Luciano frunció el ceño, ladeó su cabeza.
— Ella tan solo es una gran amiga —mencionó—, en mi mente y corazón solo ha existido una mujer y esa has sido tú —volvió a presionar la mano de ella—. Sé que me he portado como un demente, un obsesivo, y no te mereces eso, yo solo deseo verte feliz, por eso con profundo dolor en mi alma acepto mi derrota —declaró con la mirada entristecida, y un profundo dolor en el pecho que quemaba en su interior—, no volveré a molestarte, no quiero que me termines odiando, pero tampoco quiero tu lástima, prefiero tu olvido a eso.
—Entonces demuéstrame que eres un hombre valiente, y que independientemente de lo que pasó entre nosotros, vas a luchar por tu vida, tienes un gran futuro por delante, tus fotografías son excelentes, imagina algún día ganando el premio Pulitzer. —Lo miró con ilusión—, por favor...
Luciano se perdió en los profundos ojos de Diana, en esa mirada que alegraba sus días de soledad, inclinó su cabeza porque sabí
Espero hayan disfrutado de estos capítulos, no olviden las reseñas.
Días después.Diana salió del hospital, aún no podía retomar sus actividades en la empresa, por recomendación de la doctora debía guardar reposo, aprovechaba el tiempo para desde su casa ponerse al día con los pendientes, se tuvo que retrasar el lanzamiento del nuevo software, hasta que ella estuviera restablecida por completo.Isabela llegó de la escuela y corrió a la cama de su mamá, la abrazó y besó.—Mami te extrañé mucho —exclamó la pequeña.— Y yo a ti mi princesa, espero te hayas portado bien en la escuela — advirtió Diana, mirando a su esposo con una pequeña sonrisa.—Si mami me porte bien —indicó la pequeña, se quedó acompañando y cuidado a su mamá, como le había prometido a su papá.Diana e I
Un mes despuésDiana, revisaba los últimos detalles del evento para la presentación del nuevo software junto con Kate.—Considero que todo está perfecto —comentó la señora Vidal.—Me alegra que te guste nuestro trabajo —expuso Kate, con una sonrisa satisfecha de saber que su labor era reconocida.—Diana, yo me retiro, debo ultimar algunas cosas en el salón de eventos. ¿Deseas acompañarme?—Sí, tan solo me despido de Rodrigo, y voy contigo.Kate asintió, cerró su computador, la guardó en su portafolio junto con varios folders, ambas salieron de la oficina. Kate caminó hasta el ascensor para esperar a Diana.La señora Vidal, irrumpió en la oficina de su esposo, quien en ese momento corregía unos documentos, levantó sus ojos azules hacia la puerta, sonr
New York, Usa.Semanas después.Reunidos en la sala de juntas; Diana, revisaba las proyecciones de ventas del software que iban a presentar esa noche, mientras Rodrigo, preparaba la presentación del mismo.Mientras Diana, acomodaba su cabello, él no dejaba de observar aquellos labios tentadores, haciendo que la piel de su esposa se estremeciera.—Amor, deja de mirarme de esa forma, me desconcentras —advirtió ella. Rodrigo le brindó su mejor sonrisa, esa que a ella le aceleraba el ritmo cardíaco—. Contigo no se puede trabajar —resopló.—Pero si yo no estaba haciendo nada malo —se quejó él, entonces se levantó y se dirigió hasta donde estaba sentada su esposa.—Yo no tengo la culpa, que esos labios tuyos provoquen tanto — pronunció él, delineando con la yema de sus dedos la boca de su esposa.
