- Christopher Grey -Quería acercarse a Dominik Blake para ponerle los puntos sobre las íes, pero dudaba que eso le sirviera de algo a su hermana. En su lugar, les dió espacio pacientemente hasta que el hombre cruzó la estancia para irse muy furioso.En ese momento decidió seguirlo y encararlo. Antes de que subiera al ascensor, le gritó:—¡BLAKE!El infeliz se dió la vuelta y lo miró, poniendo los ojos en blanco.—No estoy de humor para tus sermones ahora, cuñado. Tengo cosas que hacer ahora mismo —espetó, pulsando rápidamente los botones de la máquina.—Ya no soy tu cuñado —contradijo, pero Dominik se dio la vuelta para subirse al ascensor.No se rindió, y lo tomó por la chaqueta para no dejarlo escapar. Eran casi de la misma altura así que se vieron directo a los ojos.—Ya estamos hartos de ti, Blake. Deberías saber cuando has perdido una batalla e irte antes de que las cosas empeoren, mi hermana te dejo. ¡Entiende de una vez! —vociferó en su rostro.Dominik se soltó bruscamente de
- Annabeth Grey -—Buongiorno, gracias por venir el día de hoy. Me da gusto verte Dylan, supongo que ella es tu espléndida madre —dijo, utilizando el tono de voz más meloso que pudo.La mujer estaba ataviada en un abrigo de piel oscura, con unos tacones de aguja que la hacían superarla en altura por varios centímetros. Debido a su embarazo solo podía utilizar tacones de plataforma.—El gusto es nuestro, querida —saludó la señora, y parecía extrañamente amable. Pensó que la vería actuar como una serpiente venenosa, pero fue todo lo contrario.Entrecerró los ojos con sospecha, no podía confiar en esa mujer.—Si me dejan acompañarlos, puedo sugerirles los mejores vinos para esta velada —se ofreció con sinceridad.Dylan en ese momento se acercó para darle un afectuoso abrazo, el cual acepto gustosa.—Estoy tan feliz por ti, Beth. Te mereces esto y más, eres una mujer increíble. Tus padres han estado alardeando toda la noche de la hija exitosa que tienen —murmuró—. Casi no me pude escabull
La familia de Dominik está reunida en la estación de policía levantando una denuncia, y para bien o para mal, tenía que estar ahí.Seguía siendo legalmente su esposa, además, ahora los papeles estaban invertidos y él era su cuñado de una manera bizarra.Elena daba vueltas por el lugar sin descanso, Beth pensó que se haría un hoyo en el piso de tanta fricción con sus sandalias. Era una mujer alta que contrarrestaba su extra altura usando los zapatos más planos del mundo, tenía el cabello castaño revuelto de tanto rascarse la cabeza con desesperación.—Creo que fue mala idea venir aquí —susurró Sammael, mirando a su mamá con evidente preocupación.Se encogió de hombros, ella estaba más bien resignada.—¿Qué otra opción teníamos? Él sigue siendo tu hermano y sería sospechoso que no estés aquí. Solo piensa como lo haría el investigador y créeme que hasta sospecharía de tus abuelos —contestó igual en un susurro.Thomas Blake se encontraba hablando con los policías, dándoles su declaración,
Llegaron a la casa de Dylan, él mismo les había dado la dirección de su casa después de que hubieran hablado por teléfono minutos antes y aceptó aydiarle., utilizando su influencia como hijo del señor Wang.Sammael soltó un chiflido al ver la casa, y tuvo que estar de acuerdo. Era una mansión en toda regla, los jardines parecían sacados de una revista para el hogar. La construcción tenía estilo italiano, lógicamente.Incluso le pareció ver canchas de fútbol, básquetbol y piscinas rodeando la casa como si de un lago se tratase. Todo se encontraba bardeado y había vigilancia en cada punto cardinal.Tragó saliva, comenzaron a subir la escalinata de la entrada. Tocaron el timbre y segundos después, una mujer del servicio les abrió. Vestía la típica ropa destinada a la servidumbre.—Hola, buen día. Estamos aquí para ver al joven Dylan Wang —habló Beth.Ella les hizo un gesto para que entren en la casa. Dentro hacia algo de frío, y había un silencio sepulcral que la inquietó.—Les está espe
