- CHRISTOPHER GREY -Las cosas en su casa eran más que caóticas. Siendo el hermano mayor, siempre tenía que demostrar fuerza y determinación; nunca podía verse débil. Si sus hermanos se metían en problemas, su deber era ayudarles a encontrar la solución.Cuando la compañía enfrentaba crisis, su deber era levantarla y no dejarla caer. Incluso cuando sus propios tormentos le estuvieran devorando el alma, tenía que seguir adelante contra todo pronóstico.Acarició el cabello de su hija con amor, era una pequeña de apenas cuatro años que no sabía los dramas que envolvían a su familia. Tampoco podía permitir que ella le viera decaído y superado; él era la única roca a cual se sostenía.La vió dormir sin ningún tipo de preocupación y se alegro de que fuera así, puesto que su madre tenía un año de haber dejado ese mundo y solía llorar hasta quedarse dormida; quizás por eso había tomado la decisión de casarse con aquella mujer, dado que se había quedado embarazada de él por accidente... Ellos
- DOMINIK BLAKE -Azotó su copa de vino contra la pared más cercana. No podía comprender cómo de la noche a la mañana si vida perfecta se había venido abajo.La mujer que amaba y por la que haría cualquier cosa si se lo pidiera, le había sido infiel todos esos años. Encima, el bebé que tanto esperaban con ansias ni siquiera era hijo suyo; sino de su amante. Su esposa, sumisa, respetable y que nunca hacía nada para llevarle la contrario... Lo engañó con su propio hermano. Además, estaba embarazada, pero el padre podía ser cualquiera de ellos dos.Y si por si eso no fuera poco, también la imagen que tenía en las altas esferas de la sociedad, se derrumbó. Ahora era el "doblemente cornudo, Dominik Blake".Esa misma mañana cuando el sol apenas estaba saliendo, se apresuró para realizarse una prueba de fertilidad. Ya había escuchado varias veces aquellas palabras "balas de salva" y comenzaba a sospechar que era intencional.Enderezó los hombros al escuchar el sonido de su teléfono fijo. To
Ella ya no estaba para emociones demasiado fuertes, los dramas familiares a la que estaba sometida tarde o temprano harían mella en su salud mental, y quienes pagarían por eso serían sus bebés.Así que optó por ser espectadora de la discusión en el jardín, sin participar. Solo observar con tranquilidad, imaginando que nada pasaba. Si solo entrecerraba los ojos, todo se ponía borroso y hasta parecía un momento agradable en familia.Sammael tomó su mano, le dió un suave apretón.—Él puede luchar sus propias batallas, cariño. A veces cuando los hombres y mujeres deciden unir sus vidas con otra persona, ésta llega con el paquete de problemas y dramas tras de sí; la decisión estará en la persona, si querrá aceptarlo o enfrentarlo, es parte de —le susurró a modo de reflexión.Evocó una media sonrisa y lo observó con sorpresa.—Has madurado, y eso me gusta. Te da un toque sexy, Sam.De pronto sus caricias en la mano ya no eran tan tiernas, si no sensuales. —¿En serio? Es la primera vez que
Día días después, Annabeth se encontraba admirando el precioso anillo de compromiso que Sammael le había regalado. Brillaba contra la luz de la mañana, encajaba a la perfección en su dedo anular.Al día siguiente de la pedida se había hecho la manicura, quería lucir con orgullo el anillo que era un símbolo de su amor.Una sonrisa de absoluta felicidad adornó su rostro, todavía no podía creer que hubiera dicho "sí", le parecía un sueño del que no deseaba despertar.De modo que ese día, en cuanto amaneció, llamo a su abogado. Estaba revisando unos papeles en su oficina mientras admiraba la joya, así que decidió llamarlo para presionarle por su separación definitiva—No me importa si tienes que sobornar al diablo, ¡quiero ese certificado de divorcio! —exclamó, perdiendo la paciencia.Ya quería ser una mujer libre, casarse con el hombre que amaba y formar una familia. Él le estaba devolviendo cada vez más la fé en el amor, confiaba en Sammael.Pero le sorprendió que el abogado en lugar de
