Amaia se detuvo en la puerta de la oficina, su rostro ardiendo de celos al ver a Kira llorando en los brazos de Nikolay. —¿Qué se supone que está pasando? —preguntó Amaia, su voz llena de ira y posesividad. Nikolay la miró, con Kira todavía en sus brazos, con amabilidad la hizo a un lado. — Amaia, por favor, entra, cariño— dijo Nikolay. Amaia entró en la oficina, cerrando la puerta detrás de ella. Su mirada se clavó en la escena que tenía ante sí. A los costados en las esquinas de la habitación estaban Igor y del otro lado Vladimir, ambos con rostro completamente serio. Kira se secó las lágrimas. — Amaia, no es lo que crees— dijo Kira. Amaia se acercó a ellos. — ¿No? ¿y que es lo que yo creo?— preguntó Amaia mirando a su rival con un desprecio único, pero sin perder la compostura, Nikolay se interpuso entre Amaia y Kira. — Amaia, por favor, explicaré esto, Kira solo está teniendo un mal momento y... vamos a calmarnos— dijo Nikolay. — No me digas que me calme— le respo
El trayecto a la casa había sido silencioso, Amaia se sentía conmovida en sus emociones, recordar el día del ataque le angustiaba, saber que allí había perdido a su hijo... y que Kira sé atreviera a decir aquello la enfurecia, era obvio que no sabía lo que había sucedido Pero sus palabras se si fueron como una burla, como si hubiese minimizado todo lo que ella había sufrido, y la perdida de su bebé. —¿Sigues enojada?— preguntó Nikolay en cuanto cruzaron el umbral de la casa, a pesar de que iban tomados de la mano, Amaia parecía distante. —Estoy muy enojada— admitió— pero no contigo — sus ojos se llenaron de lágrimas— iré por un cambio de ropa, ir al gimnasio o subir al ring me ayudará a frenar esto que siento. —En ese caso... quizás podamos tener un combate amistoso— Amaia lo miró directamente a los ojos y suspiró largamente. Katerina sonrió, su señora había mejorado mucho, y aunque claramente dudaba que aún pudiese ganarle al jefe, sabía que daría una buena batalla.— no me mi
El corazón de Anton no lo soportó más, gimió agonizando mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas sintiéndo el más agudo de los dolores...Su hija, su única y adorada hija...Kira, su todo...Le había fallado...Había querido dejarla protegida y en buenas manos... pero había sido un idiota, la había enviado como cordero al matadero. Nunca hubiese imaginado que su sobrino fuese un infeliz, un desgraciado que solo estaba esperando la oportunidad de apoderarse de todo lo que poseía, ¿Hasta dónde llegaba la ambición de las personas?, todo estaba disponible para él como su sobrino y yerno, ¿Para qué asesinarlo?Pero ya no hubo lugar para nada más... Anton se desplomó sobre el suelo, con el alma abandonando su cuerpo, la vida se le había escapado, una muerte lenta y rápida a la vez, pero llena de angustia y remordimiento. Klaus sonrió sintiendo una sensación de triunfo, había eliminado a Anton, el viejo ya no era un problema, ahora podría centrarse en su próximo objetivo; Kira.T
Despertar abrazada al cuerpo de Nikolay era un sensación inexplicable, el placer y el amor recorrían su cuerpo a partes iguales. Cuándo sintió aquellos besos sobre su cuello y que se deslizaban hacia sus hombros y seguían por su espalda gimió y se estiró como una gata perezosa, Nikolay sonrió, la abrazó desde atrás, deslizando la mano por su silueta y apoderadose de uno de sus senos...—Me encanta cuándo me das los buenos días así— dijo entre gemidos.—A mi me encanta como gimes— le dijo junto a la oreja, para luego tomar el lóbulo de su oreja y succionarlo dentro de su boca, enviando un estremecimiento por toda su columna vertebral. Aquella fue la chispa necesaria para encender la llama de la pasión ardiente entre el leon y su leona. Una leona agresiva, sedienta de deseo, hambrienta de placer, pero tambien una gatita tierna que escondía sus garras para ser consentida. *****************************************—¿A dónde irás?— preguntó ella.—A la oficina, cariño— respondió Nikolay
