EMMAMis piernas se doblegan ante la presencia hostil que permanece de pie, obstruyendo la puerta, y mirándome con odio nítido, como si le hubiera hecho algo de lo que no me puede perdonar, como si hubiera cometido un grave error irreparable. —Vete —es lo único que logro decir antes de que comience a mermar el espacio que hay entre los dos. No obstante, Duncan no se mueve, lo contrario, pareciera como si se hallara perdido en su propio mundo, en su mente retorcida. —¿Cómo me encontraste? —Nunca te perdí de vista, ni cuando Dante se fue a hablar con el ministro. Tenso el cuerpo. —Apartate para que pueda pasar —pido amable, pensando que me dejará libre si se lo pido de este modo. Lo mucho que he descubierto de Duncan en este tiempo, es que es un hombre al que le gusta que le digan que es el mejor y que lo traten como si fuera un Dios, malas noticias, no lo es, y aún así, aquí estoy, tratando de recurrir a esa falsa y tonta opción. —No —habla por fin. —¿Por qué no? —¿Por qué mi
DUNCANLa cabeza me estalla, las fuertes punzadas son como taladro a mi cerebro, no pensé bien las cosas anoche, la única mujer que he amado es Melody, pero al parecer, esto se está saliendo de mi control, sin que pueda hacer mucho al respecto, me comporté como un imbécil el mismo día que le propuse a una mujer que se casara conmigo, me enrollé a las horas con la hermana, la misma a la que desvirgué. Pero es que eso es lo que provoca Emma en mí, esta ansiedad de querer tener todo bajo mi control, todo bajo lo que está a mi vista, y al mismo tiempo me hace perder el control. La follé, la hice mía, no usé condón, sé que está en control de natalidad, pero eso no quita el hecho de que ella sea el fruto prohibido, desde Melody, ninguna mujer me había hecho sentir esto. Ha pasado una semana desde que ocurrió y parece como si apenas hubiera sido hace cinco minutos, incluso horas o un día, su olor, su piel, sus gemidos, todo sigue tan presente en mí, que la sangre me hierve en las venas. Mu
EMMA Cada uno ha tomado su decisión, lo que sea que tenía con Duncan, estaba mal desde el inicio, jamás debí haber follado con él en la playa aquella noche, en mi defensa, no tenía idea alguna de que se trataba del prometido de mi hermana, vamos, ni siquiera sabía que ella estaba ahí, hasta que me enteré por su propia boca, joder, fue un golpe duro saber que Duncan es el mismo hombre al que le entregué mi virginidad. Pero ellos ya se han comprometido, lo que quiere decir que tengo que hacer todo lo posible por mantenerme fuera de su radar vengativo, de él, fuera de su vida, pensando en usar como último recurso, el tener que pedir mi cambio de cuartel, porque si algo he aprendido en las últimas horas, es que no podemos estar juntos, mucho menos trabajar en el mismo sitio. La noche de su compromiso no solo me folló, sino, dijo cosas muy hirientes, cosa que me han marcado y que me han servido al mismo tiempo como impulso para que decida darle una oportunidad a Dante, le dejé las cos
EMMAEstoy enfadada, en cuanto termino de escuchar sus malditas razones, siento que el aire me sofoca, me mata, y es por ello que con cada segundo mis deseos por matar con mis propias manos a Duncan, se incrementan poco a poco. Trato de mantener la calma en todo momento, en especial cuando el ministro me mira todo el tiempo como si fuera un ser insignificante, una bicho con alguna plaga que va a contaminar a cada uno de sus soldaditos. —Como puedes ver —prosigue—. Si por mí fuera, no te dejaba pasar una de estas. Trago grueso para que la rabia no se me desgile de los labios. —Entiendo su postura —miento.—Me alegro, así que le debes tu estancia y que tengas todavía trabajo y dinero, al coronel King, si te soy honesto, no entiendo por qué insistió demasiado en que te quedaras. Duncan ha tomado sus decisiones, yo también, hasta ahora se ha empeñado en mantener al margen su relación con Nayel, y eso equivaoe a también la mía, por lo que joder, es momento de que todo el mundo se enter
