Ámbar.Yo sabía de terror; muchas veces había pasado por situaciones en las que creía que sería mi fin. Y estar dentro de comentarios inadecuados e insultos, acompañadas de Castigo por tener un esposo como el mío, fue otro de esos momentos.Ello me hizo recordar al inicio de mi relación con Darwin. Pensé que esas personas habían tomado la decisión de ignorarnos; hasta anteayer.Por suerte pude controlar lo que desde mi pecho comenzaba a ascender, gracias a la música; perdiéndome en recuerdos bonitos, como la sensación de estar en casa junto a Elian hacía unos días en el hospital.Ese día reaccioné cuando entramos al auto después del desastre del debate; estaba asustada porque recordaba la mirada de Darwin sobre Elian y sobre mí. Así que justo cuando pensé que mi martirio le pondría final a mi historia, salió con algo totalmente diferente a lo que esperé.—¿Cómo se llama?—¿Quién...? —cuestioné mirando la ventana.Podía ver por el retrovisor delantero que Sebastian nos seguía el camin
Ámbar.—¿Entonces es completamente seguro...? —me pregunta un Adrián emocionado.—Sí, adiós, pero vuelve ¿de acuerdo? —le digo.—Claro que voy a volver, no voy a dejarte sola otra vez ¡Gracias! —Adrián me da un beso en cada cachete, y ante la mirada severa de Sebastian en la entrada de la casa, se va.Adrián ya me ha manifestado su preocupación sobre estas libertades. Teme que yo termine envuelta en las garras de Darwin, pero mi hermano sabe que la única razón por la cual estoy haciendo esto, es para tener la oportunidad aunque sea mínima, de sentirme un poco libre, y de ver a Elian.—Señora, ¿me permite hablar con usted?—Sebastian... no me tutees, Darwin no está —le digo, adentrándome a la sala para sentarme y escuchando sus pasos acercarse.—Usted no es estúpida.—Oh, gracias...El moreno toma asiento a mi lado, y ello me sorprende, pero lo dejo tranquilo.—Usted sabe lo que está haciendo Elian Davis, y yo también.Siento algo subirme y bajarme desde el estómago a la garganta.—No
Darwin.—¿Qué fue lo que pasó?—Yo... ¡No lo sé! Él estaba en una llamada y... Yo simplemente estoy harta, Darwin.Mi padre yacía acostado con una expresión dolorosa en el rostro. Estaba dormido.Me había dicho Ronetta esta mañana que tuvieron una discusión.Resultó que mi padre tuvo otro infarto. El segundo en su vida, por suerte, a los laterales de su corazón.Mi padre le había pedido que no quería estar en un hospital, y por ello el doctor... estaba allí en casa, chequeándolo después de dos horas del suceso.Me llevé una mano al pecho dándome cuenta que, entre mi tranquilidad física, el órgano central de mi cuerpo estaba acelerado. Y este no se quedó tranquilo hasta que el doctor regresó y me dio una media sonrisa.—Debe renunciar a su trabajo; es evidente que le causa mucho estrés.—No ha sido por su trabajo —le hice saber mirando de reojo a una Ronetta que me vio también, cansada—. Nuestra situación familiar no se encuentra en el mejor momento, pero le aseguro que su trabajo no
Darwin.Apenas pongo un pie en casa me doy cuenta de lo eficiente que ha resultado ser Sebastian, pues ha sido él el que se ha encargado de traer aquí la mayoría de las cosas. Por lo que, debo admitir que en conjunto con Mylo, ha hecho un gran trabajo.Después de quitar mi corbata y aflojar la camisa, hecho un vistazo a todas partes, dándome cuenta que no hay rastros de Adrián, porque, de estar presente estaría haciendo lo posible para que esta cena no se lleve a cabo.—Gracias chicos —les digo, entre la preocupación por mi padre aun, algo entusiasmado por cómo pueda resultar esta noche.—No es nada, jefe. —Sebastian se retira, e igualmente Mylo después de darme un asentimiento.Por lo acontecido con el debate les he dicho que permanezcan tranquilos. Ellos van a sus casas, y están aquí a primera hora, pues sé que nadie se atrevería a arremeter contra mí, no a estas alturas.Canturreando la música de fondo arremango mucho más mi camisa manga larga para ponerme manos a la obra.Me gusta
