Nancy estaba a un lado, con el rostro desencajado y los ojos rojos de tanto llorar. Parecía estar a punto de un colapso nervioso. Me acerqué a ella con cuidado, intentando no asustarla más de lo que ya estaba.—Nancy, cálmate. Voy a ver a Nick y te diré cómo está en cuanto pueda, ¿de acuerdo?Ella asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Al lado de Nancy, su madre, con el rostro igual de preocupado, me dedicó una sonrisa débil. Me sostuvo la mejilla con cariño y susurró:—Él te necesita, Emma.Le tomé la mano, tratando de transmitirle algo de tranquilidad.—Si quiere, puede ir a casa. Yo me quedaré a cuidar de su hijo.Ella dudó un momento antes de asentir, sus ojos llenos de gratitud.—Gracias, hija.La doctora apareció en ese momento y me hizo un gesto para que la siguiera. Le di una última mirada a Nancy antes de alejarme. Sabía que no dejaría a su hermano en ese estado, así que no insistí.Mientras caminábamos hacia el ascensor, la doctora me explicó la situación.—Él llegó co
Nick Mi corazón aún palpitaba con fuerza, cada latido parecía una maldita reprimenda constante. Emma se tensó al escuchar mis palabras. Vi cómo sus músculos se contrajeron y su rostro se endureció un poco.Di un paso hacia atrás, pero ella me tomó por los hombros y antes de que pudiera procesar del todo lo que pasaba, sus ojos se dirigieron a mis labios. Sus dedos eran cálidos, y su toque, aunque firme, tenía una suavidad que me hizo tragar saliva. —Nick, hace falta que te saque la camisa —dijo con dificultad, su voz era apenas un susurro tembloroso.Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al sentir el roce de sus manos sobre mi piel. La tensión sexu’al entre nosotros era palpable, casi insoportable. No sabía cuánto más podría soportar este tira y afloja entre nosotros. Mi mente seguía siendo atormentada por el recuerdo de mis palabras duras y además, el eco de su acusación de que no fingiera estar preocupado por ella.Cada palabra me perforaba como agujas, y la idea de tocarla,
EmmaNick estaba tenso, y yo también. El muy idiota me había tratado con frialdad e indiferencia, y eso me molestaba profundamente. Cada vez que mostraba un destello de preocupación, me sentía irritada. Era como si no pudiera decidir si quería ser mi protector o mi verdugo.Nick era como un maldito libro cerrado. Yo podía ser obstinada, pero su actuación de preocupación aquel día que me había rescatado había golpeado fuertemente mi pecho. Me reproché a mí misma por ser tan tonta e ilusa.Mi "marido" estaba con otra mujer el día de mi accidente, y quién sabía a dónde irían luego de "trabajar". Más tarde descubrí que esa mujer se llamaba Karen. "Seguramente la amante de Nick," pensé con un nudo en el pecho. Odiaba sentirme vulnerable, y ese hombre era un enigma. Nunca me gustaba sentirme en desventaja; lo había aprendido después de tener que valerme por mí misma.Mientras mis pensamientos vagaban, empecé a aplicar la crema de manera distraída. Nick soltó un quejido cuando apreté
Sentí que el teléfono de Nick sonó, él dejó de abrazarme y me removí inquieta, pero sentí que él se levantó y caminó hacia la ventana.Intenté volver a dormir, pero sus susurros no me dejaban, hasta que algo de lo que escuché me puso alerta.—¿Qué carajos me estás diciendo? —espetó molesto y mantuve mi postura de “dormida”—. Ya lo sé… está dormida… Avísale que lo veré en mi oficina… No, veré cómo lo resuelvo. Tú solo haz tu trabajo.Lo escuché maldecir y dar unos pasos, sentí la cama hundirse pero se puso de pie otra vez y salió de la habitación, dejándome bastante desconcertada.Me desperté temprano en la mañana y al abrir los ojos, noté a Nick luchando por ponerse la camisa. Me incorporé lentamente y lo observé unos segundos antes de preguntarle qué rayos hacía.—¿Qué ocurre, Nick? ¿A dónde vas? Él frunció el ceño, mientras forcejeaba con la manga de la camisa.—Tengo que ir a trabajar. Ya no soporto estar aquí encerrado —dijo casi de mala manera.Sabía que discutir con él no servi
