EMMAEstoy enfadada, en cuanto termino de escuchar sus malditas razones, siento que el aire me sofoca, me mata, y es por ello que con cada segundo mis deseos por matar con mis propias manos a Duncan, se incrementan poco a poco. Trato de mantener la calma en todo momento, en especial cuando el ministro me mira todo el tiempo como si fuera un ser insignificante, una bicho con alguna plaga que va a contaminar a cada uno de sus soldaditos. —Como puedes ver —prosigue—. Si por mí fuera, no te dejaba pasar una de estas. Trago grueso para que la rabia no se me desgile de los labios. —Entiendo su postura —miento.—Me alegro, así que le debes tu estancia y que tengas todavía trabajo y dinero, al coronel King, si te soy honesto, no entiendo por qué insistió demasiado en que te quedaras. Duncan ha tomado sus decisiones, yo también, hasta ahora se ha empeñado en mantener al margen su relación con Nayel, y eso equivaoe a también la mía, por lo que joder, es momento de que todo el mundo se enter
DUNCAN«Hice lo correcto»Es lo que me he estado repitiendo una y otra vez desde que Emma se ha enterado de la verdad, desde que casi deja de Dante la folle, de no haber tenido la corazonada de que estaba en la habitación del hijo de puta, seguro que lo hubiera logrado y se hubiese convertido en una cogida más en el trabajo, llena de rabia, por venganza porque herí su orgullo de mujer al exponerla de esa manera delante de una de las personas que más la odia en el cuartel; el ministro. Me odia, bien, el sentimiento es mutuo, han pasado dos semanas desde aquel acontecimiento, se mudó a la habitación al lado de la mía de mal humor, sé que hizo todos los esfuerzos porque el ministro le cambiara de habitación, y casi lo logra, estuvo a punto de darle lo que quería solo para que dejara de molestarlo, es obvio que ese era su plan desde el principio, ya que no es tonta y sabía que en algún momento él cedería. Pero intervine a tiempo lanzando la gran mentira de que al ser mi cuñada, y la muj
EMMANo entiendo por qué se esfuerza demasiado en joder mi existencia, ya tiene lo que quiere, estoy en su equipo, han despedido a Dante, no he sabido nada de él desde que se marchó y me advirtió que tuviera cuidado con Duncan. Y ahora, no pierde la oportunidad para darme más trabajo extra, esto debería ser ilegal, tenía una cena con Nayel y con él, la cancelé de último momento, porque no me apetece verlo en un día tan especial como hoy. —Te odio —susurro pensando en el prometido de mi hermana. Me he repetido esto una y otra vez hasta de que se me grabe que es un hombre prohibido. Tengo que hacer el mayor esfuerzo posible para que esto me lo crea, así que me dedico a echarle un último vistazo a mi reflejo en el espejo, traigo puesto un vestido color durazno, entallado, con un escote que resalta mis pechos y me hace ver asombrosa, o al menos eso es lo que pienso en cuanto me guiño un ojo. Recojo mis cosas, me he encargado de que Duncan no se entere de mi salida esta noche, de hecho,
EMMAAdmito que no esperaba que Dante me declarara su amor eterno, mucho menos es quien pensaría si tuviera que casarme con un hombre, de hecho, la idea de estar amarrada a alguien aunque sea por medio de un papel, me aterra, pero ver a Dante, el mismo hombre con el que estuve a punto de follar, besando a mi hermana mayor, joder, me estresa, no me duele porque no siento nada por él, y es ahí cuando recuerdo que Duncan es su prometido. Me giro para ver su reacción, el alma se me cae a los pies al ver que su rostro permanece en blanco, sin emociones, tomando fotos con su celular seguro para futuros chantajes o para tener una excusa perfecta y dejarla, porque conozco a mi hermana, y aunque él la quiera dejar, no se rendirá, pero con esto puede que sí. —¿Qué haces? —inquiero aunque ya tengo una idea vaga del problema.—Lo que ves es lo que hay —se limita a responder. Luego de eso, guarda su móvil y se acerca a mí, me acorrala con sus dos brazos y me aferro al barandal, sin poder evitar
