Capítulo 3: Sensualidad.

Llegan a tempranas horas de la mañana, Alan y su amigo Bryan, para conversar con el teniente Timothy Logan, con el fin que los ayude con la misión de atrapar al diantre. Ingresan rápidamente a su oficina, el teniente los espera:

—Buen día Teniente—saluda Alan.

—Buen día muchachos, ¿qué los trae por aquí?

—El diantre teniente, se nos ha hecho muy difícil, dar con el paradero de ese sujeto y justo cuando creemos, tener una pista fehaciente se nos estropea toda la operación—expone Bryan con preocupación.

—¡El diantre! Resulto ser más astuto, que nosotros teniente—musita Alan.

—Hasta creo que, tienes de aliados a la seguridad nacional.

—Es lo más probable.

—Ayúdenos teniente solo confió en usted, es un hombre justo—asienta Alan.

—Gracias por el concepto que tienes de mi muchacho, prometo que te ayudaré—indica el teniente Logan esbozando una tenue sonrisa.

Desde la ventana, los vigila un subalterno del teniente Logan, un policía corrupto que también envía información a cambio de dinero a Gio, la mano derecha del diantre.

Carl se aparta a un costado y llama enseguida a Gio:

—Gio aquí esta Solís, pidiendo ayuda al teniente Logan. Tienes que duplicar tu seguridad y hablar velozmente con el contacto que tenemos en el FBI.

—¡Maldición Solís! Creo que es tiempo, de mandarlo hacerle compañía a Adams, pero en el infierno.

—Solís es peor que Adams, es más persistente y joven. Se le metió entre cejas y cejas encerrar al diantre a toda costa. Lo bueno, que no tiene mucha información al respecto de él, así como todos.

—Es mejor así, el diantre vive entre las sombras y en medio de la oscuridad—cuelga estrepitosamente la llamada. Y sigue su conversación con la madre de Ángel:

—¿Con quién hablabas Gio?

—Cosas de negocios.

—¿Sigues en las mismas andanzas?

—No es tu asunto Sofía.

—Gio, quiero que me digas la verdad, ¿está mi hijo involucrado en negocios turbios?

—¿Por qué lo preguntas?

—Ángel es frio y a veces déspota, muy parecido a Ítalo. Tengo miedo, de que haya continuado su legado.

—El legado del Ítalo Greco, murió junto con él en aquella balacera.

—Moriría si mi hijo continuara con su legado, no quiero ver a mi único hijo, sumergido en el cruel mundo de la mafia.

—Sabes que cuido de Ángel, como si fuera mi hijo Sofía. Él no es como Ítalo, tenlo por seguro. Ahora me voy.

—¿A dónde vas Gio?

—A ocuparme de unos asuntos.

—Aún tenemos una conversación pendiente.

—Eso puede esperar, llevo más de 30 años esperando Sofía—sale Gio con mucha seriedad, dejando a Sofía con una extraña sensación de angustia.

*****

Empresas Garrett

—Ana cancela mis dos últimas reuniones, tengo que llevar a mi madre para una entrega de ayudas. También quiero que envíes a la fundación mar de plata, los beneficios correspondientes para los niños desamparados, están llegando muchos niños a este país en calidad de inmigrantes.

—Y cada vez aumentan más Ángel.

—Pobres criaturas, en fin. Haz lo que te ordeno y ya sabes, ni una palabra de quien soy. No quiero ufanarme de nada. De acuerdo.

—Se hará como siempre Ángel.

Ángel siempre se ha mantenido ayudando a los demás bajo perfil, solo su fiel secretaria Ana es quien conoce junto con Gio, las dulces intenciones que oculta en su corazón. No es inmune ante tanta miseria humana y al sufrimiento de las personas. Siempre busca de ayudar al desamparado, en medio de un blindaje, donde termina partiendo su vida en dos.

Llega de visita Maya, una mujer temeraria y muy sensual, quien acompaña al diantre en sus misiones, mira a Ana de reojos y ésta sale de inmediato de la oficina, para ocuparse de las ayudas humanitarias.

—¡Maya siempre tan placentera! —exclama Ángel, mordiendo ligeramente su labio inferior.

—¡Ángeles y querubines! No eres ni la sombra, del sujeto que vi anoche—susurra muy cerca de su oído con seducción.

—Ja, ja, ja—se carcajea Ángel enseguida.

—Lo hacemos aquí o nos vamos a otro lugar—propone la sensual Maya.

—Allí está el sofá—indica Ángel, cayendo en el juego de incitación que inicia Maya.

Ángel Greco, puede que esté obsesionado con el dinero, pero también con las mujeres, manifiesta no amar a ninguna cuando con todas se acuesta. El amor en su vida, por ahora es el gran ausente.

Al terminar su faena intima, Maya mientras se arregla le expone:

—Ya terminé de coordinar las rutas de distribución, mañana salgo a Brasil para reunirme con el carioca y luego de allí parto a Jamaica.

—Eres muy astuta.

—No tanto como tu Angelito, hay mucho dinero de por medio, soy tan o más ambiciosa que tú. Nuestros negocios crecen como la espuma, así como nuestros enemigos. No solo tenemos de enemigo al tal Solís, sino a los caníbales de los gringos, que se creen dueños de Norteamérica.

—¡Olsen!

—El mismo, ya está pactando con los rusos, por nuestras balas. Son nuestras Ángel, tenemos que hacer algo para tomar ventaja, tenemos que desaparecerlo. Antes de Solís, debemos de ocuparnos de Olsen.

—Este negocio es así, siempre tan contradictorio, tienes que relajarte querida. Un día a la vez, ya verás que en lo que menos canta un gallo, Olsen es historia.

—Eso espero Ángel, me tiene hasta la madre ese tipo.

—Relax cariño, luego que vengas de tu misión por Brasil y Jamaica, nos internamos juntos en Barbados, los dos solitos, playa, sol y arena, ¿te apetece el plan? —expresa Ángel sujetando su cintura.

—Mucho diantre, ahora si me voy. Vine en busca de placer y lo hallé, eres tan sexy y divino. Como no resistirse ante tus encantos cariño—lo besa en los labios son mucha suavidad, mordiendo con ligereza su labio inferior.

—Besas divino—murmura Ángel con fascinación.

—Gracias por lo que me toca, seguramente has besado muchas bocas.

—Pero, nunca labios tan sensuales como los tuyos.

—¡Huy!

Antes de salir de la oficina de Ángel, llega de improvisto la bellísima Samantha, saliendo Maya con una cínica sonrisa de oreja a oreja.

—Hasta pronto—se despide Maya, y Ángel bosqueja una carcajada. Samantha lo mira con aprensión diciendo:

—¿Se puede saber qué hacia esa mujer aquí?

—Hola Samantha, te quiero pedir que, por favor, no nos veamos más en mi casa, yo te aviso cuando tenga ganas.

—¿Qué dices?

—Aparte de hermosa, eres sorda. Hablamos luego, tengo cosas que hacer.

—¿Me dejaras así?

—Adiós Samantha—sale Ángel frunciendo el ceño, abandonando a Samantha muy molesta.

—¡Malcriado!

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