Capítulo seis: Aprieta el gatillo
Narra Ariana Fallon«Sácame de aquí»La idea cruza mi cabeza, pero la descarto después de meditarlo por unos segundos. No sé quién es este hombre, ni de dónde salió o si esto no es más que una treta de mi esposo psicópata. Además, es mejor malo conocido que bueno por conocer."No es que conozcas mucho al señor Mascherano', salta mi subconsciente.—Justo ahora… —trago saliva aún tentada a rogar por ayuda. ¡Cómo me gustaría que fuera mi Príncipe Encantador de mi propia novela! Sin embargo, por alguna razón mi instinto me impide creerlo— no.—¿Segura? —saca un fajo de billetes para entregarlo en mis manos—. Con esto podrías dejar esta vida y ser libre.Libre… cuánto me gustaría serlo.—Se lo agradezco, señor —sonrío a medias—, pero me parece que no voy a necesitarlo.—Debe haber algo que pueda darte, un recuerdo para que tengas esta noche siempre presente.«No creo que olvide nunca esta noche»Bajo la mirada buscando la manera más correcta de rechazar su ofrecimiento y entonces, algo brilla ante mis ojos como si hubiese encontrado el tesoro escondido de Ali Babá.—Oh, ya veo —su voz me saca de mis cavilaciones a la vez que le observo desenfundar el arma—. Sensual, temeraria y peligrosa… una combinación explosiva —su tacto me causa escalofríos, pero dejo que me alce la barbilla—. ¿La quieres?—¿Me la darías? —refuto golpeada por una nueva ola de atrevimiento. Jamás en mi vida he sostenido una pistola en mis manos, pero estoy segura de que me ayudará mucho en mi cautiverio.—Solo tienes que pedirla.—¿Por favor? —ladeo la cabeza y para mi total asombro, me la extiende sin más.La examino un poco entre mis manos y siendo honesta, me parece perfecta. Es pequeña y por tanto, fácil de esconder, como si hubiera sido diseñada para mí.—Le tengo mucho aprecio —expone el desconocido—, por lo que es un préstamo. Así que guárdala muy bien, porque algún día vendré por ella.—¿De verdad…? —no puedo terminar de hablar, puesto que el protagonista de mis peores pesadillas irrumpe en el local de forma abrupta y yo me apresuro en esconder el arma en el escote delantero de mi corset.—La fiesta privada terminó —profiere con la misma expresión siniestra de hace unas horas en el ático. De hecho, me da la ligera impresión de que se encuentra a punto de tirarse encima de mi acompañante.—Tranquilo, Mascherano —asevera el cliente sin perder la sonrisa—. Estoy en tus dominios y por tanto, bajo tus reglas.—Mucho cuidado, Di Marco —le amenaza Harry de manera deliberada—, porque ningún Capo está por encima de mí.Sin pronunciar una palabra más, me toma de una muñeca y me saca como mismo me trajo: arrastras. No obstante, alcanzo a escuchar al hombre del que ni siquiera conozco el nombre:—¡Le mandaré tus saludos al Capo di tutti Capi! —proclama—. De seguro él opina diferente.¿Capo di tutti Capi? ¿Con qué clase de gente estoy lidiando?—¡Me estás haciendo daño! —protesto cuando me empuja hasta el ascensor. Otra vez voy a la prisión—. Nunca pensé que diría esto, pero prefiero quedarme en el antro bailando tubo toda la noche a volver a la habitación fantasmal.—No puedes evitarlo, ¿verdad? —me ataca de repente mientras me asesina con la mirada.—¿Evitar qué? —indago—. ¿Hablar? Algunos me llaman loro parlante.—Provocas a todo hombre que se te cruza delante —me corta el rollo—, le tientas, te le insinúas y eso, querida Ariana, no está bien.—No soy tu querida —objeto fastidiada—. Y en primer lugar, ¡he hecho lo que tú me has pedido!—¿Disfrutaste bailando para él? —cuestiona enrabietado—. ¡Dímelo!