Logan estuvo de mal humor gran parte del día, la discusión que tuvo con Isla su mirada de decepción y ese reflejo de todo el dolor que él le causó lo mata en vida. Él llegó dispuesto a recuperar a su familia, pero ahora no sabe si eso es una buena idea. ¿Acaso debería dejarla en paz y solo velar por sus hijos? ¿Debería desistir de todo y marcharse? Se estaba enloqueciendo, había llegado apenas una semana y ya no sabía qué hacer. —No seas tonto, Logan, sabías que esto no sería fácil. —Resopló tras sus propias palabras. —Amas a esa mujer y te has dado cuenta de que tiene tres hijos, así que lucha por ellos. —Se exigió a sí mismo. —Señor, ya son las trece horas. —Marcos entró al despacho de su jefe. —Es hora de pasar por los niños al colegio, ¿Quiere que lo haga por usted? —Logan lo pensó, tenía que convencer a Isla para que almorzaran en familia, pero negó finalmente. —Yo pasaré por mis hijos, hoy estaban algo raro. —Marcos alzó las cejas. —¿Cree que Elkin los haya manipulado?—Por
Una total pesadilla, Logan ya llevaba un mes en New York y la amargura formaba cada vez más parte de él. Por momentos se volvía ese demonio sin cachos que era en el pasado. Isla siempre buscaba la manera de que los niños pasaran más tiempo con Elkin y le dejaban en claro que él era solo un extraño que apareció de la nada en sus vidas. Él hacía lo imposible por hablar con ella, por implorarle que no metiera sus asuntos maritales en asuntos sobre los niños, pero ella parecía no entenderlo. Siempre se burlaba de él y aclaraba que Elkin era el único que podía ser llamado padre y ser visto como tal. Resoplando miro la puerta de la enorme casa, Isla no le había dejado otro remedio que irse por lo legal. Tras llenar sus pulmones de aire tocó la puerta un par de veces. —Buenos días. —Saludó la niñera. —Pase, por favor. —Logan pasó a la casa, no es primera vez que estaba ahí ya debería estar acostumbrado, pero siempre se le hacía más difícil, siempre es tratado como un extraño. —¿Dónde es
Las palabras fueron duras, el corazón de Logan se estrujó en su pecho. Estaba desolado por el odi0 y la ira que había en esos ojos claros que alguna vez lo miraron con amor y ternura. —Puedes odiarme todo lo que quieras, pero no me voy a ir, no sin mis hijos y como todo lo agarraste a juego, hoy mismo me los voy a llevar. —¡No puedes llevarte a mis hijos, lo sabes bien! —Gritó tras de él llena de pánico. —Probemos. —Con esa última palabra que le cayó a Isla, como un balde de agua fría salió del lugar y se marchó. Está furioso por saber que ella no se daba cuenta de lo que era Elkin, él solo entró a interrumpir y ella ni siquiera lo notó. Con La furia por las nubes condujo hasta la casa de ese miserable para recoger a sus hijos. Ella sabrá lo que es llevarle la contraria. —Has vuelto pronto, papá. —Noah, como siempre, exigió que la tomara en brazos. —¿Dónde está mami y papi? Dijeron que iban a verte. —Logan sonrió, aunque cada vez que le mencionaban a Elkin era como si apuñalaran
Encarcelado como un ladrón, así había estado Logan la última semana. El día que llegó con sus hijos de la feria, dos patrullas los estaban esperando. La mirada de isla le dolió más de lo que él esperó, pero la sonrisa de Elkin reavivó esa furia en su interior. Lo habían acusado de secuestro y como él no estaba emparentado con los niños de manera legal, la denuncia fue tomada en serio y él fue metido a la cárcel. Había estado siendo paciente, su abogado había estado haciendo su trabajo, pero las cosas se estaban saliendo de control, no pensó que tardaría tanto ahí dentro. —Se supone que ya hay registro de la lucha legal que tenemos por mis hijos. —Miró al hombre a los ojos furioso. —¿Por qué continúa aquí como si fuera un vil ladrón? —Mauricio se tensó. —Las cosas no son tan fáciles como usted cree. —Le aclaró el hombre mirándolo fijamente. —Usted se llevó a los niños por horas sin el consentimiento de sus padres. —¡Su padre soy yo! —Exclamó en un fuerte grito. —Ese miserable no e
