La luz del sol empezaba a filtrarse por la habitación de Diana. Parpadeó varias veces, entonces abrió sus entristecidos ojos, sintió espasmos en su vientre, y un malestar en su cabeza. Se llevó las manos al estómago percibiendo un gran vacío en su interior, su corazón se estrujó en su pecho, mientras gruesas lágrimas corrían por sus mejillas, cerró sus parpados al recordar lo ilusionados que estaban los tres con la llegada del bebé, y ahora ese niño, ya no existía.
Diana respiró con dificultad, tratando de ahogar sus sollozos, cerró sus ojos con nostalgia, pensó que la vida se había encargado de cobrarle bien caro sus equivocaciones.
Observaba hacia la ventana con la mirada pérdida, cuando la puerta de su habitación se abrió. La señora Vidal, dirigió sus cristalinos ojos, hacia la mujer desconocida, parada frente a ella.
—¿Quién es usted? —averiguó con la voz temblorosa Diana, observando como la chica de cabello os
No olviden dejar sus reseñas.
Kate dejó caer su cuerpo desnudo sobre el pecho del agente García, él la abrazó con sus fuertes brazos, tratando de recomponer sus agitadas respiraciones después de su gran reconciliación. —Te amo —afirmó ella, levantando su rostro para brindarle un delicado beso a su esposo. —Y yo a ti, y espero que los celos no nos vuelvan a separar —comentó, enarcando una de sus cejas, observando a su esposa. —Lo prometo. —Levantó una de sus manos Katherine. Fernando volvió a besar a Kate, sus manos volvieron a recorrer la espalda desnuda de su esposa, mientras la pasión se encendía de nuevo entre ellos, el sonido del móvil del agente García, apagó la llama del momento. Se quedó pensativo al observar el número del contacto: —Rodrigo, buenos días. ¿Cómo está Diana? —averiguó, mientras Kate, se retiraba para dirigirse al baño. —Te llamo para comunicarte que ayer Luciano, indispuso a Diana. —Unos segundos de silencio se escucharon —perdim
Luciano frunció el ceño, ladeó su cabeza. — Ella tan solo es una gran amiga —mencionó—, en mi mente y corazón solo ha existido una mujer y esa has sido tú —volvió a presionar la mano de ella—. Sé que me he portado como un demente, un obsesivo, y no te mereces eso, yo solo deseo verte feliz, por eso con profundo dolor en mi alma acepto mi derrota —declaró con la mirada entristecida, y un profundo dolor en el pecho que quemaba en su interior—, no volveré a molestarte, no quiero que me termines odiando, pero tampoco quiero tu lástima, prefiero tu olvido a eso. —Entonces demuéstrame que eres un hombre valiente, y que independientemente de lo que pasó entre nosotros, vas a luchar por tu vida, tienes un gran futuro por delante, tus fotografías son excelentes, imagina algún día ganando el premio Pulitzer. —Lo miró con ilusión—, por favor... Luciano se perdió en los profundos ojos de Diana, en esa mirada que alegraba sus días de soledad, inclinó su cabeza porque sabí
Días después.Diana salió del hospital, aún no podía retomar sus actividades en la empresa, por recomendación de la doctora debía guardar reposo, aprovechaba el tiempo para desde su casa ponerse al día con los pendientes, se tuvo que retrasar el lanzamiento del nuevo software, hasta que ella estuviera restablecida por completo.Isabela llegó de la escuela y corrió a la cama de su mamá, la abrazó y besó.—Mami te extrañé mucho —exclamó la pequeña.— Y yo a ti mi princesa, espero te hayas portado bien en la escuela — advirtió Diana, mirando a su esposo con una pequeña sonrisa.—Si mami me porte bien —indicó la pequeña, se quedó acompañando y cuidado a su mamá, como le había prometido a su papá.Diana e I