EmmaEl bullicio de la cafetería de la empresa se escuchaba difuso mientras me dirigía hacia el mostrador. Necesitaba un café, algo que me ayudara a despejar mi mente. Me sentía en un torbellino de emociones desde que las cosas con Nick habían comenzado a volverse más intensas. —No me puedo enamorar, no me puedo enamorar —decía en voz baja como un mantra, pero sabía que era en vano.Un simple beso, una caricia, una mirada de Nick me hacían sentir como una gelatina, vulnerable y deshecha. Podía ver la pasión en sus ojos, y eso solo aumentaba mi incertidumbre. ¿Realmente él sentía lo mismo por mí, o simplemente estaba jugando? La idea de caer al suelo después de haber tocado el cielo me aterraba.—¡Emma! —La voz de Jane me sacó de mis pensamientos. Me pasaba la mano repetidamente por la cara. — ¿No me escuchabas? Te llamé varias veces, pero andas en las nubes.Sentí cómo el calor subía a mi rostro. Me había distraído pensando en Nick y en escenas íntimas que a menudo imaginaba. Sonr
Cuando entré, la primera cosa que noté fue la sonrisa en el rostro de mi padre, de inmediato supe que algo no andaba bien. No era una sonrisa genuina; era una mueca que sabía, con una certeza inquietante, que ocultaba algo siniestro. Mi estómago se revolvió al instante.—¿Qué está pasando aquí? —cuestioné, frunciendo el ceño y tratando de mantener la calma a pesar de la incomodidad que me invadía.El hombre de rostro serio y cabello entrecano que solía ser mi padre se giró lentamente hacia mí. Sus ojos brillaban con un resplandor aterrador.—¿Esa es la manera de saludar a tu padre? —dijo con un tono cínico que me hizo apretar los dientes con fuerza. Mi mirada se desvió hacia Nick, quien estaba a su lado, inmóvil como una estatua de mármol. Su rostro era tan imperturbable que casi parecía esculpido en piedra.Una ola de preguntas me asaltó mientras me sentía atrapada en esta incómoda situación. ¿Qué rayos estaban planeando? No podía entender por qué mi padre, con su sonrisa burlona
Mi cabeza daba vueltas y el aire se me hacía cada vez más escaso mientras Nick y yo estábamos pegados, con su aliento caliente acariciando mi boca, amasando mis labios con anhelo y desesperación. Su boca buscaba la mía, y aunque deseaba dejarme llevar, la furia y la confusión me mantenían en pie de lucha.—Nick... para —logré decir entre jadeos, alejándome apenas unos centímetros de él. Mi corazón latía desbocado y cada palabra me costaba un esfuerzo monumental. Deseaba besarlo hasta morir de dicha, pero tenía que controlarme.—No quiero parar, Emma. Te deseo —su voz era ronca, cargada de un anhelo que me helaba y encendía a la vez. Su boca se deslizó por mi cuello y sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo. Cada fibra de mi ser gritaba en direcciones opuestas, atrapada entre el placer y la rabia.No podía permitir que me manipulara de esa manera. Con cada beso la ira se acumulaba, y en un arranque de fuerza, lo empujé bruscamente. Nick retrocedió, desconcertado, con la respiració
La habitación estaba apenas iluminada por la suave luz de una lámpara de noche, creando un ambiente cálido y romántico que envolvía cada rincón con una sensación de intimidad. Nick no decía nada, y esa falta de palabras comenzaba a ponerme nerviosa. Miré su rostro, parcialmente iluminado, y vi la lucha interna que se reflejaba en sus ojos. Parecía debatirse consigo mismo, como si las palabras que quería decir estuvieran atrapadas en su garganta.—Nick, me estás desesperando —dije finalmente con voz temblorosa. Sentía el corazón golpear con fuerza en mi pecho y una sensación de nerviosismo creciente me invadía—. ¿Es algo malo? ¿Es respecto a nosotros?Él asintió lentamente, y sentí que una opresión se formaba en mi pecho, dificultando mi respiración. La preocupación se mezclaba con la anticipación y el miedo, creando un nudo en mi estómago.Un millón de pensamientos cruzaron por mi mente, cada uno más aterrador que el anterior.—Nick, dime qué está pasando —le pedí, mi voz ahora era