Isla Avery corrió al interior del piso en cuanto el ascensor abrió, ella miró a su alrededor, rogando que no fuera cierto nada. Su corazón palpita desbocado en su pecho, su estómago está contraído y las ganas de vomitar un poco más y la dominan. Ella miró las escaleras, esas que dan al área de habitaciones, puso un pie en el primer escalón y lo que sintió no pudo explicarlo, es como si todo eso por lo que luchó se había acabado aun sin ver nada. Ella impulsada por el sentimiento de negación, corrió escaleras arriba. Se negó, ella no aceptó nada de lo que presiente, pero mientras más se acerca a la habitación con puerta entreabierta las cosas son más innegables. Estaba siendo patético de su parte negar lo evidente, los ruidos repugnantes que de ahí salen, esos gemidos y gruñidos descarados acabaron con ella y su dolorido corazón. Quiso darse media vuelta y marcharse para no seguir, pero tiene que verlo, ella debe ver esa escena que posiblemente la desgarrará de mera irreparable y lo
El hombre lo miró implorante, la frustración por no ser escuchado lo estaba superando, ¿Qué más podía hacer para que tomara en cuenta su problema?―Sin su ayuda mi empresa no lo resistirá. ―Lo miró a los ojos, demostrando la autenticidad de su preocupación. ―Podemos hacer un contrato, uno donde será seguro que le devolveré cada centavo con el que me ayude. ―¿Y quién dice que quiero ayudarte? ―El hombre en sillas de ruedas lo miró a los ojos. Podía estar postrado ahí, desde abajo, pero era igual de intimidante que siempre. ―Te tomaste el atrevimiento de venir a mi casa a joderme la paciencia, ¿Por qué me interesaría lo que te pase a ti o a tu empresa? ―Félix Avery, un hombre orgulloso de nacimiento, lo miró con el mentón en alto. ―Estoy dispuesto a cualquiera acuerdo que usted ponga. ―Pedir ayuda nunca había sido su fuerte, pero de no obtener la ayuda de Logan Morrison, el magnate hotelero y el mismo dueño de casi todo Londres, estaría perdido, en quiebra y posiblemente en la calle c
―¡Necesito una explicación ya mismo! ―Isla se sobresaltó por el grito de su padre y su corazón se destrozó un poco más, en sus veintitrés años, jamás había visto esa mirada de vergüenza en la cara de su padre y la de indignación en la cara de su madre. ―Ella miente. ―Quiso defenderse. ―Yo la encontré con Xavier en su piso, ¡Ellos son lo que están mal! ―Isla… ―Denise la miró con tristeza. ―¿Por qué dices esas cosas cuando lo único que hemos hecho Xavier y yo es apoyarte por estos tres meses? ―Sacando su móvil se lo mostró a sus tíos. ―Esto me llegó justo aquel día donde Xavier la encontró siéndole infiel. ―¡Quita eso de mi vista! ―Gritó Félix colérico. ―Nunca pensé que serías una decepción para esta familia. ―Isla negó una y otra vez. ―¿Por qué no eres agradecida como Denise? ¿No te bastó humillarnos al cancelar tu compromiso con un buen muchacho como Xavier? ―Mamá. ―Isla la miró perpleja, tomándose la mejilla adolorida. ―Aaahhh. ―Se quejó nuevamente, otra bofetada impactó su otra
Logan cerró los ojos con fuerza al escuchar de su asistente que sus padres estaban ahí en la mansión y que no se irían directamente a la casa de los Avery, ¿Por qué su madre se lo complicaba todo? Resoplando, condujo la silla de ruedas hasta la entrada para recibirlos. ―Por lo menos tuviste la decencia de recibirnos. ―Elina, la madre de Logan, una mujer de pelo negro, ojos azules y gélidos, elegante hasta cuando está enojada, miró a su hijo. ―¡Una boda de ese carácter! ―Rechistó. ―¿Cómo es posible que mi hijo, el heredero del imperio Morrison se esté casando de esa manera y con una mujer a la que ni siquiera conozco?―Madre…―Para eso te hubieras casado con Constantine y…―¡Que sea la primera y última vez que menciones el nombre de esa mujer en mi casa! ―La cortó al instante. ―Reniega todo lo quieras sobre como estoy haciendo las cosas, pero no vuelvas a soltar algo como eso. ―Basta ya. ―Carter, el padre de Logan paró la discusión. ―Deberías ya estar listo, ¿Por qué andas en esas fa