Darwin.Quería verificar que Ronett no estuviese allí, así que me pasee por todas las habitaciones antes de que pudiese llegar al cuarto de Ian. Y no encontré a la rubia traicionera.—Hermano.—Patán Baker.—¿Cómo te sientes?—¿Te importa? Esta casa es grande, y hay eco, para que sepas.Tomé asiento al lado de su cama. Su rostro estaba deshinchado, pero había rastros de lo que había ocurrido. Y sentí entonces nostalgia, tristeza, rabia. Por mí, por lo sucedido con Ian, por ponerlo finalmente en gran peligro, por lo ocurrido con Ámbar… Por mis manos, por mí temperamento.—Eres mi hermano, Ian —solté entre un suspiro.—Tú también eres el mío, Darwin, y por ello es que cuando algo te sucede me chispea.—Yo no te...—No, no lo mencionaste, no me obligaste ni nada, pero recuerdo todo el daño que le hiciste a Jules, así que era de esperarse que algún día dejara salir su rencor, y eso... eso no es mí culpa.Rodé los ojos.—Tú y yo no podemos tener una conversación en paz ¿no? —pregunté levan
Elian.Ámbar tenía 18 años cuando su hermano de 15 fingió que estaba muerto. Ámbar me dijo;—De repente estaba convulsionando por lo que ante mis ojos había consumido y sus amigos se lo llevaron. Yo me hice hielo, y me descongelé cuando llegaron de nuevo a la cueva para decirme que estaba muerto.No quiso ver el cadáver. Ella no quiso que la última imagen de su hermano menor fuese aquella.Ellos habían pasado por cosas que ni mis peores pesadillas inventaban. Sí, lo mío era sangre y bombas, pero lo que ellos pasaron iba más allá.Vi en los ojos de mi pequeña la desesperación cuando salió de su trance.—Elian...No sabía si había siquiera escuchado lo que yo le había gritado al desgraciado; estaba tan pálida, tan ida, y tan... asombrada.—¿Segura que es tu hermano...?Carly había estacionado su auto justo cuando Darwin llamó, y estábamos a quince minutos de Cardiff, en medio de dos vías; una nos llevaría a la ciudad, y la otra a lo que teníamos planeado cuando nos subimos al auto.Mi c
Elian. —Abre, no vengo a cumplir con mi promesa. Es Sebastian. Aun así, busco aquella arma que usé para noquearlo en la finca para esconderla detrás de mi espalda antes de que lo deje entrar. —No he sido muy discreto que digamos —expreso. —Tampoco te ha importado mi amenaza, soldado Davis. —¿Te sigue el guardaespaldas de Baker porque no quieres ensuciarte las manos tú? Sebastian observa toda mi habitación y niega con severidad. —Solo vine a entregarte esto. —Me extiende una carta, y también una bolsa de papel. Es la bola de cristal que le regalé a mi chica. Y tengo que tomar asiento después de guardar el arma entre mi pantalón para poder asimilar esto. —¿Cómo está? —Entre todo… feliz por tener a su hermano. —¿Y ese... tu jefe? —No ha querido hablarle, ni siquiera verla desde ayer. Se está... —¿Conteniendo para no herirla más? —Suelto una risa agria mientras veo fijamente el papel en mis manos—. Ambos sabemos, ambos lo sabemos... —suspiro—. Puede matarla. Trago hondo tras
Ámbar.En cuanto Elian apareció en la finca, me tocó y me besó, supe que lo que estaba pasando era Real. Nos íbamos a escapar, eso también era algo real. Finalmente podría huir con el hombre que quería ser feliz.Sin embargo, aunque tenía a Adrián a mi frente, y este me abrazaba llorando, se instalaba en mí ese pensamiento que me hacía creer que realmente todo lo que había pasado en un solo día era irreal.Tuve la oportunidad de irme con Elian, y pocos minutos después tuve la oportunidad de recuperar a mi hermano.La elección no fue fácil. No lo es ahora y no lo será nunca. Porque mi pecho está feliz por tener a mi hermano devuelta, pero en el fondo de mi corazón hay un cuchillo queriendo salir para terminar de traspasarme el alma por dos razones;Probablemente voy a perder a Elian para siempre.Y ahora seré manipulado por mi esposo hasta que no queden rastros de mí.—No pido que me perdones —expresa mi pequeño hermano, Adrián.Él se encuentra frente a mí, los dos con las piernas cruz
