Ámbar.Ahora realmente sé que Darwin no tiene ni el más mínimo ápice de empatía o amor real hacia mí. Aunque la verdad, después de todo eso, es lo que menos me duele.Sebastian permanece allí, frente a la puerta de la habitación y yo marco el número de mi amiga. Ella no tarda en responder.—¿Ámbar, eres tú?—C-Carly...Y la escucho llorar desconsoladamente mientras yo sigo sin querer llorar más.—Á-Ámbar pensé que estabas muerta, Dios...—Estoy... bien... —Paso mi dedo índice alrededor de la herida en mi pierna y no intento recordar cómo pasó eso.Ahora agradezco que con los dos grandes atentados contra mi vida, no pueda recordar nada cuando todo pierde el sentido.—Yo... Ámbar tengo que sacarte de allí, ¿en dónde estás?Miro la puerta en donde Sebastian está. Y todo está tan silencioso que sé ha escuchado a Carly hablar aunque no esté en altavoz, porque me mira y niega, advirtiéndome.—Ni yo misma sé —miento, queriendo encontrar las fuerzas para gritarle rápido la dirección, pero sé
Elian.Sabía que amar dolía, incluso más que tratar de respirar cuando el pecho está trancado, cuando hay alguien cubriendo tu nariz, o se está debajo del mar. Todo ello lo sabía.Pero lo que no conocía es el sentimiento que tengo ahora en mi pecho aquí, frente a Carly.—Elian... necesito hablar contigo, en privado por favor —me dijo.Cuando la vi llegar al restaurant, con ojeras y rostro cansado, triste, supe que algo estaba mal. Y no quería saberlo, porque sabía lo mucho que iba a dolerme, demasiado... algo, algo estaba ocurriendo.—Ámbar está secuestrada. Darwin la tiene encerrada.—Pero... pero... no. —Elian no quiero hacer esto más difícil de lo que ya es. —Y comenzó a llorar—. Pero Ámbar quiso huir ayer en la madrugada, me pidió ayuda y... la descubrieron. No sé qué le hicieron pero hablé con ella hace un momento y Dios... dice que te ama, y no quiero pensar que esto es una despedida, Elian. ¡Darwin no puede hacerle eso! Y he venido aquí porque tenemos que hacer algo, por favor
Elian.Regresamos a la vía después de que empaco lo necesario en un bolso.—Vecino. —Toqué la puerta del hombre que siempre me ha coqueteado.Él salió con una media sonrisa, y abrió sus ojos sorprendido ante mi presencia.—¿Podría cuidar a mi gata hasta que vuelva? No está en casa, seguramente no tarda en regresar, querrá entrar por la puerta porque la ventana está cerrada y...Él se inclinó hasta mi y me dio un beso de pico en la mejilla antes de que pudiese apartarme.—D-de acuerdo... gracias.Fue un momento demasiado incómodo. Sobretodo porque, por supuesto, las hombres no me interesan sexualmente. Y además, vivo por los únicos labios que quiero ser besado, por los de mi pequeña Ámbar.—Estamos listos —le digo a Carly.Durante el recorrido todo ha sido silencioso. Ambos estamos ansiosos y ella tal vez asustada por esto. Pero debemos hacerlo. Una vez que Darwin Baker regrese con Ámbar a la ciudad no podremos hacerlo, allí no es seguro, así que estoy seguro de que esto realmente va a
Darwin.—No quiero que esto se mal entienda —expresó Jay Raiko, uno de mis oponentes, esta mañana.Allí, en un bar privado, mientras él tomaba con una patética elegancia su whisky, y yo, reacio a beber alcohol, sorbía de vez en cuando una bebida energizante.Me sentía tan hecho papilla que, a ese momento, ya iba por la cuarta lata de energizante; me mantenía más ansioso de lo normal, y más propenso a irritarme, pero también con los ojos bien abiertos y los pensamientos funcionando con más efectividad.Por ello hasta el tipo me había caído bien, después de todo, estábamos hablando de un buen trato.—No lo hace, querido Raiko —al decirlo, pensé que me escuchaba como papá así que dejé de sonreír—. Es para mí un placer que entre ambos candidatos, me hayas escogido a mí.—Owen es demasiado pretencioso para mí gusto. —Dejó su vaso a un lado para inclinarse sobre la barra—. La cuestión es, Baker, que para que logre convencer a mi gente, tienes que comenzar a involucrarte en lo mismo que yo,
