Desperté en mi cama, con el rostro de una mujer desconocida inclinándose hacia mí. Vestía traje de enfermera y reconocí que era del hospital donde me atendían mi embarazo.—¿Qué pasó? —pregunté, mi voz apenas un susurro. Ella me miró neutra, pero no le di importancia cuando sentí nauseas y dolor de cabeza nada más removerme un poco.—Sufriste un bajón de presión por el estrés —explicó, con una mirada seria—. Necesitas descansar y evitar alterarte, o podrías poner en riesgo tu embarazo. Según tu historial médico, me sorprende que ese bebé siga tan fuerte.El embarazo. Mi mano instintivamente fue a mi vientre, buscando algún tipo de consuelo. Me sentí regañada pero bien merecido me lo tenía, porque siempre olvidaba lo que debía hacer para cuidarlo.Cuando la doctora se fue, Alessia se acercó y se sentó a mi lado. —Que bueno que ya despiertas, me tenías preocupada. —me dijo sarcásticamente, haciéndome sonreír.—¿Dónde está Enzo? —pregunté en voz baja. Hasta hablar me dolía.—En su
El camino lo sentí eterno. Al principio tuve problemas para subirme al avión por mi estado pero nada más Vittorio dió mi apellido y eso se solucionó. Jamás pensé que dieran problemas por eso.Ahora iba con un chofer de los West, ya me esperaban y yo estaba ansiosa por llegar. Los extrañaba mucho, ellos eran lo más cercano que tenía a unos padres. Llegué al cabo de media hora de camino y ahí estaban, en la entrada de su hermosa casa.—Hija mía. —la primera en recibirme fue Melanie, tan hermosa y jovial como siempre. La edad no parecía correr por su cuerpo.—Te extrañé. —le dije mientras sentía la validez de su abrazo. Al poco tiempo, sentí cómo Robert nos abrazaba a ambas. —Los extrañé a ambos.—Y nosotros a ti, por fin Enzo te comparte con nosotros. Sonreí. Al parecer no sabían todo lo que estaba pasando y agradecí por eso. No quería que se preocuparan.—Entremos, hace frío y a mi nieto seguro no le agrada. —dijo Melanie y sonreí, ella me consideraba su hija.—¿Cómo se enteraron de q
[Narrador omnisciente].El eco de los pasos de Alessandra resonaba en el pasillo de la mansión. Apenas había cruzado la puerta cuando Vincenzo apareció frente a ella con el ceño fruncido y los ojos cargados de rabia.—¿Qué demonios crees que estás haciendo, Alessandra? —rugió, su voz retumbando en las paredes.Alessandra mantuvo la calma, aunque por dentro estaba nerviosa. Sabía que lo que había hecho no iba a pasar desapercibido, pero no se arrepentía.—Actuando, Vincenzo. Alguien tenía que hacerlo, ya que tú no te dignaste a informarme de nada.Él la miró con una mezcla de incredulidad y furia. Dio un paso hacia ella, imponiéndose con su altura.—¿Sabes lo que acabas de hacer? Involucraste a Gabriel en este desastre sin mi autorización. ¿Tienes idea del riesgo que eso supone para nuestra operación?Alessandra alzó una ceja, cruzándose de brazos.—Oh, claro, porque tú eres el gran estratega que desaparece por días sin avisar. ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Esperar sentada mientras
[Narra Alessia].Mi teléfono vibró insistentemente en la mesa de noche. Aún medio dormida, extendí la mano y lo tomé. Mis ojos tardaron unos segundos en adaptarse a la pantalla, pero cuando vi los titulares, el sueño se evaporó de inmediato.“Enzo Lombardi: De escándalo en escándalo. ¿Doble vida o simple confusión?”Las imágenes eran devastadoras. Primero, resaltaron con mucho énfasis la noticia del supuesto divorcio entre Brooke y Enzo, luego del escándalo con Brooke. Luego, las fotos de él con Alessandra en un lugar privado. Y ahora, más fotos comprometedoras. Todo el mundo había construido su propia versión de los hechos y ninguna lo favorecía.—¡Maldita sea, Enzo! —solté entre dientes mientras me levantaba de la cama.No tardé ni diez minutos en estar frente a su departamento. Golpeé la puerta con fuerza, con rabia. Sentía que me hervía la sangre. ¿Cómo podía ser tan estúpido? ¿Cómo podía ser tan autodestructivo?Cuando finalmente abrió, su expresión era un desastre: ojeras profun
[Narra Enzo].El estruendo de mi propio mundo desmoronándose fue ensordecedor.Brooke no contestaba. No respondía mis llamadas, mis mensajes, ni siquiera los intentos desesperados de verme en persona. No me atrevía a aparecer en la casa de los West porque sabía que me cerrarían la puerta en la cara. Había cometido demasiados errores. No era bienvenido.Arrojé el teléfono contra la pared con una fuerza brutal. El dispositivo se hizo añicos, pero no me importó. Nada importaba si ella no estaba a mi lado. Me apoyé en la mesa con las manos temblorosas, el pecho subiendo y bajando con respiraciones irregulares.—No puedo perderla… —murmuré entre dientes.Luca me observaba desde una esquina, sin decir nada. A disposición de lo que sea que yo le pidiera como siempre. Mi fiel compañero.—No puedo dejarla sola, no quiero...—¡Enzo! —La voz de Alessia me sobresaltó. Estaba en la entrada, con los brazos cruzados, mirándome con lástima y severidad.Me pasé las manos por el rostro con frustración.
