MELODYEl aire se me corta, las piernas se me debilitan, sus ojos viajan con sorpresa por mi cuerpo hasta que frunce el ceño al darse cuenta de mi estado, la sonrisa se le borra del rostro al instante y creo que me estoy muriendo. —Melody, tú… —Necesito ir al hospital —me quedo sin aliento. Deja el regalo a un costado de la entrada y me ayuda. —Yo te llevo —dice en un tono no negociable. Dejo que me ayude, las primeras contracciones me derriban y me tengo que agarrar de su cuerpo casi al instante. —¿Qué haces aquí? —mis uñas se clavan en su brazo. —Vine en representación de mi padre, Bailey me dijo que hoy era el cumpleaños de Brandon y aproveché para darle un regalo —me ayuda a subir a su auto—. ¿En dónde está Roman? El tono lleno de molestia de Duncan, me hace cerrar la boca y no querer decir nada, sube al auto, enciende el motor y nos ponemos en marcha hasta que me viene una segunda contracción. —¿No se supone que él debería estar aquí, a tu lado? —golpea el volante. —Él
MELODYMe parece que Duncan ha perdido la cabeza por completo, es eso o solo dice cosas sin sentido, es decir, sé que sigue enamorado de mí, y le agradezco tanto todo lo que ha hecho por mí en todos estos años en los que me vi sola, sin salida, pero justo en este momento lo único que me importa es que mi hija esté a salvo y que Brandon se recupere, nada más importa en este mundo que no sean ellos. Roman está a nada de matarlo y yo solo niego con la cabeza. —Tienes que irte, no sabes lo que dices —trato de regalarle una sonrisa, pero él no me devuelve el gesto. —Lo que dije es en serio —repite. —Largo, antes de que llame a la policía y te acuse de acoso contra mi esposa —Roman rodea mi cintura y me atrae hacia él—. Mi mujer, la madre de mis hijos. Duncan no dice nada más, solo tensa el cuerpo, entiende mi silencio y se marcha sin decir nada más, pero dejando un hueco rodeado de fuego con sus palabras, eso es lo que pasa. —Roman… No me dice nada, solo sella nuestros labios con un
ROMANMelody es imposible cuando se pone en un plan de mamá oso, o de mujer dolida, ella cree que me interesa Natalia como otro tipo de amante, no lo es, trato de ser amable con ella, solo porque no tiene a nadie en el mundo, mi esposa no se cansa de repetirme una y otra vez que no me ama y que no significo nada para ella, qué equivocada está. Cuando ella subió al taxi el día de su alta, revisé las cámaras de seguridad de la habitación, cuando vi a lo lejos salir a Duncan, cabreado, lo que vi y escuché me dejó con la polla dura, ella no solo no dejó de repetir que yo era el padre de sus hijos, sino, que se negó a darle una oportunidad a ella. Sin embargo, mis deseos asesinos surgieron en cuando vi que él se atrevió a tocarla, y no solo eso, a acunar su rostro con sus asquerosas manos, aún sigo pensando en la manera de hacerlo sufrir, la única forma en la que lo acepto, es cuando tenemos alguna junta con los socios y él viene en representación de su padre, el ambiente de esas juntas
MELODY—Lo siento, señora Leblanc, pero me temo que este documento es legal, y su firma es la verdadera, no se puede hacer nada. Me congelo con las palabras que el abogado que contraté me dice, llevo una semana intentando que me digan lo contrario, he solicitado a más de diez abogados y este es el onceavo que me dice lo mismo. No solo eso, sino, que el padre de mis hijos ha puesto una cláusula en la que se estipula que si le soy infiel de cualquier manera, pierdo la custodia de mis hijos. Estoy segura de que esto es por el asunto de Duncan. Cierro mis puños, no puedo creer que me haya hecho esto, trato de respirar hondo, porque eso no acaba ahí, sino, que tengo que complacerlo como esposa y estoy segura de que se refiere a dejarlo follarme. —Muchas gracias —me pongo de pie y me despido del hombre. Mi móvil no deja de sonar, veo la pantalla de este y se trata de Roman, de nuevo, no se ha cansado de llamar desde hace un buen rato, desvío la llamada, él tiene sus trampas, bueno, yo t