—¿Pero tú de qué c0j0nes vas? —bufo escéptica y desconcertada por completo—. ¿Además de psicópata también sufres trastorno de la personalidad?Las puertas del ascensor se abren en el salón del ático y me saca del mismo a trompicones para llevarme hasta mi celda de la misma forma.Entramos a la recámara y me tira contra la cama para después comenzar a desabrocharse la camisa hasta la mitad. Luego, trago saliva con extrema lentitud al ver cómo se desata el cinturón del pantalón y lo saca.'¿Va a golpearme?'Es un buen momento para admitir que estoy aterrorizada.—Vas a aprender a controlar tu promiscua y rebelde actitud —proclama—, a las buenas —ladea la cabeza antes de sonreír— o a las malas.—¿Qué vas a hacer? —pregunto en un tembloroso susurro.—¿Qué fue lo que te advertí el primer día, pequeña? —inquiere y yo me empeño en buscar en mi memoria, pero el miedo me impide pensar con claridad—. Deberías haberlo pensado antes de enfrentarte a mí.—Yo no he enfrentado a nadie —salto a la defensiva al mismo tiempo que percibo la primera lágrima mojar mis mejillas—. He hecho lo que me has pedido. ¡Estaba ahí porque me lo ordenaste!—¡No mientas! —exclama más furioso todavía—. Apenas viste la oportunidad, huiste con él por el pasillo. Le bailaste, ¡dejaste que te tocara! Dime algo, pequeña, ¿besas a todos los hombres que se te cruzan en el camino?—¡Yo no he besado a nadie! —sollozo—. Por favor, no me hagas daño.—¿Daño? Oh, pequeña —comienzo a odiar ese apelativo—, no tienes ni idea del significado que abarca esa palabra.—No te me acerques —pido al verle avanzar sin soltar el cinturón—. ¡No te me acerques!Me muevo inquieta y entonces, algo me molesta entre los pechos.'La pistola'No dudo en sacarla y alzarla contra él en un rápido movimiento.Por unos instantes muestra un atisbo de asombro, luego ríe como todo un sádico.—Vaya, vaya, mi querido amigo Lucio te ha dejado un regalo —para mi desgracia, no deja de avanzar, aunque lo hace a paso lento—. ¿Y qué piensas hacer con eso?—Acércate y lo comprobarás —por mucho que trato de estabilizar mi voz, no puedo contener los temblores.—¿Vas a dispararme? —llega hasta mí con rapidez y me obliga a levantarme—. Venga, hazlo.Suelto un sonoro jadeo cuando lleva la mano que sostiene el arma a su pecho. Mis pupilas se quieren salir de mis órbitas y todo mi cuerpo se sacude con vehemencia ante el terror.¿En qué estaba pensando? No puedo hacer esto.—Suéltame —demando.—Dispara, defiéndete —ignora mi petición apretando el agarre sobre mi mano—. Vamos, líbrate del calvario. Quédate viuda y de paso hereda mi fortuna. Solo aprieta el gatillo.—¡Suéltame!—¿A qué esperas? ¡Dispara he dicho!De un momento comenzamos a forcejear. Esto es una locura, no puedo con su fuerza bruta, pero lucho con uñas y dientes para impedir una tragedia. Los dedos se me entumecen, me siento a punto de desfallecer y entonces…, un fuerte sonido me aturde los oídos.He apretado el gatillo.'¡He apretado el gatillo!'La pistola cae al suelo cuando me alejo en medio de un agudo chillido y mi estado empeora cuando observo a Harry caer de rodillas con una mancha en la zona derecha del pecho.¡Por Dios, he matado a un hombre!Capítulo siete:“Narra Ariana Fallon”El cuerpo del italiano termina de desplomarse en el piso para luego ser absorbido por la inconsciencia.No sé qué hacer. Estoy petrificada y mi mente solo puede pensar en una cosa: le he matadoEl hombre agoniza en el suelo, mientras la mancha de sangre se expande por la alfombra y yo no puedo hacer otra cosa sino contemplarle, idiotizada por completo.¿Qué he hecho?¡¿Qué demonios he hecho?!'Lo he matado''¡Soy una asesina!'—Maldit@… —le escucho gruñir con los dientes apretados y entonces, reacciono.—¡Oh, Dios mío! —me llevo las manos a la boca antes de correr a su lado a socorrerle—. ¡Ayuda! —grito desaforada a la vez que abro su camisa de un tirón—. ¿Qué has hecho, maldit@ sea?—Fuiste tú… pequeña —todavía las fuerzas le dan para hablar, así que no estoy perdida del todo—. ¿No… era lo q…que querías?—¡Cállate! —pronuncio histérica al mismo tiempo que tapono la herida con manos temblorosas—. ¡Que alguien venga, maldici0n!La sangre no deja de
