110: Nos han descubierto.

Ámbar.

—¿Ya se fue? —Mi hombre cuestiona asomando su nariz por una pequeña línea entre la puerta y el marco.

—Sí, ven, por favor…

Tomo su mano para salir del baño, y luego, desde mi cama, estiro mis manos hacia él. Sí, comportándome con una niña porque así me siento, pequeña, con ganas de que me mime y me dé todo el calor que he extrañado tanto de él.

Nunca me había sentido de esta forma con nadie más. Toda mi vida tuve que hacer el papel de una niña, adolescente, mujer, fuerte. Y a pesar de que cuando Darwin llegó y me hizo sentir afortunada y consentida, jamás me sentí como ahora.

Ahora sé que definidamente no se puede comprar la seguridad cuando se habla del corazón. Estando con Darwin me sentía segura, pero gracias a su guardaespaldas y el dinero que tiene; pero con Elian, solo me bastan sus palabras, mirar sus ojos, sentir sus labios y su corazón junto al mío, para estar más que segura de que con él puedo ser yo misma, inclusive si eso significa querer comportarme como una niña.

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