- DOMINIK BLAKE -Gruñó, sentía el cuerpo adolorido. Por algún motivo que desconocía, no podía moverse a su antojo. Las manos las tenía sujetas detrás de la espalda y su cabeza estaba apoyada contra las baldosas.Su garganta estaba tan seca que incluso podía sentir la lengua. ¡La lengua! Y eso no era algo que se podía sentir en condiciones normales.—¿Dónde estoy? —preguntó en voz alta, sonó en eco. Aquello lo paralizó. No sabía en donde estaba, pero sabía que por sus propios medios no había llegado ahí.Trató de erguirse hasta adoptar una posición sentada, cosa que me costó tanto trabajo que tosió. Tosió tan fuerte que al mirar bien, se dió cuenta de que mancho el piso con un líquido oscuro.Frunció el ceño tratando de vislumbrar algo en la oscuridad. No había nada. El lugar no tenía ninguna luz en lo absoluto, ni siquiera podía decir si era de día o de noche.Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, se puso de pie, aunque le costó otra tos dolorosa. Sentía que sus pulmones suf
Las horas pasaron sin mayor novedad, hacia el final del día, comenzó a preocuparse de verdad. El sol se escondía en el horizonte y la noche caía lentamente.Esperaban tener noticias de Dylan, confiaban en él. Annabeth sirvió un poco de té para la abuela Gia. Sentada en el sofá con la mirada perdida, le dió muchísima pena verla así. Nadie había querido contarle a los abuelos, pero Selene les convenció. ¿Y sí sucedía algo terrible y ellos se lo ocultaban? Jamás se los perdonarían.—Tome un poco, por favor. Para sus nervios —indicó Beth, dándole la taza en sus manos.La mujer palmeó su brazo con una mirada de infinita tristeza.—Gracias, mi niña. Deberías descansar, has hecho todo lo que pudiste.Negó con la cabeza.—Todavía no. Estamos esperando noticias, seguro que no tardan.Toda la familia estaba reunida en la casa de sus suegros, incluso los tíos y tías estaban ahí, puesto que el abuelo había decidido levantarles el castigo de momento. Incluso los primos más pequeños no jugaban ese
Y así fue como las horas se conviertieron en días, los días en semanas y las semanas en meses, pero Dominik seguía sin despertar.Aunque los doctores decían que ya estaba fuera de peligro, sus heridas habían sanado casi por completo. Los moretones ya tomaban un mejor color e incluso la cicatriz de su cirugía había quedado casi invisible después de sacarle los puntos... Él simplemente parecía dormir todo el tiempo.Dos meses ya habían pasado desde aquél fatídico día en que lo encontraron al borde de la muerte, y muchas cosas sucedieron mientras tanto. Incluso su hermano, Christopher, ya se había casado con Loretta.Beth había cumplido cuatro meses de embarazo en el transcurso de ese tiempo, y su pancita era más que evidente, puesto que tendría mellizos. Sam le decía que estaba maravillado con lo hermosa que se veía, rodeada en un halo de luz dorada a su alrededor.—¿Te imaginas que tengamos dos niñas? —preguntó Annabeth en la última consulta, llena de ilusión.Regyna sonrió, tratando d
Toda la familia ya había sido alertada sobre el despertar de Dominik, no tardaron en llegar rápidamente al hospital como si de una muchedumbre se tratase.Los primeros en darse cuenta habían sido sus padres, puesto que fueron los que ese día estaban de guardia. Esperaron pacientemente fuera de la habitación hasta que fuera el turno de Beth para entrar.—¿Cómo se encuentra? —le preguntó a su suegro.No se veía nada bien, y eso la preocupo. Si su hijo ya estaba despierto, debería verse más alegre o al menos más relajado. Pero por alguna razón, su mirada se perdía y parecía no escuchar nada por momentos.—Está fuera de peligro. Estará bien en unas semanas... tanto como pueda ser posible teniendo en cuenta que tuvo cinco paros respiratorios y todavía no saben si hay daño cerebral —contestó, sentándose finalmente después de dar vueltas en su sitio con inquietud.Sam y Beth se miraron, ambos pensaron lo mismo: algo no iba bien. Aunque decidieron guardar silencio, no querían hacerle pregunta