Sentí que el teléfono de Nick sonó, él dejó de abrazarme y me removí inquieta, pero sentí que él se levantó y caminó hacia la ventana.Intenté volver a dormir, pero sus susurros no me dejaban, hasta que algo de lo que escuché me puso alerta.—¿Qué carajos me estás diciendo? —espetó molesto y mantuve mi postura de “dormida”—. Ya lo sé… está dormida… Avísale que lo veré en mi oficina… No, veré cómo lo resuelvo. Tú solo haz tu trabajo.Lo escuché maldecir y dar unos pasos, sentí la cama hundirse pero se puso de pie otra vez y salió de la habitación, dejándome bastante desconcertada.Me desperté temprano en la mañana y al abrir los ojos, noté a Nick luchando por ponerse la camisa. Me incorporé lentamente y lo observé unos segundos antes de preguntarle qué rayos hacía.—¿Qué ocurre, Nick? ¿A dónde vas? Él frunció el ceño, mientras forcejeaba con la manga de la camisa.—Tengo que ir a trabajar. Ya no soporto estar aquí encerrado —dijo casi de mala manera.Sabía que discutir con él no servi
EmmaEl bullicio de la cafetería de la empresa se escuchaba difuso mientras me dirigía hacia el mostrador. Necesitaba un café, algo que me ayudara a despejar mi mente. Me sentía en un torbellino de emociones desde que las cosas con Nick habían comenzado a volverse más intensas. —No me puedo enamorar, no me puedo enamorar —decía en voz baja como un mantra, pero sabía que era en vano.Un simple beso, una caricia, una mirada de Nick me hacían sentir como una gelatina, vulnerable y deshecha. Podía ver la pasión en sus ojos, y eso solo aumentaba mi incertidumbre. ¿Realmente él sentía lo mismo por mí, o simplemente estaba jugando? La idea de caer al suelo después de haber tocado el cielo me aterraba.—¡Emma! —La voz de Jane me sacó de mis pensamientos. Me pasaba la mano repetidamente por la cara. — ¿No me escuchabas? Te llamé varias veces, pero andas en las nubes.Sentí cómo el calor subía a mi rostro. Me había distraído pensando en Nick y en escenas íntimas que a menudo imaginaba. Sonr
Cuando entré, la primera cosa que noté fue la sonrisa en el rostro de mi padre, de inmediato supe que algo no andaba bien. No era una sonrisa genuina; era una mueca que sabía, con una certeza inquietante, que ocultaba algo siniestro. Mi estómago se revolvió al instante.—¿Qué está pasando aquí? —cuestioné, frunciendo el ceño y tratando de mantener la calma a pesar de la incomodidad que me invadía.El hombre de rostro serio y cabello entrecano que solía ser mi padre se giró lentamente hacia mí. Sus ojos brillaban con un resplandor aterrador.—¿Esa es la manera de saludar a tu padre? —dijo con un tono cínico que me hizo apretar los dientes con fuerza. Mi mirada se desvió hacia Nick, quien estaba a su lado, inmóvil como una estatua de mármol. Su rostro era tan imperturbable que casi parecía esculpido en piedra.Una ola de preguntas me asaltó mientras me sentía atrapada en esta incómoda situación. ¿Qué rayos estaban planeando? No podía entender por qué mi padre, con su sonrisa burlona
Mi cabeza daba vueltas y el aire se me hacía cada vez más escaso mientras Nick y yo estábamos pegados, con su aliento caliente acariciando mi boca, amasando mis labios con anhelo y desesperación. Su boca buscaba la mía, y aunque deseaba dejarme llevar, la furia y la confusión me mantenían en pie de lucha.—Nick... para —logré decir entre jadeos, alejándome apenas unos centímetros de él. Mi corazón latía desbocado y cada palabra me costaba un esfuerzo monumental. Deseaba besarlo hasta morir de dicha, pero tenía que controlarme.—No quiero parar, Emma. Te deseo —su voz era ronca, cargada de un anhelo que me helaba y encendía a la vez. Su boca se deslizó por mi cuello y sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo. Cada fibra de mi ser gritaba en direcciones opuestas, atrapada entre el placer y la rabia.No podía permitir que me manipulara de esa manera. Con cada beso la ira se acumulaba, y en un arranque de fuerza, lo empujé bruscamente. Nick retrocedió, desconcertado, con la respiració