Capítulo ocho: Ya he probado esos labios“Narra Ariana Fallon”—Nella se encargará de traerte todo lo que necesites y algo ligero para cenar —me informa el tal Mauro—. No vas a volver a dispararle, ¿cierto?—¡Yo no le disparé! —exclamo furiosa de pronto, aliviada porque el susto momentáneo ha pasado.—Lo que tú digas.—Si eres amigo de este desquiciado degenerado, ¿no deberías querer matarme por herirle? —cuestiono contrariada, puesto que en ningún momento ha perdido la expresión divertida.—Debería…, pero oficialmente eres su esposa y además, él solito se ha buscado esto. Prometí no entrometerme y pienso cumplir mi palabra, así que nos vemos mañana, preciosa. Ah —se detiene a punto de cruzar la puerta para girar sobre sus pies y sonreírme una vez más—, bonito espectáculo el que diste esta noche. Ya veo por qué trastornas tanto a los hombres.—No se puede trastornar a alguien que ya tiene el cerebro enfermo —replico con un tono despectivo antes de dirigirme a lo que supongo que sea el
Capítulo nueve: Flashback "Narra Ariana Fallon" Odio mi cumpleaños. No sé por qué mi familia se empeña en celebrarlo si lo sabe. Yo no tengo nada que festejar, porque este fue el mismo día en que mi madre biológica me abandonó. Salgo hacia el jardín a toda prisa y me aguanto del muro de la enorme fuente central para no chocar contra mis propios pies. Mis pulmones vuelven a llenarse de aire y deambulo por el verde paisaje sin rumbo. La bebida se me acaba y lanzo la copa con desdén al vacío. La fiesta ya no me parece tan divertida y una profunda tristeza me ataca al recordar que soy un año más vieja. —¡Jodido día! —lanzo la maldición al aire—. ¿Por qué no terminas de perderte de una vez? Doy un mal paso, el tacón se me entierra en el pasto y cierro los ojos imaginando la estrepitosa caída. Sin embargo, unos brazos me detienen antes de que la tragedia suceda. Levanto la vista para conocer a mi salvador y de repente, me congelo entre la calidez de su abrazo. —¿Te has perdido, peque
Capítulo diez: De mí no vas a librarte“Narra Ariana Fallon”Sus labios danzan junto a los míos y yo no puedo hacer otra cosa sino responder. Es algo más fuerte que yo, mi cuerpo no acata las órdenes de mi cerebro y es que el mismo se encuentra más que frito, achicharrado e inservible.El italiano delira, yo también; ambos nos hemos convertido en esclavos de la fiebre.Le tomo por el cuello en tanto me contoneo encima de su abdomen, buscando aliviar el ardor que me abrasa. Sus manos se aferran a mi cintura al punto que me parece que va a sacarme los intestinos, pero no le detengo.¡Estoy loca!Ya se me fueron todos los tornillos con tuercas, tirafondos y todo. Me estoy dejando besar por mi secuestrador y lo peor, es que la sensación de ya haber vivido esta escena permanece vigente en el fondo de mi bajo vientre.—Todavía no has llegado a mi altura… pequeña —jadea contra mis labios, paralizándome en el acto—, pero vas por muy buen camino.Como si de un sueño se tratara, el italiano vue
