—¡Tienes que comer, Emma! —le grité exasperado y ella cruzó sus brazos, haciendo un puchero.—¡Oblígame! —también me gritó, estando en el sofá.—No me hagas perder la paciencia —advertí y puso los ojos en blanco—. ¡Ven a comer de una vez, maldita sea! —¡Que no!Pellizqué el puente de mi nariz y conté hasta diez. Dios, esta mujer me iba a volver loco.—¿En serio harás que te obligue a comer, Emma? ¿Crees que tengo tiempo para esto? —dije y ella se encogió de hombros, mirando a otro lado—. Vamos, esto te lo recomendó el doctor.—Pues no lo quiero comer, ¡porque no me gusta! —sonreí por la incomodidad al mismo tiempo que arrugaba mi nariz.Fui hacia ella con su plato en la mano y me miró con una expresión bastante seria, pero a la vez adorable. Me senté muy cerca de ella y respiré muy profundo, tratando de serenarme.—Escucha, yo no tengo tiempo para esto, tengo que trabajar. ¡Tengo cosas que hacer, Emma! —ella relajó su cuerpo e hizo una mueca de dolor—. ¿Qué pasa?—Nada —dijo, pero aú
Las luces de la ciudad se extendían a lo lejos, parpadeando como pequeñas estrellas artificiales desde la ventana de mi habitación. Esa vista siempre me envolvía en una nostalgia terrible, una sensación que no podía esconder. Me recordaba noches más simples, cuando mi mayor preocupación era elegir qué película ver en la televisión.Me arreglé para dormir, haciendo una trenza en mi cabello. Al escuchar la puerta de la habitación de Nick cerrarse, solté un suspiro triste. Ya llevábamos un mes y medio casados, y mi vida no era tan complicada como lo era ahora, en ese acuerdo de matrimonio de mierda. La idea era que un matrimonio arreglado simplificaría las cosas, pero estaba equivocada.No había hablado con Nick en días, solo nos decíamos monosílabos y solo cuando era necesario. Sus palabras seguían resonando en mi mente, especialmente una frase que se clavó como una espina en mi corazón.“Estás sola.”Tenía razón, aunque no se lo había dicho. Siempre había estado sola desde que mi ma
Los días pasaban lentamente, como si el tiempo mismo se hubiera aliado en mi contra. Estaba terminando de lavar los platos cuando escuché los pasos de Nick bajando las escaleras. Mi corazón dio un pequeño vuelco al verlo en su traje gris.Siempre se veía tan guapo, tan seguro de sí mismo. Por unos segundos, nuestras miradas se encontraron y sentí una mezcla de emociones: resignación, tristeza y un sentimiento extraño que no quería averiguar.—No me molestaré siquiera en preguntarte, ya sé la respuesta —dije, intentando mantener mi tono neutro.Nick suspiró, visiblemente incómodo. —La reunión no va a tardar, volveré pronto.Esbocé una sonrisa amarga. —¿La reunión o la fiesta? —cuestioné, viendo cómo él desviaba la mirada—. No importa. Diviértete.Nick y yo habíamos estado viviendo momentos muy tensos. Todo lo que me había pasado, mi incapacidad de abrirme a él, y la desconfianza que se había instalado entre nosotros, había creado un abismo casi insalvable.Tomé mi comida y una lat
Nancy estaba a un lado, con el rostro desencajado y los ojos rojos de tanto llorar. Parecía estar a punto de un colapso nervioso. Me acerqué a ella con cuidado, intentando no asustarla más de lo que ya estaba.—Nancy, cálmate. Voy a ver a Nick y te diré cómo está en cuanto pueda, ¿de acuerdo?Ella asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Al lado de Nancy, su madre, con el rostro igual de preocupado, me dedicó una sonrisa débil. Me sostuvo la mejilla con cariño y susurró:—Él te necesita, Emma.Le tomé la mano, tratando de transmitirle algo de tranquilidad.—Si quiere, puede ir a casa. Yo me quedaré a cuidar de su hijo.Ella dudó un momento antes de asentir, sus ojos llenos de gratitud.—Gracias, hija.La doctora apareció en ese momento y me hizo un gesto para que la siguiera. Le di una última mirada a Nancy antes de alejarme. Sabía que no dejaría a su hermano en ese estado, así que no insistí.Mientras caminábamos hacia el ascensor, la doctora me explicó la situación.—Él llegó co