Un mes despuésDiana, revisaba los últimos detalles del evento para la presentación del nuevo software junto con Kate.—Considero que todo está perfecto —comentó la señora Vidal.—Me alegra que te guste nuestro trabajo —expuso Kate, con una sonrisa satisfecha de saber que su labor era reconocida.—Diana, yo me retiro, debo ultimar algunas cosas en el salón de eventos. ¿Deseas acompañarme?—Sí, tan solo me despido de Rodrigo, y voy contigo.Kate asintió, cerró su computador, la guardó en su portafolio junto con varios folders, ambas salieron de la oficina. Kate caminó hasta el ascensor para esperar a Diana.La señora Vidal, irrumpió en la oficina de su esposo, quien en ese momento corregía unos documentos, levantó sus ojos azules hacia la puerta, sonr
New York, Usa.Semanas después.Reunidos en la sala de juntas; Diana, revisaba las proyecciones de ventas del software que iban a presentar esa noche, mientras Rodrigo, preparaba la presentación del mismo.Mientras Diana, acomodaba su cabello, él no dejaba de observar aquellos labios tentadores, haciendo que la piel de su esposa se estremeciera.—Amor, deja de mirarme de esa forma, me desconcentras —advirtió ella. Rodrigo le brindó su mejor sonrisa, esa que a ella le aceleraba el ritmo cardíaco—. Contigo no se puede trabajar —resopló.—Pero si yo no estaba haciendo nada malo —se quejó él, entonces se levantó y se dirigió hasta donde estaba sentada su esposa.—Yo no tengo la culpa, que esos labios tuyos provoquen tanto — pronunció él, delineando con la yema de sus dedos la boca de su esposa.
Esa misma noche, los ejecutivos de ventas de Vid- Mal cerraron negocios con varias empresas. Rodrigo, contestaba las inquietudes acerca del funcionamiento técnico del software y Diana se encargaba de cerrar contratos. Kate con su gran campaña logró conseguir nuevos clientes y al ver el despliegue de seguridad, la empresa de Fernando, también tuvo varios interesados en contratar sus servicios. Había sido una noche muy prometedora para todos. La mayoría de empresarios se retiraron encantados con la nueva propuesta. —Buenas noches —saludó Gonzalo, sorprendiendo a Diana, quién se despedía de unos clientes, entonces ella giró hacía él, sus rostros quedaron a la misma altura. —Hola —sonrió, saludando con cortesía al amigo de su esposo, él extendió su mano, ella correspondió el gesto. Gonzalo, al sentir la suavidad de su piel, sintió un cosquilleo que le recorrió por todo su cuerpo. La mirada de ella fija en sus ojos le conmovió el alma. Diana retiró
Diana salió del ascensor caminando a pasos rápidos, se dirigió hacia el escritorio de su asistente.—¿El doctor Cárdenas, ya llegó?—Sí, señora, está en la sala de juntas con el ingeniero Rodrigo.—Gracias.Diana, de inmediato, se dirigió a su oficina, dejó su bolso y su chaqueta en el perchero, entonces sin querer escuchó la charla que su esposo mantenía con su amigo.—Yo la amaba, ella era mi todo, mi mundo giraba alrededor de esa mujer —habló Gonzalo—, y un día la encontré con otro en nuestra cama.Diana entrecerró sus ojos al escuchar esa confesión, sacudió su cabeza, al escuchar la voz abatida de aquel hombre, sintió pesar por él, entonces irrumpió la charla, entrando a la sala.—Buenos días —saludó caminando con eleg
El fin de semana llegó y el ansiado viaje a Long Lake se puso en marcha. Después de cuatro horas de viaje llegaron hasta aquel mágico lugar. Diana admiró el paisaje, los grandes árboles alrededor del hermoso lago, una vez que bajaron del vehículo, Isabella, corrió a saludar a sus amigos, empezando a correr por el prado.—¡Cuidado con la laguna, niños! —exclamó Diana—¡No te preocupes Diana! —habló Kate—. Ellos ya saben que no pueden acercarse al lago —afirmó, acercándose para brindarles la bienvenida— por favor sigan.Diana, y Rodrigo, ingresaron tomados de la mano.—¡Qué hermoso! —exclamó Diana observando la bella cabaña.—Fernando la construyó y me la regaló cuándo cumplí años —comentó Kate.—&i