MELODYNo puedo creer que ellos dos me hayan visto de ese modo, gimiendo el nombre de Roman mientras él se come mi coño, quiero salir corriendo en estos momentos para evitar que vean mi vergüenza brillando por todo el rostro. Trago grueso bajando mi falda. —¿Qué haces aquí? —me dirijo a Duncan. Quien me come con la mirada y observa a Roman con rabia contenida. —Tu marido me llamó para firmar los últimos documentos que hacen falta, Natalia, su secretaria me dijo que no había problema, que no estaba ocupado —su voz denota enojo—. Pero por lo visto sí. Le lanzo una mirada furiosa a ella, quien sonríe y baja su vista para anclarla en el el feo esmalte de uñas que trae puesto en estos instantes. —¿Acaso no te enseñaron a llamar a la puerta antes de entrar? —replico.Ella alza la mirada. —¿Por qué lo haría? Roman nunca me ha dicho nada al respecto. —Ten cuidado cómo me hablas, qué no se te olvide que en esta casa no eres nadie, solo la secretaria que acoge Roman por lástima, porque n
MELODYNo puedo creer lo que acaba de pasar, es decir, ella solo estaba discutiendo conmigo cuando de pronto todo terminó de esta manera, mis piernas tiemblan. Todo mi mundo da vueltas y no sé qué es lo que debo hacer. Mis ojos se quedan fijos en la sangre que la rodea, yo no fuí quien la aventó, ella solo resbaló entre el forcejeo porque intentó tirarme a mí. Escucho de lejos los gritos de Duncan tratando de llamar a una ambulancia, mientras Roman da órdenes a las pocas empleadas que acaban de llegar, y curiosas, ven el cuerpo de Natalia con horror, para luego dirigir su mirada hacia mí. —Roman —susurro aunque sé que no puede escucharme. Mi corazón late con fuerza, al fondo escucho a Marina llorando, mi instinto de madre hace que me gire sobre mis talones y camine a prisa hacia la habitación de los niños, pero una mano fuerte me detiene y enseguida mi andar se congela con la cruda voz de Roman. —¿A dónde vas? —pregunta molesto. —Marina está llorando —me remuevo—. Necesita a su m
MELODYNo soy una mala persona. Eso es lo que me repito una y otra vez, mirando la imagen católica que se presenta frente a mí, nunca he sido muy devota a la religión, pero ahora, precisamente en este momento en el que mi vida estaba tomando su forma y seguía con su ritmo, viene esto a destruir todo lo que había construido en tan pocos meses. Me siento en un pozo sin fondo. En medio del mar abierto sin que nadie me ayude o sin que nadie me diga qué es lo que estoy haciendo mal. Es complicado, y hasta cierto punto asfixiante. —Por fin te encuentro. La voz de Roman no me ayuda en estos momentos, llevamos toda la noche aquí y quiero irme a casa, Natalia se lo busco, es ella quien trajo consigo la desgracia, una que no quiero que llegue a mis hijos. —Necesitaba estar sola —respondo con la esperanza de que capte la indirecta. —Y yo necesito a mi esposa —se sienta a mi lado. —Mis hijos necesitan a su madre —refuto poniéndome de pie—. ¿Qué te dijo el doctor? Se queda callado un par d
MELODYEstaciono el auto a las afueras del restaurante, las manos me siguen temblando, no miento, siento muchas cosas por Roman, es el padre de mis hijos y me da rabia aceptar que pese a todo, lo amo, el problema es que me amo más a mí y a mis hijos, ellos son lo más importante que tengo en la vida. La casa de Roman me está asfixiando cada día y no sé si pueda sobrevivir un segundo más, la única razón por la que me vi obligada a hablarle a Duncan y salir corriendo de la mansión sin decir una sola palabra, era porque estaba a punto de estallar y porque al faltar Bailey, él es una buena opción, después de todo, él ha sido un gran amigo y apoyo pese a los sentimientos que tiene hacia mi. Mi móvil no ha dejado de timbrar, el nombre de Roman parpadea constante hasta que termino por apagarlo, él tomó sus decisiones y yo las mías. Bajo y al entrar, Duncan ya tiene una reservación, en cuanto llego a la mesa al fondo, donde nadie nos puede ver, tomo de una el tequila que está sobre la mesa.
