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Capítulo 4: Bajo un mismo cielo.

Convento sagrado corazón de María.

El día se vislumbra muy luminoso, ya Inmaculada se encuentra en la grata compañía de Sofía la madre de Ángel.

—Señora Sofía usted siempre tan generosa, Dios la recompensará ya verá.

—¡Ay hija! No lo hago por recibir ninguna recompensa, solo quiero dar un poco a los menos favorecidos principalmente a los niños, son tan inocentes—se muestra Sofía un poco entristecida.

—¿Le ocurre algo señora Sofía?

—¡Mi niña! Es mi hijo Ángel, recuerda que te he platicado de él.

—Si claro.

—Lo siento tan distante, a veces presiento que me oculta cosas.

—¿Cómo cuáles?

—Mejor no hablemos de eso, es un triste pasado que todavía pesa sobre mis hombros.

—¿Y su hijo que tiene que ver con ese pasado?

—Mucho hija, aunque espero estar equivocada. Mejor cuéntame de ti mi sol, el venir a verte también me da un poco de paz. Eres tan linda y buena, como me gustaría que mi hijo encontrara una muchacha como tú con tantos dones.

—Ya la hará, le pediré a Dios que así sea.

—Gracias querida. Mi hijo que no llega.

—¿Él venía con usted?

—Sí, trae el resto de los beneficios y también le pedí que me acompañara, quiero pasar más tiempo con él, es un empresario muy ocupado, no lo veo ni de día, ni de noche.

—Vaya que es un hombre muy ocupado.

—Tiene un emporio comercial, empresas Garrett.

—Si he oído de ella.

—A parte de generosa también eres culta.

—Gracias por los halagos señora Sofía.

—Quisiera frecuentarte más seguido, estoy tan sola.

—En unos días me voy al retiro espiritual, para prepararme formalmente y así convertirme en novicia.

—Es una lástima. Disculpa que te lo diga de este modo, pero siento que es un verdadero desperdicio, que te conviertas en monja siendo tan bella Inmaculada.

—La belleza es pasajera, lo que más quiero es entregarme a Dios y estar al servicio de los demás.

—¿Nada te hará cambiar de parecer? —la mira Inmaculada con ternura sostenido su mano.

Llega velozmente Ángel y hace contacto visual con Inmaculada, sus miradas se cruzan ligeramente. Viste como un filántropo, motivado por su oculto amor al prójimo. Aparenta ser perfecto, cuando está repleto de secretos espeluznantes. Inmaculada no para de mirarlo, sintiendo de inmediato como una corriente eléctrica electrocuta todo su cuerpo, palidece grácilmente y se da la media vuelta, evitando míralo fijamente a los ojos.

—Hola mamá—saluda Ángel con seriedad.

—Hijo no seas mal educado, donde quedaron tus modales. Saluda a Inmaculada, es la voluntaria de quien te hable.

—Ah si la monja. Un placer.

—Con permiso—busca Inmaculada de retirarse está sumida en el pánico, Ángel es muy intimidante para ella.

—Hija no te vayas, quédate.

—El que se va soy yo. Voy a ver cómo va lo del camión—mira de nuevo a Inmaculada y sus imperturbables ojos negros impregnan en los de ella, dejándola encandilada y sin aliento.

¿Decías Inmaculada? Por lo visto, deberá pensar muy seriamente en su vocación.

Al Ángel retirarse, no deja de pensar en esos hermosos ojos verdes de Inmaculada, su tierno mirar lo ha sacudido por completo, no es exento a tanta pureza y serenidad, que manifiesta la cándida joven, en su vida jamás se había topado con una chica como ella. Mira al cielo y luego inclina la mirada como buscando a Inmaculada, quien platicaba con su madre gustosamente, a la distancia ambos hacen contacto visual, inquietando internamente a dulce Inmaculada sin proponérselo.

Al cabo rato llega Alan el hermano de Inmaculada, Ángel recibe una llamada inesperada y sale como alma que lleva el diablo del convento. Su madre continúa con Inmaculada y ésta le presenta a su hermano:

—¡Hermano! —se levanta Inmaculada para abrazar a Alan.

—Mi consentida, ya traje el resto de las donaciones, como te prometí.

—Tan bello, ven y te presento a la señora Sofía.

—Un placer señora Alan Solís, el hermano de esta belleza.

—¿Verdad que es muy linda? Le decía, que pensara mejor eso de convertirse en monja.

—Lo mismo le digo yo a cada rato señora.

—Ya no empiecen, mi hermano es policía señora Sofía.

—¡Válgame Dios! No debe de ser fácil, estar persiguiendo vándalos por las calles de Nueva York—le viene a su memoria recuerdos, cuando su esposo Ítalo era el jefe de la mafia italiana y la sonrisa se les desdibuja del rostro.

—No es nada fácil, pero debo de cumplir con mi deber.

—Así se habla muchacho, déjame presentarte a mi hijo Ángel, ¿dónde se habrá metido?, voy a buscarlo.

—Vaya señora Sofía aquí los esperamos—al ir Sofía por su hijo, Alan le dice a Inmaculada:

—¡Qué señora tan simpática!

—Sí y es muy buena gente.

Busca la señora Sofía a su hijo por todos lados y al no hallarlo, le pregunta al chofer:

—¿Iván y mi hijo?

—Se fue con su chofer señora.

—¿Qué raro? —se encoje de hombros Iván y Sofía va de nuevo a reunirse con Inmaculada y su hermano.

*****

Horas más tardes.

Centro de Operaciones del Diantre, Nueva York.

—Gio tenemos que atacar no tenemos más opciones, Olsen se está convirtiendo en una pesadilla, mucho peor que el comisario Solís.

—Es un sujeto impredecible y temerario. No es un enemigo fácil de vencer.

—Justamente ahora se fue Maya a Suramérica, la necesito acá. Es muy hábil para iniciar un plan.

—Debemos de ser prudentes Ángel.

—¿Prudentes? Se ha llevado casi todas nuestras armas y de paso, les ha hecho mejor propuesta a los rusos. En este camino la prudencia, no es la mejor opción Gio.

—No podemos enfrentar así no más a Olsen, está muy bien armado y tiene prácticamente una tropa que lo respalda.

—Yo soy muy diestro con las armas, y siempre doy justo en el blanco. Soy un Greco querido Gio, soy un Greco—repite Ángel mirándolo fijamente, dejando a Gio muy pensativo y melancólico.

—¿Qué propones?

—Atacar, debemos eliminar a Olsen de una buena vez.

—Sigo pensando, que no es lo mejor ahora.

—Soy el jefe y yo decido, que se hace y que no—expone Ángel con altivez y continúa mirando con ferocidad.

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