Esa misma noche, los ejecutivos de ventas de Vid- Mal cerraron negocios con varias empresas. Rodrigo, contestaba las inquietudes acerca del funcionamiento técnico del software y Diana se encargaba de cerrar contratos. Kate con su gran campaña logró conseguir nuevos clientes y al ver el despliegue de seguridad, la empresa de Fernando, también tuvo varios interesados en contratar sus servicios. Había sido una noche muy prometedora para todos. La mayoría de empresarios se retiraron encantados con la nueva propuesta. —Buenas noches —saludó Gonzalo, sorprendiendo a Diana, quién se despedía de unos clientes, entonces ella giró hacía él, sus rostros quedaron a la misma altura. —Hola —sonrió, saludando con cortesía al amigo de su esposo, él extendió su mano, ella correspondió el gesto. Gonzalo, al sentir la suavidad de su piel, sintió un cosquilleo que le recorrió por todo su cuerpo. La mirada de ella fija en sus ojos le conmovió el alma. Diana retiró
Diana salió del ascensor caminando a pasos rápidos, se dirigió hacia el escritorio de su asistente.—¿El doctor Cárdenas, ya llegó?—Sí, señora, está en la sala de juntas con el ingeniero Rodrigo.—Gracias.Diana, de inmediato, se dirigió a su oficina, dejó su bolso y su chaqueta en el perchero, entonces sin querer escuchó la charla que su esposo mantenía con su amigo.—Yo la amaba, ella era mi todo, mi mundo giraba alrededor de esa mujer —habló Gonzalo—, y un día la encontré con otro en nuestra cama.Diana entrecerró sus ojos al escuchar esa confesión, sacudió su cabeza, al escuchar la voz abatida de aquel hombre, sintió pesar por él, entonces irrumpió la charla, entrando a la sala.—Buenos días —saludó caminando con eleg
El fin de semana llegó y el ansiado viaje a Long Lake se puso en marcha. Después de cuatro horas de viaje llegaron hasta aquel mágico lugar. Diana admiró el paisaje, los grandes árboles alrededor del hermoso lago, una vez que bajaron del vehículo, Isabella, corrió a saludar a sus amigos, empezando a correr por el prado.—¡Cuidado con la laguna, niños! —exclamó Diana—¡No te preocupes Diana! —habló Kate—. Ellos ya saben que no pueden acercarse al lago —afirmó, acercándose para brindarles la bienvenida— por favor sigan.Diana, y Rodrigo, ingresaron tomados de la mano.—¡Qué hermoso! —exclamó Diana observando la bella cabaña.—Fernando la construyó y me la regaló cuándo cumplí años —comentó Kate.—&i
New York- UsaDías después.Rodrigo, fue traslado a la Unidad de Cuidados Intensivos de uno de los mejores hospitales de la ciudad.Diana, sostenía su mano sin dejar de hablarle, ella no perdía las esperanzas de que su esposo se recuperara.—Amor debes despertar... por favor —suplicó mientras acariciaba el rostro de él—. Te necesitamos tanto, no nos puedes abandonar —sollozó sin contener sus lágrimas, su corazón entristecido no podía comprender como la obsesión de un hombre había llegado tan lejos—. No puedes permitir que Alessandro, no separe —enfatizó, besando los gélidos labios de su marido, entonces se secó varias lágrimas que corrían por sus mejillas—. Hoy voy a conocer a Ariadna Rinaldi, la fundadora del centro comunitario
El joven abogado la observó perplejo, su corazón empezó a palpitar con fuerza a su mente, viejos recuerdos se vinieron a su memoria, tomó asiento sosteniéndose de la silla.—¿Te sientes bien? —cuestionó Diana, poniéndose de pie para servir un vaso con agua.Gonzalo ladeó su cabeza, de pronto un gran torrente de lágrimas empezó a correr por sus mejillas.—Mi esposa me dejó por otro hombre —exclamó cubriendo su rostro con ambas manos.Diana pasó la saliva con dificultad al escucharlo de sus labios.—Lo lamento... imagino que…Gonzalo la interrumpió.—Por favor, permíteme desahogarme —suplicó con su mirada cristalina.Diana asintió, tomó una silla y se sentó fren