ROMANLa cabeza me estalla, no puedo pensar bien y todo me da vueltas llegando al mismo punto desde el comienzo; Melody. Es una sensación que me aturde y que no me puedo quitar desde que las cosas están mal, ella piensa que estoy teniendo algo con Natalia, sé que le gusto y que ha intentado que caiga en sus redes, aún recuerdo la conversación que tuvimos antes. —Así que esta es tu verdadera cara —sostengo con rabia envenenada. —Solo soy una mujer enamorada —dice Natalia en un tono serio. Sus manos se ajustan y presionan con fuerza las llantas de su silla de ruedas, la vida no le ha jugado muy bien que digamos desde el principio, y al parecer eso le gusta en cierto modo. —Jamás estaría contigo —espeto con firmeza dejándole claras las cosas. —Cambiarás de idea —afirma con seguridad. —¿Cómo? —Si no haces lo que te digo, la hundiré, sabes bien que lo haría, la culparé y podrás contratar a los mejores abogados del mundo, pero esto se alargará, después de todo, los empleados de tu pr
MELODYHaber pasado la noche fuera de la mansión de Roman y haberme quedado en un hotel, hace que el remordimiento me golpee el pecho de una manera descomunal, en especial porque no estuve cerca de mis hijos. Cuando abro la puerta, lo primero que me recibe es la mala cara de las empleadas, el reproche sigue dibujado en su rostro y eso aumenta mi incomodidad. Estar aquí se siente como estar a punto de ser ejecutada. Subo las escaleras, paso a la habitación de mis hijos, los cuales están dormidos, les doy un beso a cada uno de ellos y saludo a su niñera, la que me pone enseguida al tanto de todo. —Te agradezco que los cuidaras por mi, anoche —susurro para no despertarlos. —No se preocupe, señora. —Ya te puedes ir, me encargaré de ellos hoy. Asiente y sale de la habitación, me quedo un par de instantes, anoche estuve pensando mucho las cosas, admito que me he estado comportando un tanto inmadura pero la verdad, creo que pienso hablar bien con Roman, debemos llegar a un acuerdo y tie
ROMANHORAS ANTESAl regresar a la habitación de Melody, una vez que ella se ha marchado, me siento impotente, soy un imbécil que acaba de cometer el error más grande de la vida, siento que la sangre se me convierte en lava, la cabeza me estalla debido a la resaca e incluso siento que no puedo respirar más, es como estar cayendo a un pozo sin fondo, sin nada que me pueda ayudar. Camino de un lado a otro tratando de encontrar una solución, Melody nos tomó fotos, estaba tan ebrio, que juro, pensé se trataba de Melody, maldita sea. —¡Joder! —lanzo los retratos y cosas que encuentro a mi paso. La fractura esta vez es inevitable, lo vi en su mirada, el dolor, la frustración y la decisión de deshacerse de mí. Dejé que se llevara a mis hijos solo porque antes necesito arreglar las cosas con Natalia, cada día maldigo la hora en la que dejé que ella entrara, al principio solo fue por lástima, me sentía mal por ella y al trabajar conmigo, solo quise ser amable. Mi instinto me hace llamarle,
MELODYEl alma se me cae a los pies al ver al padre de mis hijos, caminando hacia Duncan, quien sostiene a Marina con fuerza, solo me toma dos segundos reaccionar y adelantarme a él luego de cerrar la puerta, me interpongo entre ellos y tomo a mi hija, la cuál, al ver a su padre, le extiende los brazos, lo que relaja el ambiente y se la tiendo. Una cosa es lo rota que está nuestra relación, pero otra muy distinta nuestros hijos, es su padre y jamás los alejaría de él, Roman relaja sus hombros y la rabia desaparece de su mirada, dando paso a ese brillo que tiene para ellos. —Princesa —le susurra a nuestra hija. Y como si fuera Karma o una jugada sucia del destino, Brandon baja corriendo las escaleras con su pijama inglesa. —¡Papi! —exclama con ojos redondos y enormes—. ¡Viniste! Roman se toma la libertad de tomar asiento en el sofá, mientras Brandon se le abalanza y carga a nuestra hija, la escena me causa conflicto, hace que me duela más el corazón y aparto la mirada de ese cuadr