EMMAEstoy en las nubes, todo lo que ha pasado me tiene en este mal estado, a veces, por momentos, creo que estoy en medio de una pesadilla, en medio de uno de mis más retorcidos sueños, en los que siento cómo Duncan, mi ahora ex cuñado, me lleva cargando como maldito costal de papas, sobre su hombro, alcanzo a distinguir de vez en cuando los corredores del cuartel, debe estar o muy demente, o muy idiota como para traerme así, pasearme como si nada por los corredores en donde todo el mundo me puede ver, corrección, nos puede ver. —Bájame —pido con la lengua adormecida. No me presta atención, al contrario, siento que su agarre en mis piernas se intensifica. —Puedo caminar sola. —Puede que sí, pero al parecer, no puedes beber sola, no sabes hacerlo. —¿Y eso a ti qué te importa? Si estás cabreado por algo, ve y jode a Nayel, ella es tu prometida, es ella quien te fue infiel, no yo —replico. Llegamos a mi habitación, me baja y al sentir el suelo bajo mis pies, me siento a salvo, com
EMMAEl alma se me viene a los pies, no puedo creer que la vida me trate tan mal después de lo ocurrido con Nayel y Duncan, Dante solo fue un efecto colateral, un reflejo, pero esto, sí que es mala suerte, no me apetece hablar mucho con nadie, mucho menos ahora que Eros camina hacia mí con la intención de saludarme. Tengo sobre mí cinco pares de ojos, y ninguno se compara con los de Duncan, no hace falta que le mire cuando sé que me está asesinando con la mirada, joder. —Emma —Eros me toma de la mano. —Eros, no lo hagas —me suelto de él. Su mirada llena de vida se apaga, se aferra a tener un contacto físico conmigo, vuelve a tomar mis manos y las acuna en un agarre más fuerte, siento que mi corazón se sale del pecho con el aumento de los latidos, me quedo sin aliento, escucho los murmullos y las risitas de mis compañeros. —Cuidado, hermano, ella te puede asesinar —dice uno de ellos. Tenso el cuerpo. —Silencio —espeta Duncan, claramente interesado por nosotros. —No es más que un
EMMAEl día no podría mejorar aunque quisiera, el hecho de que Eros esté delante de mí, con la mirada fija tratando de hacer que acepte su invitación, hace que me ponga nerviosa, tal vez mentí un poco, argumentando que nunca tuve una especie de relación, la tuve, y él es la prueba viviente de que es cierto, el asunto es que también es la prueba de que no todo lo que brilla es oro, y él y yo acabamos mal. Eros rodea con más fuerza mi brazo, a tal punto que la fuerza que ejerce en él, me hiere. —Eros —intento soltarme de su agarre—. No hagas esto, no quiero hablar. —Pero lo haremos, vamos, por los viejos tiempos. —No —respondo tajante. —Emma… Estoy a nada de aplicarle una de mis llaves, cuando el ambiente se vuelve tenso, miro detrás de él y la figura imponente de Duncan, aparece sellando mis labios y dejando de luchar contra Eros. —Vamos a hablar, te guste o no, escucha… Una fuerte mano se coloca encima de su hombro, Eros se molesta, voltea con un movimiento brusco, para ver de
DUNCANNo lo soporto, tampoco pienso negar lo que está pasando entre Emma y yo, Nayel siempre fue una opción para mostrar ante la sociedad y que nadie se atreviera a cuestionarme siquiera con el pensamiento sobre mis acciones, creí que ella sería una opción viable para sacarme de la cabeza a Melody, y lo fue, funcionó solo un tiempo, hasta que Emma tomó el lugar de mi ahora amiga. En cuanto la vi entrar al salón de reporte y estrategia, supe una verdad, que haberla follado o hacerle sexo oral, me dejó más hambriento que nunca, pero todo eso se fue por la borda cuando noté la tensión en su cuerpo, una que iba dirigida hacia el elemento nuevo, Eros Dinastí. Ambos nunca cortaron contacto visual mientras mis venas se llenaban de rabia y celos enfermizos. ¿Por qué mierda lo ve tanto? ¿Y por qué él la mira como si fuera un platillo que muere por devorar? Maldición. Esa fue una de las razones por las que la follé duro, le dolía, lo sé, reprimía sus gemidos, y se aferraba de las esquinas de