Annabeth se retorció las manos en su regazo, el mesero acababa de traerles la carta para ordenar.—No sabía que vendríamos a un lugar tan elegante, me habría vestido para la ocasión —señaló Beth con una sonrisa a medias.Miró alrededor del lugar, era totalmente exquisito y lujoso. Su diseño más bien parecía estar basado en inspiración griega, con sus tonos blancos, el mármol y las enredaderas adornando las paredes.Sebastián negó con la cabeza, riéndose.—¿Bromeas? Estás encantadora. Creo que con lo que te pongas lucirías igual de bien. Este es mi restaurante favorito y me pareció una buena elección para cenar juntos, así te puedo recomendar los mejores platillos.Asintió en comprensión.—De acuerdo, ¿qué me recomiendas, entonces? Veo muchos platillos griegos, franceses e italianos —comentó, mirando el menú.Él frunció el ceño pensándolo, mientras lo ojeaba también.—¿Te gusta la pasta? No habrás comido una verdadera pasta hasta que pruebes esa —indicó con su dedo la imagen del platil
Trató de mantener la calma, respirando profundamente. Lo miró con determinación.—Dime una cosa... Por pura casualidad, ¿sabes quién soy yo? —atinó a preguntar con la incertidumbre escrita en el rostro.Si resultaba que él siempre supo quién era ella y se había acercado con otras intenciones... No sabía lo que haría, pero sería una venganza más a la lista. Por muy guapo y carismático que sea, no dudaría en sacar la artillería pesada.Estaba harta de las traiciones, ella ya no era la misma mujer de hace unos meses atrás.Pero él negó con la cabeza, confundido.—No, claro que no. Nunca traté de buscar información sobre ti, eso sería desleal. Me he mantenido al margen con lo poco que compartes conmigo. Yo valoro mucho la honestidad —respondió con tranquilidad.Beth se sereno un poco, sabía que estaba diciendo la verdad. Su expresión y tono de voz le hicieron saberlo.—Entonces dime porqué me mentiste. El nombre de Sebastián es el de tu hermano, ¿no? Sebastián Wang —preguntó con las cejas
Annabeth se quedó apartó de inmediato, sintiéndose asqueada por su patético intento de besarla. ¿Cómo podía creer que volvería con él después de todo el daño que le había hecho?Ya la había matado por dentro y ahora que había renacido, ¿resultaba que la amaba? ¡Mentiras!Le soltó un golpe en la mejilla derecha sin pensarlo dos veces. Aunque la mano le escoció por la dureza de la cachetada, jamás disfruto tanto el dolor como en ese momento.—¡Suéltame! No te atrevas a ponerme un solo dedo encima. Tú y yo hemos acabado. Me has perdido para siempre y nada de lo que digas podrá hacerme cambiar de opinión —exclamó, mirándolo con un profundo en sus ojos—. No me queda nada más para ti que asco y desprecio, te pagaré con lo mismo que tú me hiciste sentir todos estos años. ¡Lárgate!Su expresión era de total desolación. Traía la ropa arrugada, el cabello despeinado y la barba sin afeitar, no quedaba nada del hombre elegante y varonil del que solía estar enamorada; ahora solo podía verlo como u
- MINAH PARK -Estaba cansada de fingir. Si tenía que fingir un solo día más que ella era una señorita perfecta que nunca cometería un error y seguía las órdenes de sus padres al pie de la letra, terminaría por saltar de su balcón.Amaba salir a bailar, beber. Conocer gente y descontrolarse un poco. Le gustaban los hombres dominantes en la cama, apasionados y entregados a ella.Estaba enamorada de Sebastián Wang. Compartían el mismo gusto por un estilo de vida libre, querían explorar todo aquello que nunca se les permitió. La naturaleza, las distintas culturas y lenguajes, eran seres extrovertidos con ganas de comerse el mundo juntos.Siendo los hijos de hombres poderosos, ¿cómo podrían ser otra cosa más allá de sus títeres?Llegó en la madrugada a su casa mientras todo seguía a oscuras, no planeaba despertar a sus padres. Subió de puntillas hasta su habitación.Deslizó el vestido de lentejuelas por su cuerpo para quitárselo, y luego procedió a quitarse el cargado maquillaje del rostr