Darwin.Quería verificar que Ronett no estuviese allí, así que me pasee por todas las habitaciones antes de que pudiese llegar al cuarto de Ian. Y no encontré a la rubia traicionera.—Hermano.—Patán Baker.—¿Cómo te sientes?—¿Te importa? Esta casa es grande, y hay eco, para que sepas.Tomé asiento al lado de su cama. Su rostro estaba deshinchado, pero había rastros de lo que había ocurrido. Y sentí entonces nostalgia, tristeza, rabia. Por mí, por lo sucedido con Ian, por ponerlo finalmente en gran peligro, por lo ocurrido con Ámbar… Por mis manos, por mí temperamento.—Eres mi hermano, Ian —solté entre un suspiro.—Tú también eres el mío, Darwin, y por ello es que cuando algo te sucede me chispea.—Yo no te...—No, no lo mencionaste, no me obligaste ni nada, pero recuerdo todo el daño que le hiciste a Jules, así que era de esperarse que algún día dejara salir su rencor, y eso... eso no es mí culpa.Rodé los ojos.—Tú y yo no podemos tener una conversación en paz ¿no? —pregunté levan
Elian.Ámbar tenía 18 años cuando su hermano de 15 fingió que estaba muerto. Ámbar me dijo;—De repente estaba convulsionando por lo que ante mis ojos había consumido y sus amigos se lo llevaron. Yo me hice hielo, y me descongelé cuando llegaron de nuevo a la cueva para decirme que estaba muerto.No quiso ver el cadáver. Ella no quiso que la última imagen de su hermano menor fuese aquella.Ellos habían pasado por cosas que ni mis peores pesadillas inventaban. Sí, lo mío era sangre y bombas, pero lo que ellos pasaron iba más allá.Vi en los ojos de mi pequeña la desesperación cuando salió de su trance.—Elian...No sabía si había siquiera escuchado lo que yo le había gritado al desgraciado; estaba tan pálida, tan ida, y tan... asombrada.—¿Segura que es tu hermano...?Carly había estacionado su auto justo cuando Darwin llamó, y estábamos a quince minutos de Cardiff, en medio de dos vías; una nos llevaría a la ciudad, y la otra a lo que teníamos planeado cuando nos subimos al auto.Mi c
Elian. —Abre, no vengo a cumplir con mi promesa. Es Sebastian. Aun así, busco aquella arma que usé para noquearlo en la finca para esconderla detrás de mi espalda antes de que lo deje entrar. —No he sido muy discreto que digamos —expreso. —Tampoco te ha importado mi amenaza, soldado Davis. —¿Te sigue el guardaespaldas de Baker porque no quieres ensuciarte las manos tú? Sebastian observa toda mi habitación y niega con severidad. —Solo vine a entregarte esto. —Me extiende una carta, y también una bolsa de papel. Es la bola de cristal que le regalé a mi chica. Y tengo que tomar asiento después de guardar el arma entre mi pantalón para poder asimilar esto. —¿Cómo está? —Entre todo… feliz por tener a su hermano. —¿Y ese... tu jefe? —No ha querido hablarle, ni siquiera verla desde ayer. Se está... —¿Conteniendo para no herirla más? —Suelto una risa agria mientras veo fijamente el papel en mis manos—. Ambos sabemos, ambos lo sabemos... —suspiro—. Puede matarla. Trago hondo tras
Ámbar.En cuanto Elian apareció en la finca, me tocó y me besó, supe que lo que estaba pasando era Real. Nos íbamos a escapar, eso también era algo real. Finalmente podría huir con el hombre que quería ser feliz.Sin embargo, aunque tenía a Adrián a mi frente, y este me abrazaba llorando, se instalaba en mí ese pensamiento que me hacía creer que realmente todo lo que había pasado en un solo día era irreal.Tuve la oportunidad de irme con Elian, y pocos minutos después tuve la oportunidad de recuperar a mi hermano.La elección no fue fácil. No lo es ahora y no lo será nunca. Porque mi pecho está feliz por tener a mi hermano devuelta, pero en el fondo de mi corazón hay un cuchillo queriendo salir para terminar de traspasarme el alma por dos razones;Probablemente voy a perder a Elian para siempre.Y ahora seré manipulado por mi esposo hasta que no queden rastros de mí.—No pido que me perdones —expresa mi pequeño hermano, Adrián.Él se encuentra frente a mí, los dos con las piernas cruz