Nick Mi corazón aún palpitaba con fuerza, cada latido parecía una maldita reprimenda constante. Emma se tensó al escuchar mis palabras. Vi cómo sus músculos se contrajeron y su rostro se endureció un poco.Di un paso hacia atrás, pero ella me tomó por los hombros y antes de que pudiera procesar del todo lo que pasaba, sus ojos se dirigieron a mis labios. Sus dedos eran cálidos, y su toque, aunque firme, tenía una suavidad que me hizo tragar saliva. —Nick, hace falta que te saque la camisa —dijo con dificultad, su voz era apenas un susurro tembloroso.Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al sentir el roce de sus manos sobre mi piel. La tensión sexu’al entre nosotros era palpable, casi insoportable. No sabía cuánto más podría soportar este tira y afloja entre nosotros. Mi mente seguía siendo atormentada por el recuerdo de mis palabras duras y además, el eco de su acusación de que no fingiera estar preocupado por ella.Cada palabra me perforaba como agujas, y la idea de tocarla,
EmmaNick estaba tenso, y yo también. El muy idiota me había tratado con frialdad e indiferencia, y eso me molestaba profundamente. Cada vez que mostraba un destello de preocupación, me sentía irritada. Era como si no pudiera decidir si quería ser mi protector o mi verdugo.Nick era como un maldito libro cerrado. Yo podía ser obstinada, pero su actuación de preocupación aquel día que me había rescatado había golpeado fuertemente mi pecho. Me reproché a mí misma por ser tan tonta e ilusa.Mi "marido" estaba con otra mujer el día de mi accidente, y quién sabía a dónde irían luego de "trabajar". Más tarde descubrí que esa mujer se llamaba Karen. "Seguramente la amante de Nick," pensé con un nudo en el pecho. Odiaba sentirme vulnerable, y ese hombre era un enigma. Nunca me gustaba sentirme en desventaja; lo había aprendido después de tener que valerme por mí misma.Mientras mis pensamientos vagaban, empecé a aplicar la crema de manera distraída. Nick soltó un quejido cuando apreté
Sentí que el teléfono de Nick sonó, él dejó de abrazarme y me removí inquieta, pero sentí que él se levantó y caminó hacia la ventana.Intenté volver a dormir, pero sus susurros no me dejaban, hasta que algo de lo que escuché me puso alerta.—¿Qué carajos me estás diciendo? —espetó molesto y mantuve mi postura de “dormida”—. Ya lo sé… está dormida… Avísale que lo veré en mi oficina… No, veré cómo lo resuelvo. Tú solo haz tu trabajo.Lo escuché maldecir y dar unos pasos, sentí la cama hundirse pero se puso de pie otra vez y salió de la habitación, dejándome bastante desconcertada.Me desperté temprano en la mañana y al abrir los ojos, noté a Nick luchando por ponerse la camisa. Me incorporé lentamente y lo observé unos segundos antes de preguntarle qué rayos hacía.—¿Qué ocurre, Nick? ¿A dónde vas? Él frunció el ceño, mientras forcejeaba con la manga de la camisa.—Tengo que ir a trabajar. Ya no soporto estar aquí encerrado —dijo casi de mala manera.Sabía que discutir con él no servi
EmmaEl bullicio de la cafetería de la empresa se escuchaba difuso mientras me dirigía hacia el mostrador. Necesitaba un café, algo que me ayudara a despejar mi mente. Me sentía en un torbellino de emociones desde que las cosas con Nick habían comenzado a volverse más intensas. —No me puedo enamorar, no me puedo enamorar —decía en voz baja como un mantra, pero sabía que era en vano.Un simple beso, una caricia, una mirada de Nick me hacían sentir como una gelatina, vulnerable y deshecha. Podía ver la pasión en sus ojos, y eso solo aumentaba mi incertidumbre. ¿Realmente él sentía lo mismo por mí, o simplemente estaba jugando? La idea de caer al suelo después de haber tocado el cielo me aterraba.—¡Emma! —La voz de Jane me sacó de mis pensamientos. Me pasaba la mano repetidamente por la cara. — ¿No me escuchabas? Te llamé varias veces, pero andas en las nubes.Sentí cómo el calor subía a mi rostro. Me había distraído pensando en Nick y en escenas íntimas que a menudo imaginaba. Sonr