EMMAEstoy en las nubes, todo lo que ha pasado me tiene en este mal estado, a veces, por momentos, creo que estoy en medio de una pesadilla, en medio de uno de mis más retorcidos sueños, en los que siento cómo Duncan, mi ahora ex cuñado, me lleva cargando como maldito costal de papas, sobre su hombro, alcanzo a distinguir de vez en cuando los corredores del cuartel, debe estar o muy demente, o muy idiota como para traerme así, pasearme como si nada por los corredores en donde todo el mundo me puede ver, corrección, nos puede ver. —Bájame —pido con la lengua adormecida. No me presta atención, al contrario, siento que su agarre en mis piernas se intensifica. —Puedo caminar sola. —Puede que sí, pero al parecer, no puedes beber sola, no sabes hacerlo. —¿Y eso a ti qué te importa? Si estás cabreado por algo, ve y jode a Nayel, ella es tu prometida, es ella quien te fue infiel, no yo —replico. Llegamos a mi habitación, me baja y al sentir el suelo bajo mis pies, me siento a salvo, com
EMMAEl alma se me viene a los pies, no puedo creer que la vida me trate tan mal después de lo ocurrido con Nayel y Duncan, Dante solo fue un efecto colateral, un reflejo, pero esto, sí que es mala suerte, no me apetece hablar mucho con nadie, mucho menos ahora que Eros camina hacia mí con la intención de saludarme. Tengo sobre mí cinco pares de ojos, y ninguno se compara con los de Duncan, no hace falta que le mire cuando sé que me está asesinando con la mirada, joder. —Emma —Eros me toma de la mano. —Eros, no lo hagas —me suelto de él. Su mirada llena de vida se apaga, se aferra a tener un contacto físico conmigo, vuelve a tomar mis manos y las acuna en un agarre más fuerte, siento que mi corazón se sale del pecho con el aumento de los latidos, me quedo sin aliento, escucho los murmullos y las risitas de mis compañeros. —Cuidado, hermano, ella te puede asesinar —dice uno de ellos. Tenso el cuerpo. —Silencio —espeta Duncan, claramente interesado por nosotros. —No es más que un
EMMAEl día no podría mejorar aunque quisiera, el hecho de que Eros esté delante de mí, con la mirada fija tratando de hacer que acepte su invitación, hace que me ponga nerviosa, tal vez mentí un poco, argumentando que nunca tuve una especie de relación, la tuve, y él es la prueba viviente de que es cierto, el asunto es que también es la prueba de que no todo lo que brilla es oro, y él y yo acabamos mal. Eros rodea con más fuerza mi brazo, a tal punto que la fuerza que ejerce en él, me hiere. —Eros —intento soltarme de su agarre—. No hagas esto, no quiero hablar. —Pero lo haremos, vamos, por los viejos tiempos. —No —respondo tajante. —Emma… Estoy a nada de aplicarle una de mis llaves, cuando el ambiente se vuelve tenso, miro detrás de él y la figura imponente de Duncan, aparece sellando mis labios y dejando de luchar contra Eros. —Vamos a hablar, te guste o no, escucha… Una fuerte mano se coloca encima de su hombro, Eros se molesta, voltea con un movimiento brusco, para ver de
DUNCANNo lo soporto, tampoco pienso negar lo que está pasando entre Emma y yo, Nayel siempre fue una opción para mostrar ante la sociedad y que nadie se atreviera a cuestionarme siquiera con el pensamiento sobre mis acciones, creí que ella sería una opción viable para sacarme de la cabeza a Melody, y lo fue, funcionó solo un tiempo, hasta que Emma tomó el lugar de mi ahora amiga. En cuanto la vi entrar al salón de reporte y estrategia, supe una verdad, que haberla follado o hacerle sexo oral, me dejó más hambriento que nunca, pero todo eso se fue por la borda cuando noté la tensión en su cuerpo, una que iba dirigida hacia el elemento nuevo, Eros Dinastí. Ambos nunca cortaron contacto visual mientras mis venas se llenaban de rabia y celos enfermizos. ¿Por qué mierda lo ve tanto? ¿Y por qué él la mira como si fuera un platillo que muere por devorar? Maldición. Esa fue una de las razones por las que la follé duro, le dolía, lo sé, reprimía sus gemidos, y se aferraba de las esquinas de