75: Amor enfermo.

Ámbar.

Darwin impidió que le hiciera una llamada a Elian cuando llegó de la nada, abatido.

Y eso, junto con lo que había pasado durante el día, su actitud, me dejó pasmada.

—Por favor, no quiero que salgas de casa —me susurró esa noche en la que había ocurrido lo de Ian—. Estás en peligro. Y si algo te pasa voy a destruirme.

Ese no era el Darwin que estaba acostumbrado a ver, ni sentir.

El Darwin que yo conocía era reacio a expresar los sentimientos vulnerables. Y aunque me había dejado claro en varias ocasiones que yo significaba una vulnerabilidad en su masculinidad, era completamente diferente ver que también lo era en sentimientos.

Estaba comenzando a creer que Darwin realmente estaba enamorado de mí, que no importaba nada de lo que hubiera pasado, él de verdad me quería.

Pero era un amor enfermo, y eso lo tenía bien claro.

Era amor, y destrozar ello estaba comenzando a pesar en mi consciencia.

Sabía que lo había engañado, en todas las formas existentes, y tener que verlo
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