MELODYNo puedo creer que ellos dos me hayan visto de ese modo, gimiendo el nombre de Roman mientras él se come mi coño, quiero salir corriendo en estos momentos para evitar que vean mi vergüenza brillando por todo el rostro. Trago grueso bajando mi falda. —¿Qué haces aquí? —me dirijo a Duncan. Quien me come con la mirada y observa a Roman con rabia contenida. —Tu marido me llamó para firmar los últimos documentos que hacen falta, Natalia, su secretaria me dijo que no había problema, que no estaba ocupado —su voz denota enojo—. Pero por lo visto sí. Le lanzo una mirada furiosa a ella, quien sonríe y baja su vista para anclarla en el el feo esmalte de uñas que trae puesto en estos instantes. —¿Acaso no te enseñaron a llamar a la puerta antes de entrar? —replico.Ella alza la mirada. —¿Por qué lo haría? Roman nunca me ha dicho nada al respecto. —Ten cuidado cómo me hablas, qué no se te olvide que en esta casa no eres nadie, solo la secretaria que acoge Roman por lástima, porque n
MELODYNo puedo creer lo que acaba de pasar, es decir, ella solo estaba discutiendo conmigo cuando de pronto todo terminó de esta manera, mis piernas tiemblan. Todo mi mundo da vueltas y no sé qué es lo que debo hacer. Mis ojos se quedan fijos en la sangre que la rodea, yo no fuí quien la aventó, ella solo resbaló entre el forcejeo porque intentó tirarme a mí. Escucho de lejos los gritos de Duncan tratando de llamar a una ambulancia, mientras Roman da órdenes a las pocas empleadas que acaban de llegar, y curiosas, ven el cuerpo de Natalia con horror, para luego dirigir su mirada hacia mí. —Roman —susurro aunque sé que no puede escucharme. Mi corazón late con fuerza, al fondo escucho a Marina llorando, mi instinto de madre hace que me gire sobre mis talones y camine a prisa hacia la habitación de los niños, pero una mano fuerte me detiene y enseguida mi andar se congela con la cruda voz de Roman. —¿A dónde vas? —pregunta molesto. —Marina está llorando —me remuevo—. Necesita a su m
MELODYNo soy una mala persona. Eso es lo que me repito una y otra vez, mirando la imagen católica que se presenta frente a mí, nunca he sido muy devota a la religión, pero ahora, precisamente en este momento en el que mi vida estaba tomando su forma y seguía con su ritmo, viene esto a destruir todo lo que había construido en tan pocos meses. Me siento en un pozo sin fondo. En medio del mar abierto sin que nadie me ayude o sin que nadie me diga qué es lo que estoy haciendo mal. Es complicado, y hasta cierto punto asfixiante. —Por fin te encuentro. La voz de Roman no me ayuda en estos momentos, llevamos toda la noche aquí y quiero irme a casa, Natalia se lo busco, es ella quien trajo consigo la desgracia, una que no quiero que llegue a mis hijos. —Necesitaba estar sola —respondo con la esperanza de que capte la indirecta. —Y yo necesito a mi esposa —se sienta a mi lado. —Mis hijos necesitan a su madre —refuto poniéndome de pie—. ¿Qué te dijo el doctor? Se queda callado un par d
MELODYEstaciono el auto a las afueras del restaurante, las manos me siguen temblando, no miento, siento muchas cosas por Roman, es el padre de mis hijos y me da rabia aceptar que pese a todo, lo amo, el problema es que me amo más a mí y a mis hijos, ellos son lo más importante que tengo en la vida. La casa de Roman me está asfixiando cada día y no sé si pueda sobrevivir un segundo más, la única razón por la que me vi obligada a hablarle a Duncan y salir corriendo de la mansión sin decir una sola palabra, era porque estaba a punto de estallar y porque al faltar Bailey, él es una buena opción, después de todo, él ha sido un gran amigo y apoyo pese a los sentimientos que tiene hacia mi. Mi móvil no ha dejado de timbrar, el nombre de Roman parpadea constante hasta que termino por apagarlo, él tomó sus decisiones y yo las mías. Bajo y al entrar, Duncan ya tiene una reservación, en cuanto llego a la mesa al fondo, donde nadie nos puede ver, tomo de una el tequila que está sobre la mesa.