Capítulo setenta y cuatro: Tres meses “Narra Harry Mascherano”Analizo la estructura, cuidando que cada detalle esté en su lugar. Aunque solo un tonto se atrevería a cambiar... —¿Quién ha puesto una cascada artificial en la zona de los ascensores? —observo a cada uno de los presentes, ansioso por romper el cuello de cualquier ser viviente. Ellos tiemblan en respuesta sin pronunciar palabra, excepto por el vejete por supuesto. Él ya se ha acostumbrado a mi presencia y pocas cosas lo impresionan—. He hecho una pregunta. —La cascada combina a la perfección con el estilo y el concepto del diseño —salta la jefa del equipo de arquitectos con un tono dubitativo—. He pensado que... —¿Y quién te dijo que tenías permitido pensar? —pregunto cortante—. Te he puesto a la cabeza del equipo porque me has parecido la menos peor de todos..., pero así como te subí, te bajo. En mis diseños nadie se mete. Grábatelo en la cabeza, porque yo no advierto dos veces, linda. Grábenselo todos —añado para el r
Capítulo setenta y cinco: El peso de la abstinencia“Narra Ariana Fallon”Mis pasos firmes marcan la cadencia de mis caderas al recorrer la pasarela, como si yo fuera la reina del lugar y el público mis súbditos, arrodillados rindiéndome pleitesía a medida que avanzo. Y es que en cierta forma lo soy. Los diamantes colgantes del antifaz brillan ante la mezcla de luces entre los reflectores y las cámaras, resaltando casi tanto como el vestido plateado de alta costura que llevo. En mi vida he visto una prenda igual, confeccionada a mano en su totalidad. Giro, prendo las llamas, poso y sonrío como la nata seductora que soy, antes de regresar. Los aplausos a mis espaldas no se hacen esperar, el resto de las chicas desfilan una tras otras mientras yo me quedo para el final junto al diseñador. El mejor de la jodida casa Gucci. La princesa ha regresado, aunque muchos me llaman Reina, pese a que ese título ya le pertenece a la afamada Ana Belén por excelencia. Estoy resurgiendo de mis ce
Capítulo setenta y seis: Descubriendo a la zorra“Narra Harry Mascherano”El fastidioso de Lucio Cavalcanti vuelve a llamar y lo mando al buzón por enésima. Ni siquiera sé por qué no lo he bloqueado todavía. Expulso el aire contenido en los pulmones antes de bajarme del auto y llegar a la zona del Highlands-Sea Bridge. Según mis contactos, la estúpida que busco está por aquí. El imbécil de Lion Brooks no pudo encontrar la ubicación con todas sus influencias en Estados Unidos, pero conmigo el cuento es otro. Uno de mis hombres toca el timbre, pero yo prefiero tumbar la puerta de una patada y avanzar. Esperar y actuar con sigilo no es mi estilo.Cuando cae la puerta, ahí está ella a punto de echar a correr y solo tengo que estirar mi brazo para tomarla del pelo. Intenta lanzar un manotazo contra mí, pero es que es tan idiota que solo consigue darse la vuelta en mis brazos y mi otra mano corre a su cuello hasta que la incrusto contra la pared y empiezo a presionar peligrosamente su cuel
Capítulo setenta y siete: Cachorro y Princesa “Narra Harry Mascherano”Enseguida tengo a mi mujer donde quería… borracha pero entre mis muslos jugando a oler mi pelo. ¿Lo malo? Cree que soy el imbécil que se acaba de ir.—Sus voces son muy similares —declara—. Y me has llamado como él solía hacerlo. Incluso te le pareces. Hueles como él.—¿Ah, sí? —juego su juego—. ¿A quién me parezco?¿Acaso ha salido con ese tipo porque en su retorcida y desequilibrada cabeza le halla alguna similitud? ¡Yo no me parezco a nadie! Mucho menos a ese niño de papi egocéntrico. Todos los americanos son iguales, unos maldit0s, una plaga que debería ser exterminada.—A un hijo de perra idiota —responde como si acabara de alabarme—. Era un cabrón, pero olía rico.—¿Y qué más era? —indago curioso—. No te detengas, por favor. Me gustaría saber más sobre tu amigo.—No era mi amigo —me corrige—. La bestia Mascherano no tiene amigos, solo súbditos y esclavos. Pero conmigo se equivocó —bebe de su cóctel sin perde
