Elian.Suspiro ante los latidos de mi corazón cuando la persigo con la mirada y la veo sentarse; sin embargo algo me detiene, pues la mirada de Sebastian se cruza conmigo cuando se pone casi a mi frente pero en el otro extremo al lado del escenario, y aunque le cuesta reconocerme finalmente lo hace, y me doy cuenta porque niega severamente con la cabeza después de que se le haya abierto un poco la boca.—Todos en sus puestos, están por cerrar —les digo a todos.No hace falta que me respondan, solo Cesar quien se encuentra al lado de Owen es quien hace un leve asentimiento hacia un lugar inexistente.Entonces la tensión aumenta cuando, primero, no puedo hacer como si Ámbar no estuviese allí porque necesito tenerla más cerca y saber si la carta de Levi es de su parte, y segundo, para cuando el presentador hace pasar a los tres oponentes al escenario, recibiendo entonces cada uno su respectiva porra.Hay gran silencio cuando uno de ellos comienza a hablar, allí, de pie, apoyado de su mes
Melly.Ian: Lo siento.Melly: no te preocupes.Ian: Solo...Ian: ¿podemos vernos otro día?Melly: Sí.Melly: Siempre y cuando no tenga nada qué hacer.Ian: De acuerdo. Y de nuevo, lo siento Melly.Anteayer al salir de mi nuevo trabajo fui de inmediato a casa para prepararme en mi cita con Ian.—No me gusta que ese chico sea tan...—¿Loco? —le pregunté a mi mamá, ella asintió viéndome con severidad—. Es un buen chico.—Lo sé... —Tras ello la miré rápidamente—. Bueno, eso es lo que creo, a pesar de todo; digo, no dejó de venir a verte y... las flores estaban bonitas.Vi tras la mirada de mi madre su preocupación, así que dejando el pequeño guardaropa a un lado fui con ella para tomar sus hombros en un abrazo.—¿Exactamente qué es lo que te preocupa?—¿Qué te preocupa a ti? —Ella me cuestionó de vuelta, mirándome de esa forma. Mi corazón se aceleró—. Puedo ser tu madre, pero sabes que eso no significa que voy a impedirte realmente salir con él. Lo único que quiero es que te cuides, de to
Melly.La tarde se hizo mucho más eterna que la de anteayer, con la diferencia de que ese día estaba solo esperando la hora para correr a casa para mi salida con Ian, y hoy solo quiero correr a casa para lanzarme a la cama y dormir hasta que la alarma suene de nuevo anunciando un nuevo día.—Buenas noches, dígame ¿en qué puedo ayudarle? —Será la última llamada por el día de hoy y me centro en sonar calmada—. ¿Aló?—Nunca, por lo más estúpido que te parezca, me vuelvas a hacer algo como esto Mellyanna Hugh.Mi boca se seca al mismo tiempo que mi corazón se acelera por la voz del otro lado de la línea.—¿Ian...? ¿Cómo rayos?—¡Contesta el teléfono!Y me veo en la obligación de, con las manos temblando, tomar el teléfono mientras mis ojos se enfocan en el reloj que está a segundos de marcar mi salida.Quito aquél ajuste permanente del contacto de Ian y de inmediato recibo una llamada suya.—Ian, yo...Su llanto.Solo puedo escuchar su llanto.Con el corazón en la boca veo a todos lados,
Ámbar.Yo sabía de terror; muchas veces había pasado por situaciones en las que creía que sería mi fin. Y estar dentro de comentarios inadecuados e insultos, acompañadas de Castigo por tener un esposo como el mío, fue otro de esos momentos.Ello me hizo recordar al inicio de mi relación con Darwin. Pensé que esas personas habían tomado la decisión de ignorarnos; hasta anteayer.Por suerte pude controlar lo que desde mi pecho comenzaba a ascender, gracias a la música; perdiéndome en recuerdos bonitos, como la sensación de estar en casa junto a Elian hacía unos días en el hospital.Ese día reaccioné cuando entramos al auto después del desastre del debate; estaba asustada porque recordaba la mirada de Darwin sobre Elian y sobre mí. Así que justo cuando pensé que mi martirio le pondría final a mi historia, salió con algo totalmente diferente a lo que esperé.—¿Cómo se llama?—¿Quién...? —cuestioné mirando la ventana.Podía ver por el retrovisor delantero que Sebastian nos seguía el camin
