17. Atrapado infraganti

Pasé una semana más sin volver a ver a Melina. No la contacté por ningún medio, pero estaba seguro de que en ese preciso instante debía de estarme odiando. Para ser sincero conmigo mismo, tuve que ser así de frío la última vez.

Quizás estuvo un poco mal, pero no pude evitarlo. Cada vez que pensaba en que ella me estaba engañando, me volvía loco. Cuando pensaba que lo que sucedía entre nosotros se sentía bien, volvía a venirme a la mente que ella me busco todas esas veces intencionadamente.

¿Por qué se hacía la que no me reconocía? Tanta maldita actuación me sacaba de quicio.

Ella me abordo el día del bautizo, tuvimos una magnífica noche un poco pasados de copas pero no era como para olvidarlo. Ese día salí a comprarle pastillas para el dolor porque creí que había sido su primera vez, pero cuando volví ya no estaba por ningún lado. Lo peor vino cuando noté que dejó su cartera, y al sacarlo para ver si había algún número me encontré con pastillas anticonceptivas.

¿Por qué una mujer que
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