[Narra Enzo] El frío me calaba los huesos, pero no era nada comparado con el vacío que sentía en el pecho. Mis manos temblaban, no sabía si por la helada o por la angustia que me devoraba desde dentro. Estaba parado frente a la casa de los West, golpeando la puerta con desesperación, con la garganta ardiendo de tanto gritar su nombre. —¡Brooke! ¡Por favor, amor, escúchame! —Mi voz era un eco desgarrador en la noche helada. Robert seguía en la puerta, de piedra, su mirada llena de desdén, su cuerpo bloqueando la entrada como un muro infranqueable. Detrás de él, Melanie podía ver a Melanie mirándome con pesar. Pero yo no necesitaba lastima o pesar de nadie, necesitaba verla a ella. —No me hagas llamar a la policía, Enzo. En Italia eres alguien de renombre y aquí también, pero en mi casa solo eres un inútil que lastimó a mi hija quien sabe cuántas veces. —dijo Robert con voz dura, sin un ápice de compasión. —No me importa —respondí con el alma hecha pedazos—. ¡Sólo quiero verla! Ne
—Nos conocimos en la universidad, no voy a decir que era mi mejor amiga pero frecuentamos en varias clases y en una de esas, hicimos grupo con Enzo y su amigo Matthew.—Matthew es el hijo mayor de los West. —afirmé y ella asintió.—Ella de inmediato mostró su interés en ambos chicos pero Matthew nunca le prestó atención.—¿Y Enzo? —pregunté temiendo la respuesta.—Él sí y ella se sintió halagada. Empezaron a salir y fueron la pareja del momento. Al principio Enzo solo era un aprendiz del imperio que llevaba su apellido y al parecer no le estaba llendo bien, Alessandra se aburrió de eso y lo dejó. Entendía lo que me decía, ya conocía esa historia pero lo que no entendía, era la relación de ella con esa mujer.—¿Y entonces qué pintas tú en esto?—Pues que en varias ocasiones me saboteaba. Tenía el enfermizo pensamiento de que me interesaba Enzo y podría llegar a quitárselo.—¿Y no era así?Ella negó.—A mí Enzo nunca llamó mi atención, siempre fui más enfocada en mis cosas que en los h
[Narrador omnisciente].Vincenzo caminaba de un lado a otro en su oficina, sus pasos resonando en el mármol con una cadencia que reflejaba su creciente irritación. Sus dedos tamborileaban sobre el escritorio, el ceño fruncido y los labios apretados en una fina línea de desagrado. Había dado una orden clara, y Alessandra la había desobedecido.—Eso es lo que dicen los medios, señor. Según la ubicación de esa mujer, está en Estados Unidos pero aún no sabemos dónde exactamente. —le informaba uno de sus hombres, encargado de mantener vigilado a Brooke.—¿Sabes si alguno de los dos tiene lazos familiares allá? —preguntó tratando de ser calculador, que ningún cabo estuviese suelto.—Aún no, señor. Sabemos que tiene dos hermanos pero sus ubicaciones no las tenemos.Vincenzo estaba por enloquecer, porque algo que parecía tan simple se estaba volviendo todo un reto imposible de cumplir.—Hay algo más... —el muchacho llamó la atención de su jefe, quien le hizo una seña para que continuara habla