Capítulo setenta y ocho: Estoy mejor sin ti“Narra Ariana Fallon”Pestañeo una y otra vez, esperando que en algún momento desaparezca. Sin embargo, él sigue ahí, frente a mí, durmiendo tranquilamente como si estuviera en su casa y… ¡desnudo!Estoy loca. Ahora sí se me ha ido la olla de manera definitiva.¿Qué demonios bebí anoche que me provoca semejante alucinación?—Buenos días. pequeña.¡Oh, Dios mío! Habla. La jodida alucinación habla ¡y sonríe!Estoy mal.—Soy real, pequeña —sigue hablando al mismo tiempo que yo niego con la cabeza de lado a lado, negándome a creerle—. Mírame…—No —niego en seco.—Tócame.—¡No!'No, no, no'.—Que lo niegues no hará que desaparezca.—¡Cállate! —chillo histérica.Yo… anoche me acosté con el doctor Becker. Imaginaba que lo hacía con mi ex marido… (¿o debería llamarlo marido falso?), ¡pero sabía que era Becker! ¿O no? ¿Tan ebria estaba que no lo pude distinguir? Y… ¿cómo caraj0 llegó Harry Mascherano al bar? ¿Planeó todo esto?'Eso puedes apostarlo,
Capítulo setenta y nueve: Hermana desaparecida“Narra Harry Mascherano”¿Por qué demonios todo en mi vida parece ir mezclado a este idiota?¡Joder, que es mi mujer! ¡Mía! No suya. Estoy solucionando una cosa y este tipo viene con más mierdąs a por mí, a por ella. ¿Quién le ha dado derecho a hablarle así, o meterse en su casa como si fuera suya propia? Es un jodido mal karma o algo.A veces creo que voy a acabar matándolo un día. Ni siquiera sé por qué no lo he hecho ya.¡maldit0 americano de pacotilla!—Si quiero matar a alguien, lo hago con mis propias manos, de frente y por la puerta principal —dejo claro sin tapujos—. Estás buscando en la dirección equivocada, Watson. —No lo creo, Mascherano —el muy imbécil se acerca hasta mi posición, pensando que puede amedrentarme con su mirada de hielo como al resto de los peleles que le rodean—. Estás acabado. Las ganas de reír me entran de buenas a primeras, pero no lo hago. Simplemente dejo ver una sonrisa retadora, midiéndolo sin intenci
Capítulo ochenta: No me conoces de verdad“Narra Harry Mascherano”Inhalo la nicotina del cigarrillo sin apartar la vista de la calle, en donde los oficiales cotorrean entre sí algún chisme gracioso. No soporto a los policías, ni siquiera a los que trabajan para mí.—¿Por qué has venido a New Jersey? —pese a que he echado de menos su voz, en estos instantes no me apetece mucho escucharla. Llevo demasiado tiempo compartiendo aire con Nathan Watson y eso me pone de muy mal humor. Sobre todo con su molesta actitud de 'soy el mejor, pese a que mi esposa sigue desaparecida'. Ni la desesperación le quita lo altanero.—Pensé que lo había dejado claro esta mañana.—¿Por qué justo ahora?'Porque tu asquerosa creadora quiere hacerte daño'.—Todo tiene su tiempo, pequeña.Me encojo de hombros como si nada.—El papel de filósofo no te queda.—En cambio a ti el de tocabolas te sienta de maravilla. —¿Sabes dónde está mi hermana?Ni siquiera le respondo. Ambos somos conscientes de que si lo supie
Capítulo ochenta y uno: El verdadero karma“Narra Ariana Fallon”Dejo a mi hermana todavía inconsciente junto a su marido, sin terminar de creer lo que ha sucedido en las últimas cuarenta y ocho horas. Un reencuentro, un secuestro y un rescate por todo lo alto…No puedo procesarlo todo. ¡Me niego! ¿Con qué derecho viene esa Bestia de pacotilla a armar su desmadre cada vez que se le da la gana y volver a marcharse, dándoselas de digno?'No'No le pienso permitir ni una más. Al parecer nuestro partido no termina, sin embargo, ahora seré yo quien se ha apoderado del tablero. Las piezas van a bailar a mi ritmo.—¿Cuándo nos vas a contar ese rollo que te traes con el ex de tu hermana? —mi madre toma la palabra mientras mi padre me observa con severidad.—Cuando esté lista —soy sincera—. ¿Pueden esperar por mí?—Lo intentaremos —responde mi madre mientras papá rezonga indignado—. Solo ten cuidado, ¿de acuerdo?—Son los mejores del mundo —me abrazo a ellos—. Confíen en mí.Hace tres noches h