejaba de repetir la misma imagen: el hombre herido en el suelo, mi dedo tembloroso en el gatillo, y el disparo que rompió el silencio.Me recosté en el sofá mientras Enzo hablaba con Alessia en el pasillo. Las palabras llegaban a mí en fragmentos: “protección”, “filtrar información”, “vulnerabilidad”. Todas esas frases parecían confirmar lo que ya sabía: nuestra vida no volvería a ser la misma.—¿Quieres algo? —preguntó Enzo, regresando a la sala con el rostro todavía endurecido.Negué con la cabeza, aunque la verdad era que quería llorar. Pero no iba a hacerlo frente a él.—Estoy bien —mentí, evitando su mirada.—Brooke… —Su tono bajo y cargado de preocupación hizo que levanta
[Narra Brooke].El auto estaba envuelto en un silencio incómodo. Vittorio, sentado al volante, tamborileaba los dedos contra el volante, aparentemente distraído. Pero yo sabía que estaba alerta. Todo en él, desde su postura rígida hasta la forma en que su mirada barría constantemente los espejos, gritaba precaución. Mientras tanto, mi mente no dejaba de darle vueltas a la conversación que había tenido con Alessia horas antes. Había algo en su manera de hablar, en la intensidad de su mirada, que me había dejado intranquila. Como si tratara de advertirme de algo sin decirlo directamente. —¿Siempre es así de... raro? —pregunté de repente, rompiendo el silencio. Vittorio alzó una ceja, pero no me miró. —¿Quién? ¿Yo? —Sí.Él soltó una risa.—Bienvenida a mi mundo. Ser raro es mi pasión. Reí y luego cerré los ojos por un momento, intentando calmar el nudo que tenía en el estómago. No podía dejar de pensar en el hombre que habían llevado a comisaría. En su rostro pálido, en el pá
Desperté en mi cama, con el rostro de una mujer desconocida inclinándose hacia mí. Vestía traje de enfermera y reconocí que era del hospital donde me atendían mi embarazo.—¿Qué pasó? —pregunté, mi voz apenas un susurro. Ella me miró neutra, pero no le di importancia cuando sentí nauseas y dolor de cabeza nada más removerme un poco.—Sufriste un bajón de presión por el estrés —explicó, con una mirada seria—. Necesitas descansar y evitar alterarte, o podrías poner en riesgo tu embarazo. Según tu historial médico, me sorprende que ese bebé siga tan fuerte.El embarazo. Mi mano instintivamente fue a mi vientre, buscando algún tipo de consuelo. Me sentí regañada pero bien merecido me lo tenía, porque siempre olvidaba lo que debía hacer para cuidarlo.Cuando la doctora se fue, Alessia se acercó y se sentó a mi lado. —Que bueno que ya despiertas, me tenías preocupada. —me dijo sarcásticamente, haciéndome sonreír.—¿Dónde está Enzo? —pregunté en voz baja. Hasta hablar me dolía.—En su