Ian.—¿Entonces sí somos novios? —La abrazo por los hombros, arrimándola a mi pecho, logrando que sonría—. ¿Así como los novios que pueden salir de aquí tomados de la mano y todo eso...?Melly me da una mirada divertida pero esconde algo más que no sé descifrar.Me encuentro aquí viendo lo bonita que luce, con un vestido de flores, oscuro, que contrasta con su piel. Y aún me cuesta creer que me ha dicho que sí, porque antes del accidente todo apuntaba a que no tenía la intención de establecer una relación conmigo que sobrepasara los límites de amigos con beneficios.¿Cómo? Aún no sé, y no entiendo el porqué de su miedo a esto que nos pasa.—Sí somos novios, ¿y sí sabes lo mucho que me estaba negando al principio de conocernos verdad?—Definitivamente eres una novia bipolar.Ella me pellizca la barriga por encima de la ropa, yo me quejo.—¡Voy a denunciarte por maltrato, señorita Hugh!Ella se ríe contagiándome y... ambos suspiramos, allí, abrazados, en el lugar en donde tuve mi primer
Ian.El silencio se vuelve más que incómodo. Y eso hace sin duda que no tenga más opción que prestarle más atención a mis dolores, porque ella se distancia de mí, como si hubiese una gran barrera.Y lo peor es que no sé cómo solucionarlo.Ella es complicada, ella no es fácil, dale tiempo. Eso me lo repito porque no puedo evitar sentirme molesto del que este día vaya a terminar de esta forma.Apenas me doy cuenta que he traído el teléfono conmigo, que no me traje el auto para la cita por lo que ocurrió hoy en la madrugada con mi padre, y que no tengo nada más que tarjetas para pagar, en el momento en que bajamos del taxi.—Gracias… —Le doy una media sonrisa al taxista cuando este, en vista de que no tengo más que una moneda en el bolsillo, nos deja frente a la casa de Melly. Claro, no sin antes darme una mirada de pena, seguramente por lo que tuvo que presenciar a estas horas: el inesperado cambio de humor de mi novia.—Entonces... voy a llamar a...—Vas a quedarte a dormir, Ian —dice
Ámbar.Darwin llevaba todas las de ganar; con una comida deliciosa, una decoración hermosa, una caja de regalo preciosa en el fondo de la mesa la cual no tenía verdadera curiosidad en destapar, y una actitud desconcertante.Pero yo tenía que tomarme aquello; eso que me haría ir al baño veinte minutos después de consumirlo, y ya que me he tomado dos al venir al baño, probablemente me mandará al baño toda la noche. Por eso regreso con mi mejor energía a la sala de nuevo, porque sé, que el que se hace llamar mi esposo, esta noche no logrará su cometido.—Ámbar... —Una voz familiar me detiene.Y de pronto el ambiente se convierte en uno donde, después de ver a Silly con una sonrisa, solo puedo darme cuenta que Elian, mi hombre, se encuentra a su lado mirándome, y que, Darwin, se encamina hacia mí para tomarme por la cintura. Todo se vuelve algo borroso, confuso y pesado.Elian ve con detalle la mesa, y sus ojos confusos van conmigo. Luego, ve con recelo el movimiento de Darwin de darme un
Ámbar.Me preocupa lo lento que han pasado los minutos para cuando, inevitablemente, Darwin se encuentra desabrochando con una mano mi pantalón de cuero y ataca con hambre mi cuello, mi oreja y mi boca.Me siento sofocada cuando palpo su cuerpo y creo que ello se debe a que Darwin sabe cuáles son mis puntos débiles. En este momento quiero pensar en Elian pero lo único que puede mi mente pensar es en la imagen suya al lado de Silly, y ello me frustra.Mi esposo pasa sus dedos de forma suave por mi coxis haciendo una línea recta hasta mi columna, por lo que tiemblo en sus brazos con ayuda también de su lengua besándome bien. Tengo que corresponderle. Y mi corazón se acelera cuando siento mi intimidad empaparse por los masajes que le brinda a mi clítoris directamente, con esa agilidad de sus manos.Jadeo en su oído, aferrándome a su cuello, lo beso allí, cerrando mis ojos, perdiéndome en otro momento; el momento de Elian haciéndome suya, y lo mucho que deseaba ser yo quien me fuese con é