Ámbar.—¿Entonces es completamente seguro...? —me pregunta un Adrián emocionado.—Sí, adiós, pero vuelve ¿de acuerdo? —le digo.—Claro que voy a volver, no voy a dejarte sola otra vez ¡Gracias! —Adrián me da un beso en cada cachete, y ante la mirada severa de Sebastian en la entrada de la casa, se va.Adrián ya me ha manifestado su preocupación sobre estas libertades. Teme que yo termine envuelta en las garras de Darwin, pero mi hermano sabe que la única razón por la cual estoy haciendo esto, es para tener la oportunidad aunque sea mínima, de sentirme un poco libre, y de ver a Elian.—Señora, ¿me permite hablar con usted?—Sebastian... no me tutees, Darwin no está —le digo, adentrándome a la sala para sentarme y escuchando sus pasos acercarse.—Usted no es estúpida.—Oh, gracias...El moreno toma asiento a mi lado, y ello me sorprende, pero lo dejo tranquilo.—Usted sabe lo que está haciendo Elian Davis, y yo también.Siento algo subirme y bajarme desde el estómago a la garganta.—No
Darwin.—¿Qué fue lo que pasó?—Yo... ¡No lo sé! Él estaba en una llamada y... Yo simplemente estoy harta, Darwin.Mi padre yacía acostado con una expresión dolorosa en el rostro. Estaba dormido.Me había dicho Ronetta esta mañana que tuvieron una discusión.Resultó que mi padre tuvo otro infarto. El segundo en su vida, por suerte, a los laterales de su corazón.Mi padre le había pedido que no quería estar en un hospital, y por ello el doctor... estaba allí en casa, chequeándolo después de dos horas del suceso.Me llevé una mano al pecho dándome cuenta que, entre mi tranquilidad física, el órgano central de mi cuerpo estaba acelerado. Y este no se quedó tranquilo hasta que el doctor regresó y me dio una media sonrisa.—Debe renunciar a su trabajo; es evidente que le causa mucho estrés.—No ha sido por su trabajo —le hice saber mirando de reojo a una Ronetta que me vio también, cansada—. Nuestra situación familiar no se encuentra en el mejor momento, pero le aseguro que su trabajo no
Darwin.Apenas pongo un pie en casa me doy cuenta de lo eficiente que ha resultado ser Sebastian, pues ha sido él el que se ha encargado de traer aquí la mayoría de las cosas. Por lo que, debo admitir que en conjunto con Mylo, ha hecho un gran trabajo.Después de quitar mi corbata y aflojar la camisa, hecho un vistazo a todas partes, dándome cuenta que no hay rastros de Adrián, porque, de estar presente estaría haciendo lo posible para que esta cena no se lleve a cabo.—Gracias chicos —les digo, entre la preocupación por mi padre aun, algo entusiasmado por cómo pueda resultar esta noche.—No es nada, jefe. —Sebastian se retira, e igualmente Mylo después de darme un asentimiento.Por lo acontecido con el debate les he dicho que permanezcan tranquilos. Ellos van a sus casas, y están aquí a primera hora, pues sé que nadie se atrevería a arremeter contra mí, no a estas alturas.Canturreando la música de fondo arremango mucho más mi camisa manga larga para ponerme manos a la obra.Me gusta
Ian.—¿Entonces sí somos novios? —La abrazo por los hombros, arrimándola a mi pecho, logrando que sonría—. ¿Así como los novios que pueden salir de aquí tomados de la mano y todo eso...?Melly me da una mirada divertida pero esconde algo más que no sé descifrar.Me encuentro aquí viendo lo bonita que luce, con un vestido de flores, oscuro, que contrasta con su piel. Y aún me cuesta creer que me ha dicho que sí, porque antes del accidente todo apuntaba a que no tenía la intención de establecer una relación conmigo que sobrepasara los límites de amigos con beneficios.¿Cómo? Aún no sé, y no entiendo el porqué de su miedo a esto que nos pasa.—Sí somos novios, ¿y sí sabes lo mucho que me estaba negando al principio de conocernos verdad?—Definitivamente eres una novia bipolar.Ella me pellizca la barriga por encima de la ropa, yo me quejo.—¡Voy a denunciarte por maltrato, señorita Hugh!Ella se ríe contagiándome y... ambos suspiramos, allí, abrazados, en el lugar en donde tuve mi primer