La sala de reuniones estaba impregnada de un aire denso y tenso. Nikolay, el imponente dirigente de la mafia rusa, se encontraba al frente de una mesa de caoba pulida, donde las sombras de los hombres más poderosos de su organización se proyectaban sobre las paredes. Entre ellos, Ito, el frío y calculador líder de los yakuzas, hablaba con un tono grave sobre la relación entre sus organizaciones. Se sorprendió al descubrir que algunos yakuzas no habían esperado la reuión de la proxima semana, sino que habían viajado para hablar personaleme sobre el próximo envio.Pero su voz, aunque era importante, se desdibujaba ante la tormenta que se agolpaba en la mente de Nikolay.La llamada interrumpió su conversación, resonando en la sala como un trueno. Rocco,uno de sus guardaespaldas de confianza, apareció en la pantalla del teléfono, no pudo evitar girar el rostro para ver a Igor y luego a Vladimir. Nikolay tomó la llamada con un gesto inquieto, y la sonrisa tranquilizadora de Ito se desvanec
Amaia despertó con un sobresalto, el frío del suelo la caló hasta los huesos. Intentó abrir los ojos, pero la luz tenue que entraba por los barrotes de la celda la deslumbró momentáneamente. Se llevó una mano a la cabeza, buscando alivio en su dolorido cuerpo. Cada rincón de su ser parecía quejumbroso, como si hubiera sido arrastrada por una tormenta y ahora se encontrara varada en medio de la nada. Con dificultad, se incorporó, notando la frialdad del cemento contra su piel, y se dio cuenta de que no estaba en una habitación cualquiera. No, eso era algo más, no era una habitación, no era una celda, aquello era una jaula.Una jaula... ¿quién demonios la había metido en una jaula?, ¿Acaso se creían que era un animal?Se levantó, luchando contra la náusea que amenazaba con arrastrarla de nuevo al suelo, no había parte de su cuerpo que no le doliera. Miró a su alrededor, su corazón latiendo con fuerza.Las rejas se alzaban como un faro desolador en las cuatro direcciones, amurallando un
Nikolay no paraba de maldecir internamente mientras iba en el auto, con Igor manejando y Vladimir atento a cualquier situación extraña, con el ataque que Amaia había recibido, nada le hacia sentirse seguro, bien podrían ir ahora por él, su mente no estaba centrada en el trabajo ni en las decisiones de negocios que normalmente lo ocupaban. La ansiedad lo carcomía, una sensación que había comenzado a crecer desde que había recibido la inquietante llamada de Rocco. Descolgó el teléfono y se preparó para la información que pudiera recibir, al escuchar la voz de Rocco al otro lado de la línea, su corazón se detuvo.—Jefe, tengo malas noticias —dijo Rocco, la gravedad en su tono palpable incluso a través de la distancia.—¿Qué ha pasado? —preguntó Nikolay, su voz era un susurro, como si temiera que el mero hecho de pronunciarlo pudiera hacer que la realidad se concretara aún más.— no importa que sea, pero solo dime que Amaia está bien.—James, Ivan, Alexei y Katerina... están muertos. Fue
Nikolay, rey de la mafia rusa, se encontraba en el amplio salón de su mansión, rodeado de parte de su equipo. Las paredes, decoradas con obras de arte carísimas y elegantes cortinas, no podían ocultar la atmósfera tensa que envolvía la habitación. Hombres con rostros serios y miradas afiladas discutían estrategias, mientras planos y fotografías de Amaia, su esposa, se dispersaban sobre la mesa central. Todos completamente dispuestos a jugarse la vida por su rey, por recuperar a su reina.—Ya fui viudo una vez— dijo— no se repetirá la historia— no importa lo que tengamos que hacer, Amaia regresará con vida, sana y salva.—Necesitamos un plan más efectivo —dijo VIgor, su mano derecha, reposando sus dedos sobre una foto de Amaia sonriendo, ajena al desastre que la rodeaba.— no podemos permitirnos fallar.La conversación se interrumpió abruptamente cuando el sonido de un llamado a la puerta del salón los sobresaltó. Nikolay se puso de pie, su mirada se endureció. Sabía que cualquier inter