Capítulo 11

EMMA

Mis piernas se doblegan ante la presencia hostil que permanece de pie, obstruyendo la puerta, y mirándome con odio nítido, como si le hubiera hecho algo de lo que no me puede perdonar, como si hubiera cometido un grave error irreparable.

—Vete —es lo único que logro decir antes de que comience a mermar el espacio que hay entre los dos.

No obstante, Duncan no se mueve, lo contrario, pareciera como si se hallara perdido en su propio mundo, en su mente retorcida.

—¿Cómo me encontraste?

—Nunca te perdí de vista, ni cuando Dante se fue a hablar con el ministro.

Tenso el cuerpo.

—Apartate para que pueda pasar —pido amable, pensando que me dejará libre si se lo pido de este modo.

Lo mucho que he descubierto de Duncan en este tiempo, es que es un hombre al que le gusta que le digan que es el mejor y que lo traten como si fuera un Dios, malas noticias, no lo es, y aún así, aquí estoy, tratando de recurrir a esa falsa y tonta opción.

—No —habla por fin.

—¿Por qué no?

—¿Por qué mi
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