Ámbar.Mi hermano ve a Sebastian con un rostro acusador.—¿”Seguro”? —dice Adrián—. ¿Esas fueron sus palabras?—Señor Adrián, no creo que sea conveniente que tome esta posición.—A mí me interesa un carajo lo que tú creas, idiota, ¡Eres el guardaespaldas de mi hermana y mira cómo ese idiota la tiene!Y no sé en qué instante todo se sale de control. De pronto veo a mi flaco hermano darle un buen derechazo a Sebastian que lo deja atontado. No obstante, rápido mi supuesto guardaespaldas se recupera.Y es aquí en donde comienzo a pensar qué sería de mí si Adrián jamás se hubiese ido de mi lado. Quizás, solo quizás me habría hecho ver las cosas de otra forma, porque veo justo ahora en sus ojos esa voluntad que siempre me ha faltado para tomar una decisión sin temor a qué rayos se suponía iba a ser de mi vida si dejaba a Darwin.Es notorio que estos años en la calle a mi hermano lo hizo más rudo, y Darwin a mí propensa a sufrir de cualquier cosa que se le ocurra.—Ámbar… —Sebastian ve con f
Darwin.—¡Maldito infeliz, te vas a arrepentir de lo que hiciste! ¡Desgraciado!Los gritos de Gaspar hacia mí se escuchan en toda la sala frente a muchas personas en cuanto con esposas lo sacan de aquí.Respiro profundo viendo de reojo a mis costados. Y sí, las miradas se enfocan en mí más que el personaje que grita con ganas miles de cosas más.El jurado lo ha declarado culpable y ni mi equipo ni yo movimos un dedo para que ello sucediera. Es decir, las evidencias siempre, aunque en el video completo se mostrase que a mí era a quien Emily le tenía miedo, apuntaban a que la persona con la que se había citado era con él; además de ser asesinada en su casa, con sus armas…Todo salió perfecto, nadie me acusó de nada, porque estuvo claro que fue Gaspar quien publicó el video de Emily y yo en el juego de roles; además, sí debo admitir que mis otras preocupaciones fueron resueltas por Sue Black y mi propio padre. Así que al final, mientras me encuentro poniéndome de pie junto a Sarah mi a
Darwin.La junta termina sin darme cuenta, hasta que mi padre chasquea sus dedos frente a mí.—Le pediré a Ronetta que haga una cena esta noche, deberías ir.Resoplo sin verlo.—No, padre, no quiero estar frente a más personas fingiendo que me siento bien.—Ya, habla… —Me mira con severidad—. Todos nos dimos cuenta de tu comportamiento así que espero una explicación… —Y al no conseguir respuesta de mi parte porque siento que si hablo de esto mi voz saldrá entorpecida, él me ve con pena para decir; —No eres mi hijo, el Darwin Baker que quiere ser presidente de la nación. Y no quiero que de tu boca salga ese maldito nombre, Darwin.—¿Y si es por ella que me encuentro así, padre? —lo digo, inmóvil, viéndolo a los ojos, sintiendo cómo todo dentro se me revuelve hasta causarme nauseas—. Padre… Ámbar es mi esposa.Mi esposa, la cual el día de ayer estuvo por escaparse con otro hombre.Aprieto los puños ante la voz detrás de la línea, esa que no me dejó dormir anoche al pasearse y repetirse
Elian.Siempre había escuchado acerca de la ley de atracción; creencia de que uno siempre atrae lo que piensa. Así que aunque en este caso no hayan sido pensamientos positivos, terminé por atraerlos a mí, como un río desbordante en su máxima potencia. No quería involucrarme con políticos y Clarke Simmons es uno de ellos, al igual que su tío del cual me ha hablado en varias ocasiones, Niall Owen, el otro candidato a la presidencia.La tercera noche en que acabó mi nueva rutina laboral, Clarke me pidió que tomara uno de sus autos y que lo tuviera como mi medio de transporte; en vista de que dos días seguidos me vio llegando un poco tarde a su casa, gracias al transporte público.—Ya te he hecho el pago, has tenido un buen desenvolvimiento estos días.Yo también quería creer que era así. Era el nuevo, era lo que al menos esperaban de mí “un buen inicio”.Con mi nuevo sueldo me mudé, precisamente la noche en que Clarke me dio el auto. Tomé mis pocas cosas, a Kai, y fui recibido en un luga