Los últimos meses habían sido un infierno para Logan. El vacío, la soledad y la culpa era algo que lo carcomía día y noche.

El alcohol era su única vía de escape, estando ebrio era la única manera de poder vivir con él mismo. Echó a su madre por completo de su vida, apartó a su padre por los intentos que hizo de que perdonara a su madre.

Sus trabajadores se fueron uno a uno sin mirar atrás, quedando solamente con tres de los más antiguos y entre ellos Marcos. Ya su vida no tenía sentido ni le importaba lo que le sucedía. La zozobra por no saber dónde estaba su esposa no era suficiente castigo para.

Ya no iba al doctor, no salía de casa y no interactuaba con nadie. Él se encerró en las cuatro paredes de su despacho y bebió todo el alcohol que podía.

—Me envió los papeles del divorcio, Marcos. —Sollozó como si se tratara de un niño el cual le habían quitado lo más importante para él. —Ella está bien y yo debería estar feliz por eso, pero siento que me está arrancándome el corazón de