Capítulo once: Me deseas "Narra Harry Mascherano"No me sorprende que responda a mi beso, puesto que soy consciente de que le atraigo. Lo que sí esperaba era un poco de resistencia al principio. Sin embargo, aquí está, rendida ante la pasión que nos inunda.Lo ha recordado, he podido verlo en su expresión cuando le pregunté y por ello, la he pillado con la guardia baja.¡Hija de su perra madre! Si lo hubiese sabido antes la habría besado desde el inicio.Como ya se le ha hecho costumbre, Ariana Fallon me desconcierta una vez más.El frenesí se apodera de mis sentidos, la arrastro a mi regazo y me niego a soltar sus labios. No la dejo respirar, sino que la alimento con mi aire, mi ansiedad y mi deseo. No obstante, me resulta imposible contener el gemido de dolor al hacer un brusco gesto con el brazo.Ese parece ser el detonante para hacerla reaccionar y alejarse en un aparente estado de shock.—¡Maldit@ sea! —vuelvo a jadear adolorido y a la vez enrabietado por romper el aura.—Cu
Capítulo doce: Me estoy obsesionando"Narra Harry Mascherano"Sin pretenderlo, Ariana Fallon me ha hecho un favor al incrustar esa bala en mi pecho.Emito una sonora carcajada bajo el agua caliente de la ducha.Nunca me había alegrado tanto de que alguien hubiese tratado de matarme.Los siguientes tres días son más de lo mismo, nos enfrentamos, nos retamos y pronunciamos todas las ofensas habidas y por haber tanto en inglés como en italiano. Debo confesar que me estoy divirtiendo demasiado en mi papel de esposo secuestrador.No vuelvo a besarla, puesto que en ningún momento se permite bajar la guardia. Lo que no sabe es que mientras más se resista, más me deseará.Espero en la puerta del camerino a que Fabiola termine de arreglarla y al verla con el conjunto de sexi pirata bucanera, un fuego abrasador emerge desde las profundidades de mi pelvis, empalmándome de manera automática.¡Por todos los demonios!Es una jodida tentación andante.—Hoy bailarás sola —le informo reparando en su a
Capítulo trece: ¡Estoy loca!"Narra Harry Mascherano"La furia aumenta a medida que avanzo y antes de que cualquiera de los dos note mi presencia, tomo a mí esposa de las muñecas y tiro de ellas hasta posicionarla a mis espaldas, cubriendo su cuerpo por completo con el mío de la mirada del viejo pervertido.—En mi club no entra nadie —pronuncio ignorando el jadeo de la castaña detrás de mí y a la vez, luchando para sostenerla, porque la muy jodida no deja de resistirse—, y lo mío no se toca, ni se le dirige la palabra, ni se mira.—Yo solo quería…—¡Fuera de aquí! —exclamo rojo de ira.—No busco problemas, Mascherano —el muy inconsciente tiene el atrevimiento de desafiarme—. Solo ayudaba a su bailarina. De hecho, venía buscándolo a usted. Tengo una proposición que hacerle.—No me interesa —le interrumpo—. Tienes diez segundos para marcharte.—Está bien —alza las manos en señal de rendición—, desistiré por ahora, pero pronto escuchará de mí.—Si lo hago, ten por seguro que te arranco lo
Capítulo catorce: O yo, o la muerte "Narra Ariana Fallon"Los intestinos se me remueven inquietos dentro de mi cuerpo como si estuviesen en medio de un festín, pero por fuera me controlo manteniéndome estática.—Listo —el ronco susurro en mi oído se siente como una descarga eléctrica y lucho con todas mis fuerzas para evitar el temblor.—¿No me vas a decir a dónde vamos? —trato de alejarle con una pregunta banal, al mismo tiempo que obligo a mi cabeza a imaginar pececitos de colores.—Estás a dos minutos de averiguarlo por ti misma —responde regresando a su asiento—. ¿Te apetece una copa?—¿Por qué estás tan amable? —entrecierro los ojos en torno a él—. ¿No que querías matarme?—Todavía no ha llegado tu hora, mi pequeña esposa —se termina el bourbon— y el hecho de que sonría no significa que la furia se haya apagado.—¿Qué estás planeando, Mascherano? —no sé por qué, pero este hombre me asusta más cuando tiene cara alegre que cuando la piel se le pone roja de la ira.Oculta su rostro