La habitación estaba apenas iluminada por la suave luz de una lámpara de noche, creando un ambiente cálido y romántico que envolvía cada rincón con una sensación de intimidad. Nick no decía nada, y esa falta de palabras comenzaba a ponerme nerviosa. Miré su rostro, parcialmente iluminado, y vi la lucha interna que se reflejaba en sus ojos. Parecía debatirse consigo mismo, como si las palabras que quería decir estuvieran atrapadas en su garganta.—Nick, me estás desesperando —dije finalmente con voz temblorosa. Sentía el corazón golpear con fuerza en mi pecho y una sensación de nerviosismo creciente me invadía—. ¿Es algo malo? ¿Es respecto a nosotros?Él asintió lentamente, y sentí que una opresión se formaba en mi pecho, dificultando mi respiración. La preocupación se mezclaba con la anticipación y el miedo, creando un nudo en mi estómago.Un millón de pensamientos cruzaron por mi mente, cada uno más aterrador que el anterior.—Nick, dime qué está pasando —le pedí, mi voz ahora era
Nick Hacer un enorme esfuerzo para no correr detrás de Emma apenas salió de la habitación, fue uno de los momentos más difíciles que había experimentado en mucho tiempo. Sentía como si un puño se apretara alrededor de mi corazón, con cada latido resonando en mis oídos, amplificando el dolor de la situación. La habitación estaba en silencio, un contraste crudo con el ruido ensordecedor de mis pensamientos. Escuchar los sollozos de Emma desde el otro lado de la puerta fue como recibir una bofetada. La frustración se acumuló en mi pecho, y sin pensarlo, di una patada a la lámpara junto a mi cama. El objeto se tambaleó y cayó al suelo con un estruendo, pero eso no alivió mi furia.—Maldita sea —murmuré, cabreado e impotente. — Todo esto es un desastre.Sentía como si estuviera atrapado en una pesadilla sin fin, con cada decisión llevándome más y más lejos de una solución. Quería correr tras ella, abrazarla, decirle que todo iba a estar bien, pero el plan de Jules seguía atormentándo
Nick me dijo que íbamos a ir de compras antes del viaje, y me quedé sorprendida porque nunca me había comprado nada. Parecía un poco nervioso, pero lo dejé pasar mientras nos dirigíamos a una tienda exclusiva y muy elegante que me dejó con la boca abierta.Había comprado en muchas tiendas para gente de dinero, pero esto era otro nivel. Nick reprimió una sonrisa al verme impresionada y me tomó de la mano, haciéndome sonrojar como un tomate maduro.—Vamos, necesitas ropa de playa —dijo al entrar en la tienda.—¿Tengo que modelarte? De seguro estás deseoso de que me pruebe trajes de baño —dije, bromeando.Él me miró con una sonrisa, y yo me sonrojé aún más al entender sus intenciones. Últimamente había estado muy atento conmigo, lo que me confundía, pero decidí disfrutar de esta etapa porque Nick pocas veces se mostraba tan entusiasmado conmigo.La ropa era muy bella: vestidos veraniegos de flores, ligeros trajes de baño de todo tipo y colores, con modelos unos más sexys que otros. Se
Nick se había ido, dejándome sola y confundida en la habitación del hotel. La noche había caído, y el personal de servicio me había llevado comida, pero no tenía apetito para nada. Permanecí en el pequeño comedor de la habitación mirando hacia el mar, mis pensamientos eran un torbellino de emociones. ¿Por qué se había ido así? ¿Había hecho algo mal?La luna iluminaba las olas que se estrellaban contra la costa, pero el suave murmullo del mar ni siquiera lograba calmar mi mente. Finalmente, decidí darme una ducha con la esperanza de despejarme un poco. El agua caliente resbalaba por mi piel, llevándose consigo parte de mi tensión. “Maldito Nick y su complejo de carcelero,” pensé molesta.Me coloqué un vestido rojo y dejé mi cabello mojado suelto, sintiendo un ligero alivio al vestirme con algo cómodo y familiar. Miré la hora del reloj y vi que eran las 11:50 pm. Molesta, salí de la habitación sin importarme lo que Nick diría. Bajé las escaleras y caminé sin rumbo fijo, viendo los