86: Cuestión de tiempo.

Ámbar.

Ahora realmente sé que Darwin no tiene ni el más mínimo ápice de empatía o amor real hacia mí. Aunque la verdad, después de todo eso, es lo que menos me duele.

Sebastian permanece allí, frente a la puerta de la habitación y yo marco el número de mi amiga. Ella no tarda en responder.

—¿Ámbar, eres tú?

—C-Carly...

Y la escucho llorar desconsoladamente mientras yo sigo sin querer llorar más.

—Á-Ámbar pensé que estabas muerta, Dios...

—Estoy... bien... —Paso mi dedo índice alrededor de la herida en mi pierna y no intento recordar cómo pasó eso.

Ahora agradezco que con los dos grandes atentados contra mi vida, no pueda recordar nada cuando todo pierde el sentido.

—Yo... Ámbar tengo que sacarte de allí, ¿en dónde estás?

Miro la puerta en donde Sebastian está. Y todo está tan silencioso que sé ha escuchado a Carly hablar aunque no esté en altavoz, porque me mira y niega, advirtiéndome.

—Ni yo misma sé —miento, queriendo encontrar las fuerzas para gritarle rápido la dirección, pero sé
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