DUNCAN«Hice lo correcto»Es lo que me he estado repitiendo una y otra vez desde que Emma se ha enterado de la verdad, desde que casi deja de Dante la folle, de no haber tenido la corazonada de que estaba en la habitación del hijo de puta, seguro que lo hubiera logrado y se hubiese convertido en una cogida más en el trabajo, llena de rabia, por venganza porque herí su orgullo de mujer al exponerla de esa manera delante de una de las personas que más la odia en el cuartel; el ministro. Me odia, bien, el sentimiento es mutuo, han pasado dos semanas desde aquel acontecimiento, se mudó a la habitación al lado de la mía de mal humor, sé que hizo todos los esfuerzos porque el ministro le cambiara de habitación, y casi lo logra, estuvo a punto de darle lo que quería solo para que dejara de molestarlo, es obvio que ese era su plan desde el principio, ya que no es tonta y sabía que en algún momento él cedería. Pero intervine a tiempo lanzando la gran mentira de que al ser mi cuñada, y la muj
EMMANo entiendo por qué se esfuerza demasiado en joder mi existencia, ya tiene lo que quiere, estoy en su equipo, han despedido a Dante, no he sabido nada de él desde que se marchó y me advirtió que tuviera cuidado con Duncan. Y ahora, no pierde la oportunidad para darme más trabajo extra, esto debería ser ilegal, tenía una cena con Nayel y con él, la cancelé de último momento, porque no me apetece verlo en un día tan especial como hoy. —Te odio —susurro pensando en el prometido de mi hermana. Me he repetido esto una y otra vez hasta de que se me grabe que es un hombre prohibido. Tengo que hacer el mayor esfuerzo posible para que esto me lo crea, así que me dedico a echarle un último vistazo a mi reflejo en el espejo, traigo puesto un vestido color durazno, entallado, con un escote que resalta mis pechos y me hace ver asombrosa, o al menos eso es lo que pienso en cuanto me guiño un ojo. Recojo mis cosas, me he encargado de que Duncan no se entere de mi salida esta noche, de hecho,
EMMAAdmito que no esperaba que Dante me declarara su amor eterno, mucho menos es quien pensaría si tuviera que casarme con un hombre, de hecho, la idea de estar amarrada a alguien aunque sea por medio de un papel, me aterra, pero ver a Dante, el mismo hombre con el que estuve a punto de follar, besando a mi hermana mayor, joder, me estresa, no me duele porque no siento nada por él, y es ahí cuando recuerdo que Duncan es su prometido. Me giro para ver su reacción, el alma se me cae a los pies al ver que su rostro permanece en blanco, sin emociones, tomando fotos con su celular seguro para futuros chantajes o para tener una excusa perfecta y dejarla, porque conozco a mi hermana, y aunque él la quiera dejar, no se rendirá, pero con esto puede que sí. —¿Qué haces? —inquiero aunque ya tengo una idea vaga del problema.—Lo que ves es lo que hay —se limita a responder. Luego de eso, guarda su móvil y se acerca a mí, me acorrala con sus dos brazos y me aferro al barandal, sin poder evitar
EMMAEstoy en las nubes, todo lo que ha pasado me tiene en este mal estado, a veces, por momentos, creo que estoy en medio de una pesadilla, en medio de uno de mis más retorcidos sueños, en los que siento cómo Duncan, mi ahora ex cuñado, me lleva cargando como maldito costal de papas, sobre su hombro, alcanzo a distinguir de vez en cuando los corredores del cuartel, debe estar o muy demente, o muy idiota como para traerme así, pasearme como si nada por los corredores en donde todo el mundo me puede ver, corrección, nos puede ver. —Bájame —pido con la lengua adormecida. No me presta atención, al contrario, siento que su agarre en mis piernas se intensifica. —Puedo caminar sola. —Puede que sí, pero al parecer, no puedes beber sola, no sabes hacerlo. —¿Y eso a ti qué te importa? Si estás cabreado por algo, ve y jode a Nayel, ella es tu prometida, es ella quien te fue infiel, no yo —replico. Llegamos a mi habitación, me baja y al sentir el suelo bajo mis pies, me siento a salvo, com