EMMAMi vista se vuelve más aguda en cuanto noto que el cuerpo de Eros cae rendido al suelo, en cuanto a Duncan, puedo decir que jamás he visto mirada tan fiera, con sus pupilas dilatadas, ojos inyectados en sangre, pero lo que más me deja helada, es el hecho de que solo hay vacío en esos ojos que tanto me han capturado. —Mierda.Esto nos va a meter en serios problemas, y todo se materializa cuando noto que a lo lejos, está María, grabando todo con su móvil, así que actúo rápido, camino hacia ella y en cuanto se da cuenta de mi cercanía y de mis verdaderas intenciones, ella acaba con la grabación, se da la media vuelta e intenta escabullirse de mí, algo que tiene que saber ya de mí, es que puedo ser una buena compañera, más nunca una idiota. Ella comienza a correr más de prisa, hasta que llega al área de los corredores que llevan a las principales oficinas del cuartel general. —Detente. No me hace caso, veo en su mirada la maldad, y las intenciones por destruir esto pese a que el
EMMAHay una cosa que odio más en el mundo, y son los chantajes, uno como el que me está proponiendo en estos precisos momentos, María, quien no deja de sonreír mientras sostiene de manera burlona, las pruebas, sé que la gente de la cafetería no va a hablar, ese terreno ya está cubierto por Duncan, pero el que el ministro se entere, al parecer me toca a mí. ANTES—¿Entonces? —insista.—Eres una arpía. Su sonrisa se ensancha más y las dudas me surgen. —No soy tonta, los he estado investigando desde la noche en tu cumpleaños, sé que era el prometido de tu hermana mayor, Nayel York, pero por razones que no sé, ni quiero saber, ellos solo terminaron —da un paso adelante con todo el altanerismo que una persona podría tener—. Y también estoy enterada de que estás follando con él. Tenso el cuerpo. —Eso no es verdad. —Basta, Emma, debes ser muy idiota como para no darte cuenta de las miradas que te avienta, soy muy observadora —sisea y comienzo a perder la cabeza. Me quedo callada, ana
EMMASe ha vuelto loco, eso es en lo primero que pienso en cuanto las palabras de Duncan resultan ser un golpe para mí, una sonrisa de triunfo para María, y el que el ministro haya palidecido solo por unos segundos, espero cualquier reacción de todos, pero me es imposible, ya que de algún modo, enseguida el ministro suelta una risotada que nos descoloca a todos. —Dios, coronel Duncan, jamás imaginé que esto se tratara de una broma de mal gusto —ríe el pobre hombre entre dientes. La sonrisa se le borra del rostro a María, yo dejo de respirar, los únicos que parecen tranquilos, son el ministro y Duncan, las cosas son tan obvias, tan claras, él y yo acabamos de tener sexo, pero al parecer eso no le importa al ministro. —Por supuesto —sisea Duncan y noto que tensa la mandíbula con tanta fuerza, que la acción me duele hasta los huesos. —Señor… —María se acerca con el móvil en la mano. Pienso que con eso se acabó todo, porque le mostrará el video en donde Duncan y Eros estaban peleando
EMMAMe cuesta respirar, me cuesta trabajo creer que esto de nuevo está pasando, solo que esta vez no está Duncan viendo, solo estamos los dos solos en medio de la anda y de la oscuridad, la cual se ve menos tenebrosa con la luz de la luna. Estoy a nada de decirle que se aparte, pero la mirada llena de acusación de Duncan, hace que la cabeza me duela y que nazca en mí, un deseo de venganza que jamás había experimentado. —Emma —dice Eros en un tono sugerente. Pero no me muevo, no quiero que piense que tiene todo el derecho de tratarme como una opción de regreso, así que si vamos a hacer esto, va a ser a mi ritmo, no al de él. Así de fácil. —Fóllame —sugiero con poca amabilidad. Eros gruñe mordiendo mis labios y siento cómo sus manos van descendiendo poco a poco hasta llegar a mis caderas. —No tienes idea de cuánto te deseo, Emma —besa mi cuello. Duncan prefirió creerle a María, prefirió pensar que esto estaba sucediendo entre Eros y yo, ahora se lo haré realidad, siento como su b